Hay que ser
muy incondicional, Nicolás, de los que están desmantelando esta Comarca o muy aficionados
a hablar al tuntún, para andar comentando por ahí que el
parador debería hacerse en el establecimiento de la Subalterna de Molina.
Te hablo,
Nico, de un edificio antiguo con quince habitaciones, un excelente comedor y
dos pequeños salones con capacidad para reunir unas veinticinco personas en
cada uno. Y eso es todo. Por otra parte,
este establecimiento ya lo ha adjudicado el ayuntamiento de Molina varias veces
y los resultados han sido siempre los mismos: fracaso y cierre; fracaso de algunos adjudicatarios que dejaban mucho que desear, pero imposibilidad
de sacarlo adelante, igualmente, en el caso de otras personas que entraron con
ganas, eran competentes y tenían experiencia.
¿Crees,
Nicolás, que se puede sustentar sin hacer el ridículo, que un establecimiento como
el que te describo, que ni siquiera se puede sacar a flote como casa rural, puede
convertirse en un parador que sea el motor de dinamización de la comarca de Molina, que es lo que se pretende
conseguir con el parador que se construya?
Es cierto
que entre los sustentadores de esta sandez los hay de buena fe, de esos que
hablan al tuntún, sin pararse a pensar lo que están diciendo, aunque sea una
necedad, pero también lo es, y esto es lo grave, que es la conclusión lógica a
la que se puede llegar si, por seguidismo partidista o por las razones que sean, se entra
en la dinámica de dar pábulo a las infumables falacias oficiosas que nos vienen contando de
hacer un “parador adaptado a las circunstancias”, que creo haber ayudado
a desenmascarar en mi artículo de la Nueva Alcarria del día veintiocho. Quienes
se dejan arrastrar por la cantinela de hacer un proyecto más reducido y mutilado,
no tiene nada de ilógico que acaben diciéndose: Ah, ¿parador modesto? pues entonces, ¿por qué no en la Subalterna que,
además, ya está hecho y no hay que gastar dinero?
Por ejemplo,
la Subalterna le serviría a la alter ego de
la de la Presidenta de Castilla La Mancha, Ana Guarinos, que se puso a defender
el nuevo proyecto ante los periodistas y al preguntarle estos, que si lo conocía,
dijo que no, pero que le daba igual, que ella apoyaba el proyecto que
presentaran, porque lo importante es que haya un parador, sea el que sea. A alguien
así, que acepta de antemano cualquier proyecto, con independencia de los
recortes que lleve, no solo le serviría la Subalterna, sino cualquier granja
porcina acondicionada. Me dirás, Nicolás, que parece exagerado lo que digo,
pero no me negarás que cabe dentro del discurso oficioso que están divulgando
Te cuento para acabar mi carta, algo muy relevante que a mí me impactó mucho cuando me enteré y que viene a cuento con el tema de la subalterna que
nos ocupa:
Un inteligente y emprendedor empresario gallego del sector turístico,
Javier Goyanes, se dejó caer por aquí años atrás para ver si se podía hacer
negocio con la Subalterna, y con sólo
echarle un vistazo dedujo al instante que no quería este establecimiento ni
aunque se lo regalaran. Sin embargo se interesó mucho en saber si podría
hacerse con alguno o algunos de los edificios colindantes para agregarlos al de
la subalterna y disponer de espacio suficiente
para poder contar con unas prestaciones de
calidad y que lo pudieran hacer rentable, en el caso de que, además, se diera
otra condición que, el Sr Goyanes, consideraba absolutamente imprescindible
para seguir adelante: que se hiciera el Parador de Molina y con
el proyecto que tenía, que estudió al detalle y lo consideraba muy apropiado para atraer clientes y ser
competitivo y rentable, dadas las buenas prestaciones que ofrecía.
Tal era la opinión
negativa que le merecía la Subalterna por sí sola a este cualificado empresario,
tales eran los criterios de ampliación de este establecimiento que consideraba necesarios para mejorar sustancialmente la capacidad,
calidad y dotación de prestaciones complementarias a las del parador y tal era,
sobre todo, la excepcional importancia que concedía a la construcción del
parador. Tenía clarísimo, el Sr Goyanes, que el parador sería el reclamo o marca turística esencial que
pondría definitivamente a la comarca en el mapa turístico y que de ello se
beneficiaría no sólo el parador, si no todo el sector turístico de la zona y
también estaba convencido de que las actividades del parador, sobre todo las
relacionadas con los eventos importantes, le aportarían clientela a su establecimiento
y más aún, si sabía entenderse y colaborar con el parador para impulsar mutuamente actividades rentables para ambas partes.
Como verás, Nicolás,
este ilustre y exitoso empresario, coincidía en lo esencial con La Otra
Guadalajara. A saber, que la subalterna por sí sola no sirve para nada, que un
parador cualquiera tampoco sirve, porque no puede ser competitivo, pero que un
parador como el del proyecto actual es una garantía para atraer a los clientes
y salir adelante y que ello es básico para relanzar y reactivar a todo el
sector turístico.
Nada tiene
de extraña esta convergencia, pues al fin y al cabo, se trata de un empresario con ideas, que
profundizó en el proyecto porque se jugaba su dinero y de una Plataforma que está
empeñada en que el parador que se haga, sirva realmente para reactivar la comarca.
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