jueves, 21 de marzo de 2013

Una sola chispa, puede incendiar la pradera. Pero no siempre



No me sigas metiendo más presión, Nicolás, con tus mails, que a mí también me duele que no se haya generado ninguna “marea humana contra la corrupción” a pesar de lo que ha estado cayendo.
Me duele y me apena, que no se hayan hecho realidad los deseos de implicación y movilización ciudadana contra la corrupción que te expresé en la primera de las cinco misivas que he dedicado a este maloliente problema.
Pero ya ves, Nicolás, nada de nada. Ni se ha surgido ese vivero de propuestas que pensaba y deseaba, ni se han recogiendo firmas, ni se ha invadido Madrid con millones de personas, ni se han puesto en marcha otras propuestas. Y como no ha habido presión ciudadana, pues ha ocurrido lo previsto, que los partidos políticos se han

lunes, 4 de marzo de 2013

Medidas contra la corrupción (3).Reforma del sistema electoral y límite de los mandatos


Con esta carta, Nicolás, concluyo el trabajo que me pediste sobre la corrupción política. Como ya te dije en la anterior, hoy te voy a hablar del sistema electoral y de la duración del mandato de los cargos públicos y su relación con la corrupción.
La mayoría de los escándalos de corrupción política desde el inicio de la democracia, han tenido como indignos protagonistas a dirigentes de las fuerzas que configuran el bipartidismo en España. Estos mismos partidos son los que no han querido tomar nunca medidas anticorrupción para erradicarla y también los que, con un “espíritu unitario encomiable”, se confabularon para brindarse así mismos a través de un sistema electoral hecho a su medida, para garantizarse la alternancia en el poder y que la sociedad no pudiera quitarles su hegemonía por mal que gobernaran y por mucho repudio social que pudieran generar la corrupción.


Reforma del sistema electoral
Así, pues, para que la ciudadanía podamos tener la garantía de erradicar la lacra de la corrupción, no es suficiente con hacer propuestas y ni siquiera con que se aprueben en los parlamentos, si no que hemos de tener, además, la posibilidad real de, si queremos, poder pasar factura y castigar electoralmente a quienes consideremos responsables de que la política de nuestro país esté tan impregnada de latronicio que, pasar desde la hegemonía a la oposición o, incluso, desaparecer no es tampoco ningún drama. Eso ya le ocurrió antaño a la Democracia Cristiana y al Partido Socialista en Italia por causas similares a las de aquí, y no por eso se ha hundido el mundo, ni les ha faltado a los italianos el amanecer de ninguna mañana.