martes, 1 de diciembre de 2009

Artículo de Carlos Sanz Establés

Cambio de idea, Nicolás. Hoy te mando este artículo-un poco largo, pero vale la pena leerlo- publicado en Tierra Molinesa por Carlos Sanz Establés, Escritor y periodista; Vicesecretario de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, Presidente de la Asociación de Prensa de Guadalajara y nativo de Cubillejo de la Sierra. Otro día te hablaré de lo te dije en la carta anterior

"TAJO, GALLO, MESA Y PIEDRA"

"Mírese como se quiera, no importa; lo de la Junta de Comunidades con Molina de Aragón y su Señorío, es decir, su Comunidad histórica, o comarca, o partido judicial, o conjunto de pueblos de un territorio determinado y mencionado en el Estatuto de Autonomía, es una relación de amor y odio, a partes iguales, o tal vez un querer y no acertar nunca, simplemente por falta de sensibilidad hacia la diversidad de una tierra, ni mejor ni peor que otra de Castilla-La Mancha, pero sí distinta, diferente, tal y como lo atestigua la mención expresa que se hizo hace años en el Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha y que parece servir para poco. Si hubiese sensibilidad, algo de sensibilidad de verdad y no sólo de cara a la galería, bastaría con recordar levemente esa mención explícita al hecho histórico molinés en el Estatuto para evitar algunos errores de bulto que se cometen con esta tierra castellana. El último, la marca turística definida bajo el nombre Molina y Alto Tajo.

La marca turística exclusiva de la comarca nace como atención a una de las reivindicaciones del movimiento ciudadano La Otra Guadalajara, que, entre sus méritos, cabe destacar el estado de nervios generalizado que ha provocado en buena parte de la clase política, lo cual, así, de entrada, además de ser muy divertido está siendo muy positivo para el Señorío de Molina. Y si bien nadie debería dudar de la buena voluntad de la Junta de Barreda con esta iniciativa, al final el resultado ha acabado cabreando a los molineses de La Otra Guadalajara, y a otros muchos, y volviéndose en contra de la propia Junta, porque, una vez más, se ha hecho con criterios ajenos a la realidad de la comarca, a sus necesidades, a su tradición y concepto histórico, es decir, ha vuelto a hacerse por pura mecánica política, sin convencimiento alguno en lo que se hace, sin sensibilidad y, probablemente, bajo la dirección técnica de alguna empresa especializada que no sabe nada del Señorío de Molina, de sus sexmas, de sus gentes, de sus sentimientos, que a fin de cuentas, esto también es un problema de sentimientos.

Alguien podrá acabar creyendo, y está en su derecho, que, en realidad, se trata de una buena iniciativa muy bien gestionada y que aquellos que se oponen a la marca Molina y Alto Tajo son algunos chalados con tendencias separatistas y hasta mentalidad medieval. Y con eso se autoconvencen, pues bien está. Pero a todos nos resultaría extraño que la marca España sea vendida en el extranjero con una parte de la misma, aunque fuera utilizando para ello la admirada Andalucía, la verde Asturias o la moderna Cataluña, nadie lo entendería. Como tampoco se entiende en Guadalajara que nos confundan con La Mancha. Pues bien, muchos no entienden en Molina que se pretenda confundir la parte con el todo, que se desprecie el rico norte molinés con su románico rural, el valle del Mesa, las casonas molinesas de la agrícola sexma del Campo, los singulares y espectaculares yacimientos celtibéricos que se extienden por toda la comarca, el río Gallo, el barranco de la Hoz, el monumento natural de la Sierra de Caldereros, el castillo de Zafra, el río Piedra, y esto, en verdad, es un pecado del que nadie en Molina debería ser cómplice.

La comarca de Molina de Aragón no es sólo Molina, la capital, y el Alto Tajo, es eso, sí, pero mucho más que eso. Hubiera bastado que los responsables de esta iniciativa conociesen la mención expresa del hecho histórico molinés en el Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha para darse cuenta de esa realidad, de que la historia, la cultura, las tradiciones, la gastronomía, la arquitectura religiosa, la arquitectura civil y militar, el patrimonio natural del Alto Tajo, del Sabinar, del Mesa o de Caldereros, que los espacios naturales del Gallo, el Piedra o el Mesa, todas estas cosas que tanto juegan a favor del turismo, están unidas indisolublemente a todo una comarca, a la Comunidad de Molina, a Tierra Molina, a Tierra de Molina, a Tierra Molinesa, al Señorío de Molina –si, señores, si, el Señorío de Molina o el Reino de España, ¿Por qué nos cuesta tanto hablar con propiedad de estas realidades?-, para haber hecho las cosas de otra manera sin necesidad de que el movimiento La Otra Guadalajara hubiera tenido que dirigirse primero por carta a José Maria Barreda, advirtiéndole incluso ante de producirse, con muy poco éxito por cierto, de este error, y después en un comunicado público rechazando la propuesta de marca turística para la comarca molinesa. 
Carlos Sanz.

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