lunes, 24 de febrero de 2014

Te informo, Nico, del proyecto Serranía Celtibérica


Pues sí, Nicolás, con mucho gusto te cuento lo que opino del proyecto de la Serranía Celtibérica.
Me dices, que has leído el proyecto que te envié y que la conclusión que sacas en síntesis es: que  define un territorio con un conjunto de rasgos celtibéricos históricos y culturales comunes, amén de otras semejanzas climatológicas y orográficas y, sobre todo, de tipo social: el azote de la despoblación y carencias básicas de infraestructuras, servicios y oportunidades de desarrollo en general. Dices, asimismo, que el proyecto está orientado a que se reconozca esta realidad en Bruselas y se pueda beneficiar todo el territorio de la Celtiberia de las ayudas europeas, pero que, a partir de ahí, te pierdes.
Pues mira, Nicolás, en esencia estoy de acuerdo con tu síntesis. Voy a ver si soy capaz de explicarte lo que no acabas de entender.
Para empezar, decirte -viene en el proyecto- que lo que se pretende es conseguir fondos europeos que beneficien a toda el área de la Celtiberia, basándose en razones de despoblación, ruralidad y alta montaña, fondos que son plurianuales y que en este caso sería para los que salieran en 2020.
Te describo, Nicolás, el proceso que se ha de llevar a cabo hasta conseguir las ayudas, que no está exento de obstáculos, sino que, a mi juicio, va tener algunos escollos difíciles de salvar. Difícil no quiere decir imposible, pero sí que habrá que ponerle empeño e inteligencia para culminar con éxito.
Lo primero, era hacer el proyecto, y ese paso ya lo ha dado  el equipo de D. Francisco Burillo, con ayuda económica de la Comunidad Autónoma de Aragón. El segundo paso es, entender, asumir y darle el mayor respaldo posible al proyecto desde las instituciones, organizaciones y movimientos sociales de diverso tipo. Y después, o la par, viene el tercer paso, que es el más difícil, porque las cinco Comunidades Autónomas  (CCAA)  que cuentan con territorio incluido dentro del ámbito de la Celtiberia, tienen que formar un consorcio, hacer suyo el proyecto y elevárselo al Gobierno de la Nación para que este, a su vez, -cuarto paso- lo acepte y le dé traslado a Bruselas. Y, finalmente, se necesita que Bruselas lo apruebe.
Te he puesto el escollo de las CCAA, como el más difícil, porque hasta ahora no se percibe que estén mostrando interés y, sin embargo, son el cauce legal obligatorio desde el cual hay que elevar la petición. El hecho de que las CCAA no muevan ficha, me  hace pensar que quizás no quieran apoyar el proyecto. A estos niveles, entra la política, o para ser exactos, el politiqueo y, en el caso de que el Gobierno de la Nación no fuera proclive a aceptar el proyecto, utilizaría a las CCAA de tapón, para evitarle al Ejecutivo ser el malo de la película. Por lo mismo, si las CCAA lo hacen suyo, podemos dar casi por hecho, que el Gobierno de la Nación también lo aprobará y lo trasladará y defenderá en Bruselas
Pero aun suponiendo que el proyecto llegue a Bruselas y se le de luz verde, quedaría todavía un último escollo por salvar, que tampoco será fácil, cual es, que las propias gentes del ámbito de la Celtiberia tengamos la voluntad, capacidad, solidaridad y altitud de miras suficientes, como para ponernos de acuerdo en un programa con un conjunto de medidas que sea equilibrado, concreto y de carácter  finalista, porque si las ayudas no vienen comprometidas y especificadas, no servirá para nada y los dineros se quedarán por arriba, tal y como ocurre ahora con el Fondo de Solidaridad Interterritorial que maneja la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha desde hace un cuarto de siglo y del que no ha visto un solo euro, por ejemplo, la Comarca de Molina.
En este último paso, será muy importante el papel que jueguen los movimientos sociales del ámbito, tanto porque son los más sensibles, receptivos y defensores de los problemas reales y no van a consentir, así como así, que los dineros no lleguen a su verdadero destino, como por el valor y la importancia que concede Bruselas a estos movimientos sociales. En este sentido, el posicionamiento público de las cuatro plataformas en Medinaceli (Soria Ya, Plataforma Sierra Norte  de Guadalajara, Teruel Existe, y La Otra Guadalajara) suponen un importantísimo primer paso en la buena dirección.
¿Y si se fracasa en el intento?
Es legítimo y coherente, Nicolás, que nos preguntemos lo siguiente: ¿Para qué habría valido todo esto, si se torcieran las cosas y no consiguiéramos la bendición de Bruselas o no lográramos ponernos de acuerdo en un programa de medidas finalistas? Mi opinión, es que no sería tiempo perdido y que serviría de mucho.
En primer lugar, habría servido para crear una gran corriente de opinión pública en España de esa realidad común, a la que venimos llamando en este blog desde hace tiempo la España Rural Interior, que coincide básicamente, en cuanto a territorio, con el ámbito celtibérico. El hecho de que durante todo este proceso acabe siendo conocido y visualizado el ámbito de la Serranía de la Celtiberia, su personalidad, su cuerpo de identidad cultural semejante, es ya muchísimo, pero es que, además, servirá también, para mostrar y divulgar la problemática común que padecemos: despoblación, carencias de servicios básicos, infraestructuras y falta absoluta de planes o propuestas integrales, para reactivar el territorio.
Con esa toma de conciencia, que se irá creando durante este proceso, será mucho más fácil extender la idea de crear plataformas ciudadanas en todo el ámbito celtibérico para luchar por nuestras necesidades comunes y eso, nos dará mayores posibilidades de unidad y de fuerza para el logro esencial de reactivar un territorio tan necesitado de cambiar la tendencia de declive en la que se halla.
Con independencia del éxito o no, de conseguir ayudas europeas, esa conciencia, esas plataformas ciudadanas y esa unidad, las vamos a necesitar de todos modos, para forzar al gobierno central y a los gobiernos autonómicos del ámbito Celtiberia a que atiendan de una vez por todas, las necesidades perentorias que precisa toda la España Rural Interior, es decir, el ámbito celtibérico, y que se pueden abordar y resolver poniendo en marcha la Ley Sostenible de Desarrollo del Medio Rural, que está aprobada desde el 2007, y guardada desde entonces en los cajones del gobierno  central y los autonómicos.
Una Ley, no lo olvidemos, que es de carácter finalista, que se pone en marcha desde los ámbitos comarcales y similares, que permite la participación de las organizaciones y movimientos sociales y que aboga por la necesidad de impulsar un conjunto de medidas transversales a modo de planes integrales desde las comarcas. Una Ley, digámoslo claro, que es absolutamente imprescindible tanto si conseguimos fondos europeos como si no y que tendremos que demandar su activación desde abajo a los gobiernos, para vencer su probada falta de voluntad política.
 

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