Vi el debate en la Sexta y sigo sin explicarme cómo pudo
ser posible que Domenech no pusiera en evidencia a Iceta, sobre con quien
pensaba pactar para poder gobernar de forma transversal, si excluía a todos los
independentistas.
Podemos sigue sin entender que unas elecciones son una
batalla. Incruenta, pero una batalla donde los viejos partidos, desgraciadamente, llevan las de ganar, ya que de tanto practicar la mentira y la tergiversación, se han convertido en auténticos expertos de estas malas artes.
Por eso Iceta nos cuenta la falacia de su política
trasversal para superar los bloques, a la vez que dice que con ERC no lo hará. Y
lo dice sin ruborizarse, por la jeta. ¿Cómo va lograr entonces esa mayoría?
Forzar una y otra vez a Iceta a que descubra sus
intenciones de Pacto, máxime compitiendo en un mismo ámbito de electores que
Los Comunes, era un deber de Domenech. Esta política creo que se da en primero de la
ESO. Seguir leyendo
La milonga de Iceta sólo puede obedecer a dos razones,
mejor dicho, a dos timos:
O es un brindis al sol, y por lo tanto un timo al
electorado. O es una propuesta a la espera de que las otras dos fuerzas del 155
le den la presidencia, que igualmente sería un timo por ocultación y porque su
política seguiría siendo del bloque del 155 y no trasversal. Ambos hechos son
facilísimos de desenmascarar, incluso ante los electores que apenas siguen la
política; pero Xavi Domenech, incomprensiblemente,
no puso a Iceta entre la espada y la pared y este audaz malabarista -y no sólo
bailarín- salió de rositas del debate.
Supongamos que ocurre lo que parece bastante probable: Que Iceta quiera
ser el Presidente del 155 y pretenda negociar con Los Comunes para que se
abstengan y con esa jugada dejar sin opciones a Arrimadas. ¿Qué pasaría en ese
caso?
Pues pasaría, que Los Comunes caerían en la más absoluta
indignidad política si se abstienen y pagarían también un precio, si votan, No;
porque el PSC saldría con la consabida cantinela de que Cataluña no tienen un
Presidente de “izquierdas” porque Los Comunes no han querido votar a Iceta.
Digo consabida cantinela, porque ya la utilizaron cuando la fallida investidura
de P. Sánchez, cuyas sucias acusaciones las confesó el propio Pedro Sánchez en
su entrevista con Jordi Évole.
Por eso, en varios artículos de mi blog, en el anterior y también
en este insisto, que la gente debe ir alertada a las urnas y que Los Comunes no
tengan que pagar un precio si votan No a un pacto del bloque del 155, que es lo
que deben hacer, lo presida quien lo presida.
Si Los Comunes llevaran como eje central de la campaña insistir
acá, allá y acullá, que cabe un pacto de cambio, que dé prioridad a las necesidades
sociales y que deje en minoría a las bloques enfrentados y que ese pacto se
llama Los Comunes, PSC y ERC e incluso, la CUP, aunque sólo sea en lo social, y eso se lo pusiera delante de los
oídos y los ojos a la ciudadanía catalana durante toda la campaña, mucha gente
que aún anda confusa tendría ya claro, que sólo hay una opción progresista, de
cambio, pacífica y de estabilidad digna de ser votada: Los Comunes
Y si Domenech hubiera aprovechado la gran ocasión que tenía
en el debate de la Sexta para poner a Iceta entre la espada y la pared con la
propuesta de cambio, seguramente que Iceta se habría ido por las ramas; pero
ahora muchas docenas de miles de personas que pudieran estar dudando de votar
al PSC se les abrían abierto los ojos y el día 21 votarían a Los Comunes ¡Que
ocasión perdida!
Seguramente no haber sabido enarbolar esta política de
pactos y hacerla el eje de la campaña, le puede dar a Los Comunes algún diputado
menos de los que podía sacar. Pero afortunadamente, siguen siendo una fuerza
clave para formar gobierno y aún queda tiempo para que enarbolen con fuerza su
justa propuesta durante todo el periodo de negociación.
Si Los Comunes espabilan y actúan así, solo pueden pasar dos cosas: Que consigan ese pacto de cambio y trasversal, que sería fabuloso, o que al menos sirviera para dejar claro,
cuál de las tres fuerzas no lo ha querido. Y si hay que repetir, que pague el
castigo electoral la fuerza o fuerzas que no lo hayan querido y Los Comunes los beneficiados por defenderlo.
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