sábado, 22 de mayo de 2010

Algunos apuntes sobre el evento de Tomelloso

Lo prometido es deuda, Nicolás. Te hablo del encuentro celebrado en Tomelloso el fin de semana pasado, si bien a título personal y no como delegado de La Otra Guadajara.

El manifiesto aprobado lo tienes en la página www.laotraguadalajara.net bajo el título Manifiesto de las Plataformas de la “España Olvidada". Léelo y así me ahorras comentarte su contenido. Sólo indicarte que los puntos seis y siete del manifiesto son los que hacen referencia a la problemática de las comarcas rurales de la España interior, entre las que se halla la nuestra de Molina.

El encuentro se desarrolló en un ambiente de gran madurez. En todo momento predominó el interés por encontrar puntos de coincidencia y de consenso. Si te fijas bien, verás que el texto no tiene un estilo determinado, sino que es el reflejo de las diversas propuestas que fuimos aportando unos y otros.

Existía mucho interés por parte de todos los asistentes en conocer las experiencias de todas las plataformas. Incluso las comidas y sobremesas se aprovecharon para ello. Al fin y al cabo, se trata de andaduras novedosas, sin precedentes en España, surgidas de forma propia en cada área geográfica, y existía cierta necesidad de conocer cómo funcionábamos en cada lugar y cómo nos las arreglábamos ante determinadas situaciones. Encontramos muchos puntos de coincidencia entre las plataformas: Movimientos abiertos, unitarios, apartidistas, reivindicaciones transversales, principalmente de infraestructuras y servicios, buena acogida y apoyo de la ciudadanía, muchas reticencias por parte de los principales partidos políticos y de las instituciones que controlan y tutelan etc. Todo casi calcado, a pesar de haber crecido cada movimiento a su aire.

El conjunto del debate nos ayudó también a darnos cuenta de todo lo que había de común y de diferente en nuestras propuestas.

A partir de la evidencia de los enormes desequilibrios y desventajas existentes en infraestructuras, servicios, desarrollo y oportunidades para las iniciativas privadas entre la España interior y el resto del territorio, en la que todos coincidimos y de constatar, asimismo, que ni antes, ni ahora con la democracia las fuerzas políticas y las instituciones no están haciendo nada por acortar esas diferencias, se pasó a profundizar más pormenorizamente en las problemáticas reales, que a mi juicio, se pueden agrupar en dos realidades paralelas y coexistentes, pero a la vez diferentes.

Por un lado, tenemos los grandes problemas de vertebración territorial, cuya solución exige la creación y/o modernización de redes terrestres de ferrocarriles y autovías principalmente, lo cual redundaría en beneficio directo de las ciudades y pueblos más habitados de la desatendida España interior, y mucho más aún, si esas actuaciones se complementan con otras reivindicaciones y proyectos de carácter universitario, hospitalario, instalación de empresas importantes, etc., que también llevan incluidas las plataformas en sus propuestas.

Por otro lado, nos encontramos conque dentro de esa España interior existe otra realidad específica y propia, la que configuran las comarcas rurales, entre ellas, la nuestra, cuyas necesidades son igualmente de infraestructuras, servicios y estímulos a las iniciativas productivas etc., pero que no siempre son las mismas que en las ciudades, sino mucho más básicas y que si no se solucionan con rapidez, será ya demasiado tarde para la tarea de fijar e incrementar población, que es el problema de fondo de todo el mundo rural de la España interior.

Nuestra provincia de Guadalajara es el mejor paradigma de que la vertebración de la nación y otras soluciones que demandan las capitales de provincias, hoy olvidadas, serían decisivas para esas poblaciones que las reivindican y las necesitan, pero no servirían, en cambio, para resolver a la par los problemas del mundo rural. Nuestra capital cuenta ya con todo lo que otras ciudades marginadas demandan y, sin embargo, ello no ha evitado la existencia de dos Guadalajaras antagónicas: la bien comunicada, que crece al amparo de la expansión de Madrid y la otra Guadalajara, la rural, la despoblada y olvidada, la que tiene comarcas como la nuestra de Molina con menos de dos habitantes por km2.

Sin embargo tengo que decirte, Nicolás, que he regresado del evento muy convencido de que no debemos crear barreras ni antagonismos entre unas y otras reivindicaciones de la España interior, aunque no sean las mismas siempre, sino hacerlas coexistir como se ha hecho en el manifiesto, a fin de poder ir uniendo a todas las plataformas existentes y que vayan surgiendo y crear un movimiento amplio, fuerte y capaz de luchar con eficacia desde la social civil para forzar a los partidos, a los gobiernos, a los parlamentos y al resto de las instituciones -incluidas las provinciales, comarcales y locales- a que dejen de echar la espalda a los problemas de fondo que necesitan resolver las gentes a las que representan -aunque muy mal por ahora- y se impliquen de una puñetera vez en solucionarlos.

No quiero acabar esta carta, Nico, sin agradecer la extraordinaria hospitalidad y atenciones de los compañeros y compañeras de Tomelloso que han tenido en todo momento con los asistentes al evento. Creedme, sois muy buena gente.

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