sábado, 24 de octubre de 2009

Con los pies en el suelo. (II)

… positivo, con reafirmaciones, con la fuerza que inyecta el darte cuenta, que aquí sólo cabe el o , porque el no y el qué le vamos a hacer implica colaborar por inhibición en el proceso de despoblación y de dejar sin vida activa a nuestros pueblos; implica negarle el deber de auxilio para intentar invertir la tendencia a una comarca -la nuestra- que camina hacia el ocaso y, de paso, desairar las ilusiones de nuestros antepasados, sus sueños y proyectos, los que se traían entre manos tu padre y el mío cuando “trasnochaban”. ¿Te acuerdas qué cábalas se hacían, los pobres, para cuando nosotros fuéramos “grandes”? 

 A nadie se le ocurriría, Nico, dejar de pelear por recuperar la salud de un ser querido por muy remota que fuera la posibilidad de mejorar. Pues bien, en la misma posición deberíamos colocarnos ante el delicado estado de salud de nuestra tierra, todos los que decimos quererla. Y del mismo modo que en la lucha por intentar salvar al ser querido somos capaces de mantener la esperanza como norte y la tenacidad y paciencia como actitud vital; debemos serlo, en la larga y dura lucha de repoblar nuestra tierra, para recuperarle la salud hasta donde sea posible. 

Así pues, comprometerse con la causa de la comarca es, o debería ser, no resignarse ante el mal de su despoblación y a partir de ahí, engancharse con fuerza a todas las posibilidades que existan de que nuestra tierra salga adelante y transformarlas en esperanzas dignas por las que luchar; en contraposición a lo malparados que quedaríamos ante las nuevas generaciones, por dejar morir al enfermo, sin haber hecho todo lo posible por intentar salvarlo. Y, si tratando de evitarlo, el enfermo se nos llegara a quedar entre los brazos -que no lo creo- siempre podríamos ser admitidos por la historia con el respeto y la dignidad que merecen unas gentes, que pelearon por recuperar la tierra que querían mientras a ésta le estuvo latiendo el corazón.

Asumir esta causa y no otra cosa, es lo que debe darnos la firmeza necesaria, para que intereses particulares, electorales, partidistas u otros, no nos hagan desistir en el empeño de desarrollar tareas, que para la repoblación de esta tierra son del todo imprescindibles e irrenunciables; empezando por conseguir que la opinión pública conozca, para ponerla de nuestra parte, que en nuestra provincia hay dos realidades diametralmente opuestas: la de la capital y el Corredor del Henares, que crece y prospera al amparo de la expansión de Madrid y la del resto de la provincia, la que se queda sin gente y sin “interés electoral”, la marginada por las instituciones, la que configura las tres cuartas partes del territorio provincial, la que necesita con urgencia desarrollo y repoblación humana, la que exige de las instituciones un tratamiento jurídico especial de área deprimida y, en consecuencia, la inversión suficiente del fondo de solidaridad y de donde sea para acortar diferencias territoriales dentro de la región, la que tiene en su parte más alejada y olvidada una comarca, que precisa de todas estas atenciones con mas urgencia que nadie. 

Una comarca, la nuestra, que precisa como el aire que respira apostar por su desarrollo, por la comarcalización, por planes integrales de montes, de infraestructura, de servicios, de inversión pública y privada, de repoblación humana… y como herramienta para conseguirlo, de la unidad de nuestros pueblos a través de una organización comarcal fuerte. Para llegar ahí, me parece vital empezar a crear algo semejante a Teruel Existe, Soria Ya y Plataforma Ciudadana de Zamora, cuyos movimientos no nacieron a impulso de los partidos, ni por su deseo, pero que ahora se ven obligados a respetar y a asumir sus reivindicaciones contra la despoblación y la falta de infraestructuras. Bien es cierto, que en esos casos se trata de provincias y no de comarcas, pero como ejemplo de lo que quiero decirte me sirven.

La tarea, Nicolás, se presume difícil y nada corta y nos obligará a ser constantes; también pacientes cuando los resultados tarden en llegar y siempre muy flexibles para explorar las vías más adecuadas, ya que no debe ser nada fácil intentar una repoblación humana en el siglo veintiuno.

Por último, deberemos desprendernos por completo del sectarismo partidista y asirnos al consenso todo lo posible, encontrando un denominador común que facilite luchar todos juntos por nuestra tierra a pesar de la diversidad de ideas, de partidos y de grados de conciencia y compromiso. 

Hablando de constancia, Nico, me acuerdo ahora de lo embelesados que nos quedábamos los dos, cuando el maestro nos contaba aquello de que San Isidoro, un mal estudiante al principio, llegó a ser sabio y que todo empezó una vez en que viendo a un hombre sacar agua de un pozo, observó que la piedra del brocal se había desgastado con el roce constante de la soga, por lo que se dijo: Si la perseverancia del roce de la soga es capaz de desgastar la piedra, mi perseverancia en el estudio también será capaz de hacerme aprender muchas cosas. ¿Te acuerdas? Haríamos bien en tener en cuenta este ejemplo, porque no será sin perseverancia, como iremos logrando nuestros nobles anhelos. 

No todo son adversidades en la tarea de intentar repoblar la zona; también empiezan a vislumbrarse algunas cosas que invitan al optimismo, pero éstas ya irán saliendo en mis sucesivas cartas. En ésta sólo pretendía hacerte una fotografía panorámica de las adversidades objetivas y subjetivas que nos vamos a encontrar, porque me parecía que no tenías los pies en el suelo. A partir de ahora, carta a carta y tema a tema, te lo iré exponiendo todo con detenimiento, y me centraré mucho más en proponer soluciones, que en reiterar los problemas, porque ahí es donde reside el quid de la cuestión.

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