jueves, 24 de febrero de 2011

El PSOE liquida su ideario socialdemócrata (II)

Si bien, Nicolás, la primera legislatura de Zapatero fue un fiel exponente de hasta donde llegar y qué límites ponerle al reformismo socialdemócrata en la etapa actual y en tiempos de bonanza, la segunda es un verdadero alarde de cómo liquidar a destajo lo que le quedaba al PSOE de este ideario.

En ambas legislaturas, Nico, los socialistas han servido fielmente al capitalismo en los aspectos esenciales del sistema, como vienen haciendo desde hace muchos años todos los partidos socialdemócratas y, por otra parte, han continuado restringiendo o eliminando derechos laborales anteriores tales como el abaratamiento del despido y la precariedad en el empleo.

No obstante, en la primera legislatura, hicieron a la par ciertas reformas a lo socialdemócrata, que significaron mejoras sociales y/o ampliación de los derechos civiles: subidas de las pensiones más bajas, ley de dependencia, ley contra la violencia de género y otras semejantes. Sin olvidar el hecho de la reforma realizada en la televisión y la radio pública, que ha convertido a estos medios en los principales instrumentos de pluralidad y objetividad informativa que tenemos en España, en contraste con el sesgo y el sectarismo con que nos cuentan las cosas desde los canales autonómicos y desde una buena parte de los medios privados.

Bastaron esas reformas, que se han dado en llamar reformas blandas por aquello de que no hurgan en la esencia del sistema establecido, para que Zapatero repitiera en la segunda legislatura con once millones de votos; es decir, los seis millones y pico que siempre votan PSOE, más otros cuatro millones largos prestados por gentes a la izquierda de este partido que, aunque fuera con desgana, optaron por votarlo. Seguro que la mayoría lo harían por aquello del voto útil, dado que socialistas y populares, en sólida alianza se dotaron de una ley electoral desde el inicio de la democracia, que castiga brutalmente a otras fuerzas estatales, cuyos votos tienen después en el parlamento un reflejo infinitamente menor que el que les corresponde por número de votos conseguido; pero este es otro tema, Nico, del que tendremos que hablar otro día. Lo cierto es, que el voto útil más de izquierdas, imprescindible para que Zapatero llegara a la Moncloa por segunda vez, no lo hubiera recibido el PSOE, sin las citadas reformas socialdemócratas

Pero llega la segunda legislatura y la crisis, y en vez de poner en práctica los socialistas su ideario e impulsar reformas socialdemócratas para intentar salir antes y mejor de ella, abdican radicalmente de sus ideas, las echan al cuarto trastero de la historia y abrazan sin recato ni rubor, con su Presidente a la cabeza, el recetario de medidas y recortes puro y duro de la derecha de siempre, haciendo recaer las consecuencias de la crisis, no sobre quienes la han generado, sino sobre los sectores más desfavorecidos, con lo cual, de paso, trasmiten a la sociedad un mensaje absolutamente descalificante de sí mismos y de sus ideas. Trasmiten el mensaje de que el PSOE lo más que puede hacer a favor de su ideario socialdemócrata, es poner en marcha alguna que otra reforma blanda si son tiempos de bonanza y ninguna en absoluto, si son tiempos difíciles.

Ante tal política, se ha quedado el PSOE con unas expectativas electorales, que no van más allá de sus seis millones y pico de voto fidelizado, pero han perdido, como no podía ser de otra manera, los cuatro millones largos de votos prestados por su izquierda que te acabo de comentar; mientras que el PP, por su parte, no aumenta su número de sufragios, pero los mantiene y con eso le basta. Por eso te he insistido en otras cartas, Nico, que el problema del PSOE si quiere ganar las elecciones, no es de cambio de personas, es de cambio de política, es de que apliquen la política socialdemócrata que dicen profesar.

Quizás te preguntes: ¿Pero era posible una política de reformas a lo socialdemócrata contra la crisis, que no recayera para nada en los sectores más humildes? Lo era, Nicolás, lo era. Lo era y lo sigue siendo. Intentaré demostrártelo en la siguiente carta.

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