martes, 11 de mayo de 2010

Punto y final a las misivas sobre el pacto de estado, Nicolás

Con esta, Nicolás, pongo fin a mis misivas relativas al pacto de estado. En mis anteriores cartas sobre esta cuestión, he pretendido ceñir mi crítica exclusivamente al comportamiento de las dos principales fuerzas en relación al pacto de estado y no a su política en general. Pero no cabe duda, que no he acertado en mis planteamientos, ya que en tus respuestas me has venido mezclando una cosa con la otra y eso, embarulla más que aclara. Creo, pues, que lo mejor es ponerle punto y final con esta carta a todo lo relativo al pacto de estado y, pasar a otros asuntos, Nicolás, que como dijera nuestro admirado poeta Miguel Hernández en la herejía a su amigo Ramón Sijé, tenemos que hablar de muchas cosas. Hablando en términos generales, Nico, a mí no me han decepcionado nunca esas dos fuerzas políticas, por la sencilla razón de que siempre he esperado muy poco de ellas. Sin embargo, sí me han decepcionado en lo relativo al pacto de estado, porque la situación excepcionalmente difícil y dura por la que pasa nuestro país y sus gentes lo requería, y esperaba que en un una situción así, estuvieran a la altura de las circunstancias. Creía que ante dos crisis tan graves y de tan nefastas consecuencias, serían capaces de aparcar sus diferencias por un tiempo y hacer un pacto común, a fin de salir lo antes y lo mejor posible de la crisis, que es, por otra parte, lo que les demanda la mayoría de la ciudadanía; aunque superada la crisis, volvieran de nuevo a su exacerbado sectarismo y electoralismo y a tirarse los trastos a la cabeza como de costumbre. No en vano, en España coinciden dos crisis a la vez, la general y la del ladrillo, que están destruyendo empleo y arruinando pequeños negocios de un modo infinitamente más masivo y virulento que en cualquier otro país de Europa, cuyo escenario exigía un compromiso unitario de ambas fuerzas a poca responsabilidad y sentido de estado que tuvieran; algo que han hecho otros países, como Alemania, a pesar de tener un panorama muchísimo menos sombrío que el nuestro. No es por casualidad, que Zapatero y Rajoy tengan la credibilidad por los suelos, según las encuestas, ni tampoco lo es, que en la última del CIS, recién salida del horno, aparezca por primera vez, Durán i Lleida como el líder mejor valorado que, -¡oh casualidad!- ha sido el primero y el único en proponer en serio un pacto de estado. El PSOE y el PP, no sólo no han querido nunca un pacto de estado, sino que han huido de él en todo momento como quien huye de la peste, por más que fuera necesario y por más que lo demandara la ciudadanía, cosa de la que se ha dado cuenta todo el mundo, salvo la cohorte de irredentos e irreflexivos seguidores de ambas fuerzas. Tú, Nicolás, aunque no vivas el día a día de lo que acontece en nuestro país, también puedes entenderlo a poco que reflexiones sobre lo que dicen y hacen unos y otros. Si observas la línea argumental de Zapatero desde el inicio de la crisis hasta hoy, te darás cuenta que, aparte de pueril y falsa, era rotundamente contraria al pacto de estado. En una primera fase ha estado negando la existencia de la crisis y, lógicamente, si no había crisis, tampoco se necesitaba un pacto de estado para salir de algo que no existía. Más tarde, y ante la imposibilidad de seguir negando la evidencia, se ha tirado casi dos años seguidos repitiendo como un papagayo, que al trimestre siguiente empezaríamos a remontar y claro, si estaba tan cerca la salida, evidentemente, tampoco hacía falta pacto de estado. Y si te fijas en la otra fuerza y en su líder, Rajoy, te darás cuenta que se han convertido en los auténticos paladines del no a todo, pero sin propuestas alternativas. Te darás cuentas, que jamás ha salido de la boca de ninguno de sus dirigentes las palabras pacto de estado y que cuando a Durán i Lleida se le ocurrió proponerlo, se dedicaron a rechazarlo; primero a lo basto, diciendo que no y luego, cuando refinaron la táctica, diciendo que vale, pero poniendo como condición el que antes el PSOE rectifique su política y asuma la del PP. ¿Desde cuando un pacto se hace exigiendo a priori que una parte asuma la política de la otra? ¿Desde cuando un pacto de estado se hace poniendo la condición previa de que la fuerza que gobierna asuma por adelantado la política de la oposición? Los pactos -todos los pactos- consisten en sentarse en la mesa sin condicionamientos previos, con el espíritu de buscar aquello en lo que se pueda estar de acuerdo y de aparcar lo que no sea posible coincidir. Ninguno de los dos partidos ha pretendido nunca el pacto, Nicolás, ninguna de las dos fuerzas ha querido anteponer los intereses del país y de la ciudadanía de hacer un gran acuerdo para salir cuanto antes y lo mejor posible de la crisis a sus intereses electorales partidistas. Los socialistas, soñaron ilusamente con que la crisis durara poco y se lo jugaron todo a la carta de salir adelante por sí mismos y de ese modo, presentarse a la contienda electoral cómo los que fueron capaces de sacar a España de la crisis, a pesar del PP que no quiso arrimar el hombro y sólo se dedicó a criticar. Y el PP, por su parte, dejando sólo al PSOE y al gobierno deliberadamente, para que se estrellen ante una tarea que les viene grande y que no pueden resolver en solitario, a fin de recoger todos los frutos del desgaste y ganar las elecciones sin despeinarse y sin contraer mérito alguno. ¡Que irresponsabilidad más grande por ambas partes! ¡Qué poca altitud de miras! ¡Qué poco sentido de estado! ¡Qué asco! ¡Que decepción más grande, Nicolás!

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