Como te prometí en la anterior, Nicolás, voy a explicar un poco más algunos porqués de mi crítica independiente, que no apolítica, ante las actuaciones de quienes gobiernan nuestro país.
Como es obvio, el partido que gana las elecciones es quien forma gobierno, lleva la batuta en el Parlamento y adquiere ante nosotros, los ciudadanos, el deber dirigir y gestionar los asuntos sociales, políticos, económicos, culturales, etc., que nos afectan. Por esto mismo, es a quien gobierna y no a la oposición a quien hay que atribuirle los méritos o deméritos de las políticas que se ponen en marcha y de aquellas otras, que siendo necesarias, no se emprenden.
Eso de que la oposición aún lo haría peor, como suele argüir el partido en el poder para justificarse, no libera a este partido de su propia y exclusiva responsabilidad, ni lo legitima para hacer las cosas mal, porque su compromiso no es ante los otros partidos, sino ante la ciudadanía, en nombre de la cual gobierna. Es pues, el partido gobernante el que merece el respeto y el elogio por las cosas que hace bien y al que le toca recibir la crítica ante lo que hace mal o no emprende.
Sólo cabe derivar la crítica a otros partidos en la acción de gobernar, cuando el partido en el poder pretenda impulsar una iniciativa parlamentaria que precise de una mayoría muy amplia de la Cámara para sacarla adelante y las otras fuerzas no se la dan, como puede ser, por ejemplo, ante una reforma de la constitución o para hacer un pacto de estado.
Mi pretensión desde que se abrió este blog, Nicolás, es que mis opiniones sobre la gobernanza fueran libres y lo más objetivas posible y para conseguirlo he de evitar a toda costa escribir influido de si benefician o perjudicar al partido gobernante o, de rebote, a cualquiera de las fuerzas que está en la oposición, pues cualquier crítica que se deja influir por esos prejuicios, es una crítica adocenada, sectaria, amañada y pesebrera y, en cualquier caso, ajena a la búsqueda de la verdad objetiva y a exigir las responsabilidades a quien las tiene contraídas ante la sociedad.
Mis críticas o mis elogios, si hubiera lugar, al analizar las políticas del gobierno responsabilizan siempre al que ha adquirido el deber público y democrático de realizarlas y tienen como punto de referencia lo beneficiosas, justas y necesarias que sean para los destinatarios a los que van dirigidas, es decir, a la población o el territorio al que afectan las acciones de que se trate. A quienes están en la oposición, puedo criticarlos o aplaudirlos por su posicionamiento, pero no hacerlos responsables de medidas que no han tomado ellos, si no los que gobiernan.
Obviamente, al opinar de las acciones de gobierno también tengo en cuenta otros elementos de juicio como, por ejemplo, el momento en que vivimos, pues no son ni pueden ser nunca iguales los planteamientos en una situación de crisis que en una de bonanza. Medias que podríamos calificar como buenas en tiempos tranquilos, serían nefastas si se toman en tiempos de crisis. Y viceversa, diagnósticos y políticas que son imprescindibles en tiempos de crisis están fuera de lugar en circunstancias apacibles.
Tampoco me da lo mismo, aunque no sea del PSOE ni sustente su ideología, que este partido impulse políticas socialdemócratas como las mejoras sociales de los sectores más desfavorecidos y la extensión de los derechos civiles que puso en marcha en la anterior legislatura, que verlo renunciar a su propio ideario socialdemócrata y tomar medidas puras y duras de derechas como ha hecho en el segundo mandato. Y tampoco me parece lo mismo ni parecido, un PSOE que se hubiera presentado a estas elecciones tras hacer una fuerte autocrítica por su política nítidamente de derechas ejercida estos últimos años y tomando medidas para cambiarla, que un PSOE acrítico que concurre a estos comicios, intentando justificar lo que ha hecho en los últimos años y encabezando el cartel, el Sr Rubalcaba, que es uno de los tres principales impulsores de esa fuerte derechización.
Por otra parte, nadie espere de este blog alineamiento alguno, con esas formas tan sectarias y demenciales de analizar la política, donde se tiene de antemano la postura preconcebida de silenciar lo poco o mucho que de bueno pueda hacer el adversario político y de magnificar todo lo que haga mal, donde lo que hacen los míos es absolutamente bueno, sin mezcla de mal alguno, y lo que hacen los otros es intrínsecamente malo, sin mezcla de bien alguno. Si una cosa, la que sea, está bien y es beneficiosa para la sociedad, este blog exteriorizará siempre su satisfacción, la haya efectuado el PSOE, el PP u otro partido.
Por último, no quiero ocultar, sino remarcar, que mis opiniones, como las de cualquiera, están influidas por mi propia forma de pensar y de ver la política que, hoy por hoy, son muy particulares en la medida que ando por libre, al no satisfacerme ninguna de las opciones existentes, pero que se inscriben en el contexto de lo que podríamos llamar a la izquierda de la socialdemocracia o por delante de la misma, por utilizar una denominación más moderna y objetiva.
En el ámbito de la política general y de la ideología, no me preocupan demasiado las contiendas entre PSOE y PP y sí muchísimo más, si los millones de personas que nos situamos en posiciones muchos más avanzadas que las del PSOE, vamos a ser capaces de construir una alternativa unitaria, abierta y de democracia real, con la perspectiva de gobernar algún día y, entre tanto, con la capacidad de influir en las principales decisiones del país, o si por el contrario, vamos a seguir dejándonos devorar por ese sectarismo imperante que, por ahora, nos impide construir nada serio.
Es cierto que quienes pensamos así, necesitamos arrancar una ley lectoral justa que plasme en número de diputados lo que a cada cual le corresponda por número de votos; pero eso por sí mismo de poco serviría, si no nos vamos liberando de esa asquerosa enfermedad del sectarismo que no sólo está arraigada en la militancia de las principales fuerzas políticas, sino también en quienes no militamos en esos partidos y alardeamos de tener ideas más avanzadas.
Termino por hoy, Nicolás, aclarando que me ha interesado muy poco la crítica al PP a nivel general. Las razones son obvias: Su ideología es tan de derechas, incluso en sus formas, que no precisa de desenmascaramiento alguno. Por otro lado, no gobiernan y, por tanto, no es a este partido a quien hay que hacerle la crítica por las acciones políticas llevadas a cabo por el Gobierno de la Nación. Cosa completamente distinta será a partir de que gane las elecciones, si las gana. Y, por último, soy absolutamente contrario a legitimar o parapetar las políticas malas que haya realizado el PSOE, bajo la burda excusa de que peor lo hubiera hecho el PP. Pues con PP o sin PP, con un PP mejor o con un PP peor, quien está gobernando el país durante los dos años que lleva abierto este blog es el PSOE y es este partido quien responde ante la ciudadanía y a quien corresponde hacerle la crítica por sus políticas, al menos hasta el 20 de noviembre.
Como percibirán mis buenos amigos de la cuerda socialista a los que me refiero en mi misiva anterior, desde este blog no puedo satisfacer sus deseos, porque la manera que yo tengo de analizar y criticar la acción del gobierno -que será la misma si gobierna el PP- no coincide con la suya. ¡qué le vamos a hacer!