jueves, 6 de abril de 2017

Cartas a Aitana de su abuelo. Vale la pena leerla y después repasar nuestra conciencia


Que bien nos vendría a todos leer dos veces esta carta a Aitana de su abuelo Carmelo Romero Salvador publicada en su FB y después echarle un buen rato a repasar críticamente nuestra  a propia conciencia

CARTAS A AITANA (43)
Pegados nariz y ojos en los cristales de la ventana, vemos, Aitana, cómo infinidad de pelusas blancas danzan entre las fachadas y los tejados de las casas y cómo la ribera del Ebro esconde el verde de su hierba bajo un manto blanquecino.

Si no calentara el sol con la fuerza con la que calienta, pensaríamos Aitana que está nevando. Pero es primavera; primavera cálida en esta Zaragoza que de cuando en vez da al olvido el cierzo y la niebla.

Es necesario Aitana no confundir las realidades. Ni las de la naturaleza, ni las del pensamiento. La capacidad de engaño, especialmente desde el poder, es grande. Tanto más grande cuanto más grande es el poder. Vacúnate siempre contra él, incluso si llegas a tenerlo, Porque si no es así llegará un momento en que ni siquiera necesitarás ser engañada. Te autoengañarás a ti misma como forma de justificar tu pensamiento y tus actos.
No te baste Aitana con creer que la libertad de pensamiento existe porque hay unas leyes que así lo dicen. Las libertades –a las libertades reales me refiero- hay que ganarlas día a día. Y esa batalla es mucho más dura de lo que en principio puedas pensar. Como acuden los mosquitos a las farolas encendidas en noche de verano, acudimos muchas veces los humanos a las noticias que los poderes nos suministran. ¿Son nuestra luz o simple y miserablemente la luz que quieren ofrecernos para que nos sumamos en la oscuridad?

Sigamos, Aitana, con la nariz y los ojos en los cristales de la ventana para ver que esos copos que bailan sin rumbo ni compás entre las casas y ese manto blanquecino en la ribera del río no son nieve, sino los frutos de los chopos. Mira, mira ahí a lo lejos, como se deshilachan, tal que si fueran algodón o vedijas de lana blanca, los chopos junto al Ebro. Ya ves, Aitana, no siempre que blanquea el campo es porque haya nevado. Acuérdate de esto para saber que a veces la luz que te ofrecen no es para que veas mejor, sino para cegarte.

Salud y muchos besos, Aitana. (6-IV-2017)

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