miércoles, 30 de julio de 2014

Celtiberia (III). Hoy, NIcolás, sobre las ayudas europeas.

Ya te demostraba en la anterior, Nicolás,  que las resistencias que tenemos que vencer  para que el proyecto Celtiberia pueda abrirse paso y recibir ayudas europeas, son las de los gobiernos de la Nación y de las CCAA con territorio en la Celtiberia. También te decía, que esa falta de interés permanente de los gobernantes por las áreas rurales más despobladas proviene de que somos pocos y no tenemos rentabilidad electoral para ellos, que es lo único que parece importarles.
No obstante, esos enroques tienen dos lados débiles que nos dan posibilidades de romperlos. Por un lado, la resistencia no es la misma cuando el dinero de las ayudas llega de Europa,   como es el caso, que cuando proviene de las arcas del estado de nuestro país. Y por otro, estamos hablando de las ayudas  estructurales europeas para 2020-2026, lo cual, nos da un margen de tiempo a la ciudadanía para mover nuestras fichas; esto es, para organizarnos desde la base y cambiar la correlación de fuerzas, que es la manera más segura de forzar la ruptura del enroque.
Ayudas europeas 2020-2026 y sucesivas para la Celtiberia

Empiezo por poner las miras en el horizonte de las ayudas  de los fondos estructurales habituales  europeos y, en concreto, en los de nomenclatura Nuts 2, que es el caso del Proyecto Celtiberia, y que si logramos que Bruselas lo reconozca, a partir de ese momento estaríamos en condiciones en toda la Celtiberia,  nada más y nada menos, que de poder acceder de forma permanente a las ayudas plurianuales de la Unión Europea por razones de ruralidad, despoblación y montaña. Estos fondos para el 2014-2020 ya están asignados, de ahí que tengamos que centrar todos los esfuerzos en hacer lo necesario para llegar a tiempo a los del 2020-2026.

Para que Bruselas reconozca el proyecto Celtiberia, lo primero que se requiere, es que lo asuman los gobiernos de las CCAA implicadas y el gobierno de la Nación y éste lo traslade a Bruselas. Las tres grandes ventajas que obtendremos con ese reconocimiento, serán las siguientes:
1) Que el enganche a esas ayudas no sería de un modo coyuntural, sino permanente, siempre y cuando, claro está, que hayamos hecho bien los deberes del plan anterior y presentemos una nueva y buena propuesta de medidas -siempre finalistas- para el plan siguiente.
2) Que las propuestas de esas medidas han de hacerse obligatoriamente desde abajo,  porque así lo exige Bruselas con buen criterio, a fin de cerciorarse de que no sueltan alegremente un dinero público que es de todos, sino sólo tras comprobar que esas ayudas son deseadas y demandadas por la ciudadanía del ámbito al que afecta y que ésta se ha organizado desde sí misma para ponerlas en marcha y gestionarlas. Estas exigencias de Bruselas no son un problema para la ciudadanía de la Celtiberia, sino todo lo contrario, una garantía, pues sólo estando organizados desde abajo podemos tener la posibilidad real de hacer un programa de medidas finalistas propio y de gestionarlo para que el dinero llegue donde tiene que llegar, sin que nos ocurra como con el Fondo de Compensación Interterritorial, que no llega ni un solo euro a las áreas más deprimidas y despobladas, a pesar de que sea una partida destinada a atajar desequilibrios.
3) Que la necesidad y urgencia de  aprovechar  la ocasión para convertir  el proyecto Celtiberia en realidad y conseguir ayudas europeas permanentes, nos empuja a todos  a ponernos las pilas sin más dilación, si queremos coger a tiempo el tren 2020-2026. Cuando digo todos, me refiero a los sectores productivos, ayuntamientos, plataformas etc de cada comarca de la Celtiberia y a la fuerza social que movilizan, ya que estos son los ámbitos naturales desde los que todos podemos participar activamente.
Por otra parte, esta estructura organizativa de base, que construyamos a propósito del proyecto Celtiberia, la precisamos también  para la puesta en marcha de nuestra Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural, que como te dije en la anterior, se aplica desde los ámbitos comarcales o similares y exige la participación de los sectores productivos, municipales, plataformas, asociaciones etc, de dichas comarcas, con lo cual organizar la participación desde estos ámbitos de base, es prepararse no solo para un objetivo, sino para dos, con el único matiz, de que en el caso de las ayudas europeas, tendremos que elegir en todas las comarcas delegados que formen parte de la Asociación de Desarrollo de la Serranía Celtibérica, que es, por otra parte, requisito exigido por Bruselas, para que este organismo represente directamente a la gente  de todo el territorio y no se quede en una estructura que actúe al margen y por encima de la ciudadanía. 
En fin, Nicolás, el Proyecto Celtiberia surgió con la pretensión de conseguir los objetivos que hasta aquí te he expuesto y ese debe ser, a mi juicio, el norte que guie en todo momento el quehacer  de toda la Celtiberia, sin confundirlo con otra  ayuda nueva europea denominada Inversiones Territoriales Integradas (ITI) para 2014-2020  de la que te hablo a continuación y que no tiene absolutamente nada que ver con las provenientes de los fondos estructurales habituales, ni en el carácter de la ayudas, ni en la continuidad, ni en los fines, ni en los requisitos exigidos, ni en nada.
Inversiones Territoriales Integradas 2014-2020
Esta es una ayuda europea nueva que Bruselas ha sacado para esta plurianualidad  del 2014-2020, cuyo dinero ha sido ya concedido al gobierno de España y  éste tiene que destinarlo ahora a tres áreas territoriales distintas. En este caso, puede ser beneficiaria cualquier área rural, urbana o mixta, sin otro requisito, que el genérico de justificar la necesidad social de la inversión, lo cual les da al gobierno manga ancha para destinarlo donde quiera y como quiera. Y digo como quiera, porque tanto dicho Gobierno, como los autonómicos del ámbito donde vaya destinada la ayuda, pueden decidirlo y organizarlo todo desde arriba, desde ellos mismos, si así lo desean; es decir, crear el organismo que ponga en marcha estas ayudas, decidir el destino concreto del dinero y gestionarlo, a diferencia de los fondos estructurales habituales, que es una condición sine qua non proponerlos, dirigirlos y gestionarlos desde abajo, desde las organizaciones sectoriales, municipales y sociales de la ciudadanía.
La solicitud para que el ámbito Celtiberia sea una de las tres áreas beneficiarias de estas ayudas ITI 2014-2020 ya se la ha hecho formalmente el Sr Burillo, Director del Proyecto Celtiberia, al ministro de Hacienda, Sr Montoro. En el caso de que la respuesta sea  favorable -ojala- quedará por ver, no obstante, si van a ser ayudas finalistas claras y concretas que desciendan  a la base social o genéricas y sin especificar que vayan a parar a los grandes empresarios, como hacen con los Fondos de Compensación Interterritorial y, asimismo, si  el organismo para impulsarlas lo van a formar los referidos gobiernos directamente o si será otro organismo de apariencia independiente y democrática pero hecho desde arriba y, por lo mismo, más fácil de condicionar y tutelar desde el poder.
Lo que no podrá ser ese organismo, lamentablemente, es un ente impulsado y organizado  realmente desde la base,  por la sencilla razón, de que nos ha cogido en unos momentos, en que la conciencia social y el grado de organización requerido al respecto son, por ahora, insuficientes y esa realidad no se puede cambiar con apretar un botón, ni mandando post por las redes sociales, como podría pensar cualquiera que no se las haya visto más gordas en asuntos de concienciación, organización, participación y movilización ciudadana. Crear organismos así, requiere tiempo, perseverancia y trabajar muy duro.
Pero sea como fuere, lo primero es que concedan la ayuda y, en función de cómo se concrete la puesta en marcha de la misma, ir tomando las decisiones que consideremos más adecuadas, para que el dinero baje hasta abajo y vaya directamente encaminado a reactivar la Celtiberia e incrementar su población y no a llenarles más los bolsillos a los de arriba.
Las diputaciones, NO
Las diputaciones son instituciones que generan duplicad de funciones en cada provincia con las CCAA y, por lo mismo, absolutamente innecesarias y que hay que disolver cuanto antes; aunque solo sea por lo vergonzoso que resulta el contraste de mantener estas reliquias decimonónicas con el pastón que cuestan cada año (diputados, asesores y más asesores, coches oficiales, gastos de mantenimiento en general…), mientras que en frente tenemos unas cifras de paro y de pobreza auténticamente escandalosas. Esta idea de disolución se ha instalado ya con fuerza en la conciencia de la sociedad y en el programa de la mayoría de los partidos. De hecho, los llamados  padres de la Constitución ya se plantearon disolverlas entonces, aunque al final predominó la idea de mantenerlas temporalmente hasta que se constituyeran las CCAA, para no producir vacío entretanto,  pero lo cierto es que todavía siguen sin disolverse. Por otro lado, son las únicas instituciones que no son elegidas por sufragio universal, sino que sus diputados los nombran los partidos de entre sus concejales más dóciles y afines al aparato político.
Lo que te acabo de exponer, ya debería ser motivo suficiente para dejar las diputaciones a un lado y no meterlas en nada relacionado con la Celtiberia, siquiera sea por respeto y solidaridad con el sentir de gran parte de la ciudadanía y para no darles oxígeno ni lavarles la cara a unas instituciones ademocráticas e innecesarias que ya deberían estar disueltas.
Por otra parte, de cara a lo que nos trae, a conseguir  que Bruselas reconozca el proyecto Celtiberia y poner en marcha las ayudas, las diputaciones no pintan nada, porque no son ni chicha, ni limonada. No son chicha, porque quedan fuera de este juego al no tener ninguna facultad legal de decisión en relación al proyecto, que es competencia de los gobiernos autónomos y de la Nación. Y no son limonada, porque no son instituciones de base, sino organismos burocráticos por arriba, alejadísimos de la ciudadanía y de los lugares donde acontecen los problemas, cuya capacidad de incidencia en la gente es cero. Esa capacidad de incidencia o influencia municipal ante la ciudadanía la tienen sólo los ayuntamientos, que son los que realmente deben hablar y participar desde las comarcas.
El único favor que pueden hacer las diputaciones a estas alturas  es: liquidar sus cuentas y presentar una propuesta formal de disolución y otra de reubicación de sus empleados dentro de las distintas administraciones.
En la siguiente te hablaré de la importancia de crear plataformas en todas las comarcas tanto de cara al Proyecto Celtiberia, como para poner en marcha la ley de Desarrollo Sostenible del Medio rural. Hasta entonces, Nicolás.

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