jueves, 24 de agosto de 2017

Qué sorpresa más grande me he llevado de las familias de Adobes, Nicolás


¡Qué alegría y qué sorpresa más grande me he llevado, Nicolás! Te voy a contar el hecho excepcional que me la produce; aunque tú, desde la distancia, no sé si podrás sentirla con la misma intensidad. Espero que sí

El hecho ha acontecido en tu pueblo y el mío, Adobes, estos dos últimos años. Y el proceso continúa, ya imparable.

La verdad que si te lo contara en forma de cuento de hadas quedaría  más bonito literariamente hablando, pero correría el riesgo, de que algún lector del blog no me creyera y quiero que me crean todos.

Por causas de fuerza mayor, tú lo sabes, llevaba dos años sin venir al pueblo, que es justo en el tiempo que se ha gestado la sorpresa, cuya alegría en lo social, es la más grande que me he llevado en mi vida. Sigue leyendo hasta que encuentres la sorpresa


Por  favor, lectores del blog, no me toméis por chauvinista, porque os juro que no lo soy.  Todo lo contrario, la gran despoblación existente y la necesidad de combatirla nos exige, a todas las gentes que tenemos raíces en los pueblos, que nos dejemos de chauvinismos, nos tendamos la mano,  creemos un clima de fraternidad y solidaridad y, hombro con hombro, luchemos juntos todos y todas por reactivar nuestros pueblos y recuperar población, que nuestros municipios no son la banca, y nadie va a venir a rescatarlos. Hemos de hacerlo nosotros mismos juntando esfuerzos, más allá de ideologías y por encima de ellas.

El lema de mis perfiles “me gusta ser de pueblo” sin concretar cual, es una forma más de expresar mi postura en estos momentos

Dejadme, amigos lectores, hacer un levísimo recorrido por la historia reciente de Adobes y después os cuento lo que al menos para mí es una monumental sorpresa

Adobes caminaba a pasos acelerados hacia el ocaso, tenía una gran cantidad de casas y pajares hundidos o amenazando ruina y estaba a punto de sepultar su historia para siempre bajo los escombros, como por desgracia ya les ha ocurrido a otros pueblos de la Comarca de Molina.

Quizás por su estado agónico, por sus gentes que no querían dejarlo morir o yo que me sé, pero lo cierto es que hubo un basta ya colectivo, allá por el ochenta y algo y sus sucesivas corporaciones con sus alcaldes y alcaldesas al frente, su asociación de amigos apoyando en lo que podía y un permanente apoyo desinteresado de la gente aportando su trabajo voluntario, superior a las llamadas zofras de antaño; todo ello armonizado, hizo posible darle la vuelta radical al pueblo,  bajo el criterio de reconstruirlo respetando lo más posible sus tonos y rasgos rústicos.

Aquí un muro con una barandilla y sus pilotes, allá otro, allá otro… Aquí una jardinera  y allí,  allí… y allí... Aquí una escalera de piedra, allá otra y otra y otra. Aquí una plazuela o rincón coqueto, allá otra... Allí, y por todas partes, árboles y enlosados de piedra y con figuras de bolos para romper la monotonía de tanta losa. Y qué se yo, Nicolas. 

Y desde hace unos años muy bien cuidado y limpio; tanto, que como yo suelo decir en tono de broma: Al salir de casa debemos quitarnos el calzado que llevamos y ponernos otro, no sea que cualquier pequeña suciedad o mancha que pudiera haber dentro de la casa la saquemos afuera y manchemos la calle

Pero… pero… pero…, no veas, Nicolás, qué PERO más grande recuperar todo que era de procedencia municipal y dominio público con esmero y toda la rusticidad posible y no conseguir el empaque rústico que se prendía.

 ¿Y sabes por qué, Nico? Pues porque al exterior de las viviendas le sobraban  las pinturas en disonancia con los tonos propios la arquitectura de la tierra, le sobraban las chapas blanquecinas de aluminio en puertas balcones y ventanas, los canalones de uralita, etc. las gentes habían arreglado decorosamente las casas por dentro, mientras que el exterior de cada una de ellas, estaba como se le había ocurrido a cada cual.

A los vecinos, Nico, no podía pedirles nada el ayuntamiento, porque reconstruir ventanas, balcones, puertas aleros, levantar las pinturas y recuperar la piedra vista… costaba un ojo de la cara y, además, no era para ellos ninguna necesidad, porque por dentro las casas estaban bien. Y el ayuntamiento, por su parte, tampoco podía cooperar con una ayuda, porque no tenía dinero ni para empezar. Ni tampoco hacer una ordenanza  que obligara a los propietarios de las viviendas a hacer una reforma que conllevaba un gasto así.

Total, Nico, que las buenas gentes de Adobes se quedaban sin su ilusión de tener un pueblecito bonito y con empaque rústico. El ayuntamiento, en la parte que le tocaba ha venido haciendo todo con esas miras de entorno rústico, pero  su quehacer quedaba empequeñecido y desdicho por los exteriores de las viviendas, así que no quedaba otra que aceptar esa realidad y asumir que ese sueño de tener ese pueblecito deseado no se podía cumplir y quedaba todo en una especie de sabor agridulce.

Antes de seguir leyendo, Nicolás, cierra los ojos, concéntrate y mira a ver si eres capaz de adivinar la sorpresa.

Pues, pasó algo sin precedentes, creo. Pasó, Nico,  que un amplio núcleo de familias a pesar de la crisis del país, ha tirado por la calle del medio y se ha puesto a rehabilitar el exterior de sus viviendas en plan rústico  para armonizar con la obra municipal y darle empaque al pueblo, gastándose un dineral y sin una ordenanza especial que les obligara a ello con carácter retroactivo. Y no sólo eso, sino que otras tantas familias andan a la espera de que acaben los albañiles para hacer lo mismo. En definitiva, han abierto un proceso de rusticidad acelerado e imparable. Y todo ello, sin necesidad y a pesar de lo menguadas que deben de andar las cuentas corrientes por la crisis.

Es todo tal y como te lo cuento, amigo Nico. Y nadie podía imaginar ni en los mejores sueños, que el buen hacer de las distintas corporaciones y alcaldías haya acabado teniendo un efecto contagio tan hermoso y excepcional. Y, si bien es cierto, que no cabe minimizar el empeño municipal, no lo es menos, que el verdadero mérito, la verdadera felicitación y el verdadero parabien, lo merecen infinitamente más que nadie, tantas familias que sin  necesidad y sin que nadie les obligara se han gastado un buen dinero de su propio bolsillo, para que al fin podamos tener un pueblo con el entorno y el empaque que todos soñábamos.

La alegría tan grande que me he llevado de ver hasta dónde pueden llegar unas familias por  el bien de su pueblo, quedará grabada para siempre en mi memoria y en mi corazón. Estas familias merecen más que nadie, que se les diga con mayúsculas FELICIDADES, por esta página de la historia de Adobes tan hermosa, excepcional y altruista que están escribiendo, y no precisamente gratis





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