Supongo que habrás caído en la cuenta, Nicolás, de que mi carta anterior aludía al atentado cometido contra la democracia por el parlamento griego de suprimir dos tercios de los ayuntamientos helenos con la excusa de reducir el déficit. De 1.034 ayuntamientos que tenía, se quedan en 355. Proscriben, redondeando, los 700 ayuntamientos con menos habitantes.
El personaje de nuestro país al que me refería, que saludó ese acuerdo fascistoide y lo consideró adecuado para nuestro país, alegando que en España hay mucha administración, no era otro que Mariano Rajoy. Lo dijo el día 28 de mayo en una conferencia en el Círculo de Economía celebrada en Sitges.
Es una medida que apenas aporta nada a la reducción del déficit, pero que sirve para trasmitir un mensaje a los mercados y a Bruselas de que se están adelgazando las administraciones en Grecia. Y para ello, no les ha importado cepillarse las instituciones más cercanas a la gente, los únicos organismos donde la ciudadanía tiene ciertas posibilidades de participación, seguimiento y control y, en definitiva, de ejercer la democracia. No les ha importando, siquiera, llenar de indignidad al parlamento, tomando un acuerdo que es fascismo de nuevo cuño, porque fascismo es suprimir democracia, se acuerde donde se acuerde.
Por lo visto, para Rajoy es mejor dejar proscritos (¡¡¡proscritos!!!) los municipios pequeños por más necesarios que sean y aunque no resida en ellos el problema -no tienen liberados, ni burocracia- que meter el bisturí a las administraciones por arriba y por el medio, que es donde está el verdadero cáncer, donde se halla instalada toda la burocracia y el despilfarro y donde existe la posibilidad real de ahorrarle al erario público muchos miles de millones. Pero claro, meter la tijera por donde hay que meterla conlleva que, tanto Rajoy y los suyos, como otros partidos, tienen que desalojar de las administraciones a muchos miles de personas, la mayoría de ellas correligionarias, familiares y amigas del partido que gobierna en cada lugar, y eso, leches.
Sr. Rajoy, en nuestro país no es necesario cargarse las administraciones como tales, ni siquiera por arriba ni por el medio, que es donde les ha salido panza, sino adelgazarlas de verdad, limpiarlas de burocracia, de tantos y tantos organismos inútiles y prescindibles, de tantos y tantos cargos innecesarios y de tantos y tantos pesebreros colocados dedocráticamente.
En España -también en Europa- se ha pasado de puntillas sobre este acuerdo fascista tomado por el parlamento griego. Ni los políticos, ni los medios lo han denunciado. Sin duda que en estos momentos, el mayor peligro para los intereses de nuestros municipios proviene de Rajoy, porque se ha pronunciado públicamente a favor de proscribirlos y porque, además, tiene posibilidades reales de ser el próximo presidente de nuestro país. Pero tampoco nos podemos fiar, Nicolás, del resto de las fuerzas que callan lo que han hecho con los municipios helenos, en vez de denunciar lo ocurrido; porque eso significa que están de acuerdo o que al menos no lo ven mal; pues cuando les interesa hacerse oír, bien ruidosos que son y bien pronto que salen a la palestra.
En esta carta sólo he pretendido meterte en el tema, para que vayas reflexionando y dándote cuenta de la gravedad del problema. Te mandaré otras sobre el asunto, que hay mucho que decir. Será enseguida.
El personaje de nuestro país al que me refería, que saludó ese acuerdo fascistoide y lo consideró adecuado para nuestro país, alegando que en España hay mucha administración, no era otro que Mariano Rajoy. Lo dijo el día 28 de mayo en una conferencia en el Círculo de Economía celebrada en Sitges.
Es una medida que apenas aporta nada a la reducción del déficit, pero que sirve para trasmitir un mensaje a los mercados y a Bruselas de que se están adelgazando las administraciones en Grecia. Y para ello, no les ha importado cepillarse las instituciones más cercanas a la gente, los únicos organismos donde la ciudadanía tiene ciertas posibilidades de participación, seguimiento y control y, en definitiva, de ejercer la democracia. No les ha importando, siquiera, llenar de indignidad al parlamento, tomando un acuerdo que es fascismo de nuevo cuño, porque fascismo es suprimir democracia, se acuerde donde se acuerde.
Por lo visto, para Rajoy es mejor dejar proscritos (¡¡¡proscritos!!!) los municipios pequeños por más necesarios que sean y aunque no resida en ellos el problema -no tienen liberados, ni burocracia- que meter el bisturí a las administraciones por arriba y por el medio, que es donde está el verdadero cáncer, donde se halla instalada toda la burocracia y el despilfarro y donde existe la posibilidad real de ahorrarle al erario público muchos miles de millones. Pero claro, meter la tijera por donde hay que meterla conlleva que, tanto Rajoy y los suyos, como otros partidos, tienen que desalojar de las administraciones a muchos miles de personas, la mayoría de ellas correligionarias, familiares y amigas del partido que gobierna en cada lugar, y eso, leches.
Sr. Rajoy, en nuestro país no es necesario cargarse las administraciones como tales, ni siquiera por arriba ni por el medio, que es donde les ha salido panza, sino adelgazarlas de verdad, limpiarlas de burocracia, de tantos y tantos organismos inútiles y prescindibles, de tantos y tantos cargos innecesarios y de tantos y tantos pesebreros colocados dedocráticamente.
En España -también en Europa- se ha pasado de puntillas sobre este acuerdo fascista tomado por el parlamento griego. Ni los políticos, ni los medios lo han denunciado. Sin duda que en estos momentos, el mayor peligro para los intereses de nuestros municipios proviene de Rajoy, porque se ha pronunciado públicamente a favor de proscribirlos y porque, además, tiene posibilidades reales de ser el próximo presidente de nuestro país. Pero tampoco nos podemos fiar, Nicolás, del resto de las fuerzas que callan lo que han hecho con los municipios helenos, en vez de denunciar lo ocurrido; porque eso significa que están de acuerdo o que al menos no lo ven mal; pues cuando les interesa hacerse oír, bien ruidosos que son y bien pronto que salen a la palestra.
En esta carta sólo he pretendido meterte en el tema, para que vayas reflexionando y dándote cuenta de la gravedad del problema. Te mandaré otras sobre el asunto, que hay mucho que decir. Será enseguida.
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