Hoy te hablo, Nicolás, de las plataformas ciudadanas en España, de esa bocanada de aire fresco, irrupción de brotes verdes -estos, sí- y amplio y digno despertar de la ciudadanía, que supone el surgimiento de los movimientos y plataformas en nuestro país, cuyo grado de aceptación entre la gente es de entre el 70 y el 80%; porcentaje similar al nivel de rechazo que generan los principales partidos políticos y sus líderes en estos momentos; todo ello según las encuestas. Son dos procesos tan espectaculares y tan opuestos, que hasta las ovejas se llevan las patas a la cabeza como decía un amigo de tu padre y el mío cuando quería llamar la atención sobre algo sorprendente. ¿Te acuerdas?
A tal extremo llegan las cosas, que el 57% de la ciudadanía prefiere que la democracia se organice desde las plataformas y no desde los partidos, según la encuesta del último Observatorio de la Cadena Ser. Te doy este dato, Nicolás, a los solos efectos de reflejar la excelente valoración ciudadana de las plataformas, pero me apresuro a manifestarte mi deseo, de que no caiga ninguna plataforma en la tentación de concurrir a las contiendas electorales, porque acabarían perdiendo su naturaleza y, a la par, el apoyo de la ciudadanía del que ahora gozan.
Quizás debería hacerte un listado del abundante y heterogéneo número de movimientos y plataformas ciudadanas que han surgido hasta la fecha y las características de cada una, pero me obligaría a hacer un relato muy largo. Así, pues, de momento, quédate con la idea de que han surgido desde colectivos sociales concretos afectados por problemas comunes y que están extendidas por todos ámbitos. A modo de ejemplo, te diré: que han aparecido en áreas comarcales que luchan contra la despoblación y las carencias de estas zonas rurales (La Otra Guadalajara, la Plataforma de la Sierra Norte de nuestra provincia...), en el nivel provincial reivindicando infraestructuras (Soria Ya, Teruel Existe…) y en el ámbito general, demandando soluciones concretas ante gravísimas injusticias o reivindicaciones generales (plataformas contra los desahucios o contra la estafa de las preferentes, plataformas en defensa de la educación y la sanidad, movimiento 15-M…)
Estos movimientos y plataformas surgen desde abajo, desde la propia gente corriente y moliente, desde las necesidades y reivindicaciones concretas en cada ámbito determinado, al margen de tendencias partidistas y de las instituciones generales, regionales y locales establecidas y como consecuencia de que, desde los mismas, no se ha sabido o no se ha querido dar soluciones a las reivindicaciones que los movimientos y plataformas sociales plantean, lo cual ha generado ciertas prácticas novedosas, que en su conjunto, suponen un cambio cualitativo d e la máxima relevancia. Te expongo, Nico, los que a mí me parecen más importantes:
1) Que su necesidad e irrupción pone en crisis de forma total y por primera vez, la teoría oficial que nos han venido vendiendo desde los poderes políticos y mediáticos, de que la democracia consiste en que los ciudadanos nos limitemos a elegir cada cuatro años a los candidatos para las instituciones generales, autonómicas y locales y que después ya se encargarán las mismas de solucionar los problemas que tengamos.
2) Un despertar tardío, pero muy activo de amplios sectores de la ciudadanía, que no solo complementan y enriquecen la democracia con su incorporación, sino que se están mostrando como el único medio real capaz de poner sobre el tapete y de movilizarse por las reivindicaciones básicas que necesita resolver la ciudadanía en cada ámbito determinado y que las instituciones no han sabido o no han querido abordar ni solucionar.
3) Dotarse de formatos absolutamente abiertos y sencillos de participación y de unidad apartidista, ya que la máxima participación y la máxima unidad posible alrededor de unas reivindicaciones comunes en un ámbito determinado es una condición imprescindible para poder luchar con posibilidades de éxito por el logro de las mismas. El concepto de apartidista que acuñó La Otra Guadalajara cuando se constituyó, expresa mejor que ningún otro término, el tipo de unidad del que se están dotando las plataformas; esto es, una unidad donde caben de forma natural, cómoda y apropiada todas las personas afectadas por una causa común, tengan el signo político que tengan o no tengan ninguno, que es el caso de la mayoría de la gente.
4) Las viejas asociaciones y organizaciones correas de transmisión de las fuerzas políticas y de otros poderes o cualquier otra plataforma nueva de signo partidista que se pretendiera crear, no sólo no reunirá nunca las condiciones para unir a la mayoría de las personas en ningún ámbito social concreto, si no que impedirá por completo que ello sea posible, ya que deja excluidas en la práctica a las personas que tiene otras adscripciones políticas distintas y a la inmensa mayoría de la gente que no tiene adscripción alguna que, como es obvio, no quieren ser tuteladas por tendencias partidista que no comparten. Así, pues, las plataformas existentes y las organizaciones partidistas correas de transmisión, son dos formas antagónicas y solo las primeras presentan el formato, que puede hacer posible la unidad.
Dirás, Nicolás, que la unidad apartidista es tan sencilla de entender y de asumir para cualquier persona que quiera luchar sanamente junto a otras por unas reivindicaciones comunes, que casi sobraba explicarla. Y, sin embargo, es dificilísima su consolidación, a tal extremo, que lleva tantos esfuerzos esta sola tarea en cualquier plataforma, que todos los demás quehaceres de la misma juntos. La razón no es otra, que a los partidos no les ha gustado nada su irrupción y hacen todo lo sibilinamente posible por ningunearlas, torpedearlas y desnaturalizarlas. Ya te lo contaré en otra carta, que los siete años y medio de existencia de La Otra Guadalajara ya nos han aportado abundantes datos en este sentido. También te hablaré en otro momento de las competencias por ley que, a mi juicio, deberían tener las plataformas para darles cauce y solución a las reivindicaciones que plantean.
Hola Jerónimo, de todo cuanto dices, me quedo con lo expuesto en el último párrafo. Los partidos políticos están educados para servir fielmente a la democracia burguesa, “tú me votas y yo te gobierno a mi manera”. Que nadie piense que esta última frase es gratuita o que no es así de simple, basta leer el último programa electoral del PP y echar un vistazo somero a la política que está llevando a cabo su gobierno. Ellos se escudan en decir que el pueblo les ha votado, pero no dicen que para ello usaron un programa electoral que no es otra cosa que una campaña publicitaria engañosa y fraudulenta, como lo están demostrando día a día, no solo incumpliendo su contenido sino aplicando medidas radicalmente opuestas a las prometidas. Otro ejemplo que quiero recordar es aquella promesa del “socialista” Felipe González prometiendo la creación de 800.000 puestos de trabajo en las elecciones que le llevó al gobierno; no solo no los creó, sino que el paro aumentó.
ResponderEliminar¿Podemos llamar a esto democracia?, los partidos sí la entienden así, pero, los ciudadanos que ven como se van mermando sus derechos más elementales y hasta constitucionales, y que tanta lucha les ha costado conseguir, ¿también creen que esta es la democracia por la que tanto se luchó?. Este es el verdadero motivo por el que los partidos temen a las plataformas ciudadanas.
Sin querer caer en dogmatismos, pienso que sin este principio, difícilmente se pueden crear estas plataformas apartidistas. Es fácil caer en la tentación de pensar que la solución pudiera estar en la apertura de un debate partiendo de las bases de los partidos de “izquierda”, principalmente PSOE, que concluyera con un cambio programático y la sustitución de los actuales líderes; no nos engañemos, esto solo serviría para que este partido recuperase parte de la confianza perdida y posiblemente recuperar el gobierno, pero nunca cambiaría el concepto básico que tienen sobre la democracia.
Con esto, solo he intentado abundar en el esclarecimiento del papel que juegan los partidos políticos y la diferencia con una verdadera democracia participativa, sobre la que tengo mi opinión y que esperaré para darla, a que Jerónimo escriba su próxima carta.
Saludos
Deberías dejar más claro por qué crees que las plataformas no son la alternativa a este podrido sistema de bipartidismo que tenemos.A mí me parecen muy bien las plataformas apartidistas como tú las llamas -¡ya era hora!- pero no creo que sirvan como alternativa de poder a esta banda de políticos corrompidos que nos vienen gobernando. Entre mis amigos, en cambo, hay varios que piensan que sí son la alternativa.
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