Un programa contra la despoblación, Nicolás, debe ser aquel, que aparte de mejorar sustancialmente la calidad de vida de quienes ya vivimos aquí y las perspectivas de futuro, sea capaz de responder positivamente a las preguntas que nos hacen las familias de vocación rural, que prefieren vivir en nuestros pueblos antes que en la ciudad, si se dan determinadas condiciones.
Por lo tanto, nada mejor que conocer cuales son esas demandas que los posibles nuevos pobladores nos hacen, para sentirnos seguros de acertar en el programa contra la despoblación. Yo al menos, lo tengo totalmente en cuenta y ello me sirve para sentirme muy convencido de las medidas que se precisan para un plan así, y para darme perfecta cuenta de que algunas actuaciones que nos presentan las instituciones, bajo la envoltura de medias contra la despoblación, no tienen que ver absolutamente nada con ello; verbigracia, los actuales planes de empleo, que voy a desenmascarar a fondo muy pronto.
La información que he ido obteniendo de fuentes cercanas a las tres asociaciones de la comarca que se dedican a la tarea de asentar nuevos pobladores en la zona (Cepaim, Abraza la Tierra y Guada-Acoge) y mis propias indagaciones directas con familias que se plantean seriamente la posibilidad de ser nuestros nuevos vecinos, ponen de manifiesto que todos desean cerciorarse de una serie de cosas -las mismas en todos los casos- antes de decidirse a dar el paso. Por ello, sólo estaremos hablando de un programa contra la despoblación, si este da respuesta a la demanda de los posibles nuevos moradores.
Lo primero que quieren saber estas gentes, como es lógico, es si el pueblo donde han de vivir dispone de una vivienda digna donde meterse y un trabajo para ganarse el pan. Estas son las dos prioridades básicas e imprescindibles, que debe garantizar cualquier municipio si quiere incrementar su población y no sólo para poder incorporar nuevas familias, sino también para evitar que se marchen las personas del propio lugar que, por lo que sea, no tengan vivienda o trabajo o ninguna de las dos cosas.
Pero ninguna de las familias interesadas de verdad en asentarse definitivamente en nuestros pueblos, se atreve a dar el paso, si tan sólo les garantizamos techo y trabajo. Eso es imprescindible, sí, pero no suficiente, pues todos preguntan, además, cómo están otra serie de cosas que ellos consideran, asimismo, necesarias.
Preguntan y muy a fondo, por las condiciones de escolaridad y de los servicios sanitarios. Se interesan por saber cual es la población cabecera donde pueden realizar sus gestiones cotidianas y qué condiciones de comunicación existen con ese lugar (carreteras y trasportes). Quieren conocer las líneas regulares de viajeros existentes y la comunicación con las mismas desde el pueblo donde han de vivir. Se cercioran bien de si hay o no hay cobertura para la telefonía móvil y banda ancha para navegar por Internet. Y, por supuesto, se preocupan por saber cómo afectan las adversidades climatológicas del invierno y con qué medios contamos para superarlas.
Lo dicho hasta aquí, créetelo Nicolás, lo demandan todas las familias, absolutamente todas, y eso nos indica sin el menor género de dudas, que estas son las necesidades mínimas que debemos resolver si queremos tener la posibilidad de fijar más población, ya que para ellos, el conjunto de las mismas deben estar resueltas, o al menos en vías de solución, antes de decidirse.
Hay otros aspectos por los que no se interesan todas las familias, pero sí, y muy vivamente, las que tienen ideas emprendedoras en la cabeza. Estas sondean a fondo si van a tener la posibilidad de establecerse por su cuenta, bien de llegada o bien más tarde. Se interesan mucho por conocer si hay algún sector productivo en el que se pueda montar algún pequeño negocio y preguntan principalmente por el turismo y por la viabilidad de las casas rurales. Les preocupa, asimismo, conocer si hay apoyo público para las iniciativas productivas privadas y en qué cuantía. Estas gentes, en realidad, demandan lo mismo que las anteriores y, además, que se den las condiciones necesarias para poder montar un pequeño negocio y establecerse por su cuenta.
Si observas, Nicolás, las necesidades que precisa resolver nuestra comarca para satisfacer la demanda de los nuevos pobladores son, en esencia, las mismas que las precisadas para tener mejor calidad de vida y más posibilidades de futuro quienes ya vivimos aquí. Es lo que te explicaba en la carta número cinco, sobre la despoblación.
Como ves y cómo ya te decía en mi misiva número cuatro sobre el tema, a las gentes de vocación rural suceptibles de vivir en nuestros pueblos, no sólo les basta con poder estar en contacto permanente con la naturaleza, que por supuesto, ni con un techo y un trabajo, sino que, además, quieren que estén resueltas, o al menos encarriladas, el resto de las necesidades que te refiero en esta carta.
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