Anoche, Nicolás, mientras veía un programa de TV titulado Tengo una pregunta para Usted, se me fueron pasando por la mente dos bloques de preguntas que les haría, si pudiera, a éste y a todos los Gobiernos de la Nación que hemos tenido desde que se instauró la democracia y a las fuerzas políticas que los han sustentado. Serían preguntas sobre asuntos que te resultan conocidos, porque ya los hemos hablado en otras cartas.
El primer bloque, Nico, sería éste: Es evidente que cuentan Vds. en la Constitución, en las leyes que la desarrollan, en las leyes de las CCAA, en las Directivas Europeas y en sus Planes Rurales de Desarrollo Sostenible, con cobertura legal y dotación económica suficientes para haber ido tomando medidas que fueran reduciendo los desequilibrios y las desigualdades entre la ciudad y el campo. Y siendo esto así:
¿Por qué no lo han hecho? ¿Por qué no han dado ni dan cumplimiento a esas leyes? ¿Por qué? ¿Por desidia? ¿Por falta de voluntad? ¿Porque no somos rentables en términos de votos al vivir tan poca gente en los pueblos? ¿Porque no presionamos suficiente desde el mundo rural? ¿O es por todo un poco? No será, desde luego, por falta de tiempo, que ya llevamos treinta años desde que se instauró la democracia.
Y no será tampoco porque los problemas no sean bien grandes, ya que se trata nada menos, que de las tremendas carencias de infraestructuras y servicios que sigue padeciendo en exclusiva el mundo rural, a pesar de que seamos igual de españoles y tengamos los mismos derechos que los demás
Segundo bloque: El Gobierno puso en marcha un Plan Local de inversiones municipales y ahora otro, como una parte del conjunto de las medidas con las que pretende paliar los efectos de la crisis y salir de ella. Esto por un lado. Y por otro, llevan Vds. –los unos y los otros- más de veinticinco años reconociendo la pésima situación económica de los ayuntamientos y prometiendo sacar una nueva ley de financiación municipal que resuelva el problema y que, sin embargo, un cuarto de siglo después, todavía no ha visto la luz.
Y, siendo ciertas ambas cosas:
¿No creen Vds., que si una nueva y suficiente financiación municipal estuviera en marcha, los propios ayuntamientos estarían colaborando desde sí mismos con sus iniciativas en la lucha contra la crisis y sin necesidad de recibir ayudas graciables del Gobierno? ¿Y por qué no se dice que en realidad el Gobierno no pone un solo euro, ya que esas ayudas se hacen a cargo de la deuda histórica que el Gobierno de la Nación y las CCAA tienen contraída con los municipios al haberles escamoteado durante un cuarto de siglo -¡¡¡un cuarto de siglo!!!- la financiación que en justicia les correspondía?
Y más preguntas: ¿Por qué en los borradores que hasta de ahora se conocen relativos a la nueva financiación municipal sigue manteniéndose la trasnochada filosofía de que una buena parte de la futura financiación no sea directa, sino concedida a través de ayudas graciables? ¿Es el miedo y la desconfianza a los propios ayuntamientos lo que les lleva a no permitir que éstos manejen sus recursos y con ello hacer su propia política y establecer sus prioridades? ¿O es porque no quieren perder el margen de tutelaje y condicionamiento sobre los ayuntamientos, que tienen de hecho los cargos de las instituciones provinciales, regionales y nacionales encargados de conceder o denegar las ayudas?
Otra explicación no soy capaz de encontrar y la verdad que de estas dos hipótesis ambas me parecen peores, por utilizar tu propia forma de expresarte cuando todo te parece mal.
Mención aparte merece el exministro, Jordi Sevilla, que fue el único que puso sobre la mesa un excelente borrador, con el que pretendía devolverles la autonomía a los ayuntamientos con la financiación directa y dejando en fuera de juego el actual sistema de concesión de ayudas, que él mismo calificaba de graciables y tuteladas. ¿Por qué no se retoma de nuevo ese borrador tal y como lo presentó? ¿Por qué?
Habría muchas más cosas, Nicolás, sobre las que hacer preguntas pero, por hoy, dejémoslo así.
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