martes, 20 de enero de 2015

Hoy, para finalizar: La corrupción delictiva de organiaciones criminales (y VII)


Con esta carta, Nicolás, pongo fin al rosario de misivas tendentes a demostrar que la corrupción en España es muchísimo más que las puertas giratorias.
He dejado para el final la que podríamos llamar, corrupción con mayúsculas. La que se considera delito en el código penal y está en el debate público todos los días, la que se viene practicando continuadamente a través de organizaciones criminales  surgidas desde las cúpulas de  los partidos  desde hace más de treinta años. La que arrancó con los casos Nasairo, Filesa y los fondos reservados y  sigue ahora con los casos Gürtel, Bárcenas, financiación en B del PP,  Eres de Andalucía, tramas valencianas, Puyol y 3% en Cataluña, Nos, Púnica, etc. La denominación de organizaciones criminales no me la invento yo, es como lo define el Código Penal en el artículo 570.

Te comento, Nico, en primer lugar la corrupción relacionada con la financiación ilegal de los partidos, porque es, a mi juicio, la más denigrante y letal de todas cuantas vienen dándose, ya que no es imaginable la puesta en marcha de una operación así, sino es con el acuerdo de  la Ejecutiva política del partido de que se trate o, como mínimo, del núcleo duro de las mismas. Es absolutamente imposible, a mi juicio, ingresar y hacer circular a mansalva millonadas de dinero  por las redes del partido por encima de sus presupuestos, sin que las cúpulas de los partidos se enteren de que es dinero robado; de ahí que sólo quepa deducir, que los dirigentes lo saben, lo aprueban y se confabulan para que no trascendiera.
 Estos robos se suelen decidir pringando al mínimo posible de dirigentes y haciendo un cortafuego entre ellos y el resto para que, en caso de ser cazados, las llamas no les alcancen a los miembros de las Ejecutivas, ni a éstas como tales. Y como los que se ponen al frente del robo, arriesgan mucho más que nadie y son los que se tienen que comer el marrón en caso de ser descubiertos, los demás que están en el ajo se comprometen, a cambio, a no delatarlos, a defender públicamente su  honorabilidad y a tutelar y presionar a la justicia, para que las cosas tengan el menor alcance posible. Legalmente este modus operandi, es de bajo coste, porque ya se han cuidado muy mucho los dirigentes políticos de que en el código penal, no se contemple ningún tipo de delito para los cómplices; ni siquiera para sus máximos dirigentes (Secretarios Generales, Presidentes y Secretarios de Organización), sin cuyo consentimiento son inimaginables estos robos. Su materialización concreta se realiza dotándose de una falsa cobertura legal con empresas y personas de paja adonde se desvía el dinero robado que, finalmente, va a parar al partido.
 Que gentes de la dirección de un partido puedan ser capaces de ponerse de acuerdo para robar del dinero público de todos, es tan denigrante, inmoral y repugnante, que por más que sepamos que ha sido cierto, es como si no nos lo acabáramos de creer. Las consecuencias, sin duda, acabarán siendo letales para las cúpulas de estos partidos, pero también hacen un daño muy grande a las instituciones desde las que han pertrechado los robos y, por extensión, para el sistema democrático en su conjunto.
 ¿Quién va a creer en estos dirigentes después de tanto latrotinio? ¿Cómo van a ser espejo y ejemplo de decencia esas cúpulas políticas y esas instituciones, si son precisamente ellas las que han introducido desde el arriba el robo al por mayor? ¿Qué regeneración les cabe a estos altos organismos sumidos en la delincuencia?  Guste o no guste,  a todos estos partidos que se han financiado ilegalmente robando dinero público de los ciudadanos, solo les queda hacer una catarsis si no quieren acabar desapareciendo, limpiándose radicalmente de todos los cargos que han participado en estos organismos dirigentes que han delinquido y han amparado el robo. De no hacerlo, les acabará ocurriendo como antaño a la Democracia Cristiana y al Partido Socialistas en Italia, que fueron barridos par siempre de la escena política.
 Y claro, como dice el refrán: ¿Si el alcalde corta pinos, que no harán los demás de vecinos? Y así ha sucedido que, aparte de las organizaciones criminales para financiar ilegalmente a los partidos, han ido surgiendo, “siguiendo el ejemplo,” otras tramas de ladrones creadas por cargos relevantes de las altas instituciones y de las cúpulas políticas, que se han ido montando sus propias redes y mangando ingentes cantidades de dinero público o por tratos de favor  y sobornos, cuyas perras han ido a parar en unos casos directamente a sus bolsillos y en otros lo han hecho con una fórmula mixta; una parte para su bolsillo y otra para el partido.  Estas tramas han venido actuado con absoluta impunidad, en primer lugar, porque las Ejecutivas políticas, que eran quienes más sabían o podían sospechar de sus andadas y las llamadas a cortar por lo sano, no podían actuar contra ellos al estar también pringados en la financiación ilegal de sus partidos y les podía salir el tiro por la culata si alguien tiraba de la manta y, en segundo lugar, porque estos escándalos no estaban teniendo consecuencias electorales, ya que la sociedad también hemos tenido una parte de culpa durante demasiados años al darles masivamente el voto a partidos  plagados de ladrones y cómplices en sus élites dirigentes.
Llegados a este punto, hay que decir dos cosas de las militancias de estas fuerzas políticas, una mala y otra buena. La mala, que si la ciudadanía en general somos corresponsables del estado de corrupción que padecemos al votar a los partidos que la han estado instalando desde arriba, ellos todavía tienen una corresponsabilidad mayor, al haber sido activistas, además de votantes, en los comicios generales y autonómicos. Y la buena, ante la que me quito el sombrero, es que a ellos les debemos, que la corrupción no se haya instalado en la base a pesar de los vientos extraordinariamente favorables que soplaban para delinquir desde los ayuntamientos. Bastaba con seguir el “ejemplo” de sus dirigentes. Y aunque gobernar los municipios con decencia no sea un mérito, sino un deber, en las circunstancias que han venido aconteciendo, sí que tiene un gran valor, porque han pasado con nota la prueba  y porque debería servir para que sus dirigentes implicados o cómplices sintieran vergüenza, si es que la tienen, y reconocieran que tras sus latrotinios no merecen ya el apoyo ni el voto de sus bases.
En fin, que la corrupción delictiva que se ha instalado desde arriba en las principales instituciones estatales, autonómicas, provinciales, en algunos grandes ayuntamientos y en varias ejecutivas de los partidos, ha adquirido un carácter inequívoco de corrupción institucionalizada  y conduce a una pérdida  total de credibilidad de los partidos políticos que la han practicado,  cuyo mal sólo se puede extirpar a estas alturas desde partidos nuevos, limpios, con voluntad de pasar la escoba y que tengan posibilidades de gobernar.
Recapitulando, Nicolás: Te he hablado del pacto entre el PP y el PSOE para tapar el escandalazo en viajes injustificados durante treinta y ocho años, que se deben esconder debajo de las alfombras de las cámaras; me he referido al soborno de los bancos a los partidos mediante el subterfugio de las condonaciones de sus préstamos; me extendí por las principales podredumbres y clientelismos que se han instalado en las instituciones, que hacen inviable gobernar desde las mismas con decencia y eficacia y que le usurpan indebidamente a las arcas públicas más de cinco mil millones de euros anuales, que bien vendrían para atender necesidades básicas; también  he tocado el tema de los injustificados entes paralelos clientelares. Y hoy te hablo de la corrupción ilegal impulsada por organizaciones criminales. Como ves, Nicolás, demasiadas corruptelas y demasiado graves, que nada tienen que ver con  las puertas giratorias, que es, prácticamente, el aspecto principal de la corrupción en el centra Podemos su crítica. Por eso, Nicolás, me inquieta muchísimo que no disponga este partido todavía un discurso bien articulado sobre todos los componentes legales e ilegales que  configuran la corrupción.
Y lo de menos es que me inquiete a mí, lo determinante es que la mayoría de la ciudadanía viene demandando desde el 15-M barrer todas estas corruptelas que te he desgranado en mis misivas. Y si Podemos no se apresura a articular un discurso con todo ello, y se conforma con seguir hablando de puertas giratorias,  perderá fuerza y muchos votos entre los miles y miles de personas que demandan que se aborde la corrupción en su conjunto y con claridad.

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