Tengo la impresión, Nicolás, de que hay aún bastantes personas en la
Comarca que no han acabado de desprenderse del discurso oficioso y políticamente
interesado que ha venido imperando, según el cual, estamos como estamos, porque esta
tierra no da más de sí y porque la situación
de agonía que vive la Comarca es la consecuencia lógica, natural e inevitable de
cómo son las cosas.
Ese
discurso, aparte de ser falso, invita al conformismo y debilita sobremanera la
lucha por la dinamización de la Comarca y por recuperar población, ya que si
las causas del estado de la Comarca son
hechos naturales e inevitables, es inútil luchar por cambiar nada y, por
consiguiente, sólo tiene sentido movilizarse para intentar que las cosas no empeoren,
o sea, para luchar contra los recortes. Y punto. Sin embargo, a los muchos que estamos
convencidos de que esta Comarca no está como está por causas naturales, sino por culpa
del olvido y la marginación desde la política, nos aporta un plus de fuerza
interior muy grande para luchar, que nos nace de saber y sentir, que lo que
estamos demandando, además de necesario, es lo que se nos ha venido escamoteando y que al exigirlo,
no hacemos otra cosa, que reclamarle a la historia y a la política,
lo que la historia y la política le deben a esta tierra.
Es, pues, de la mayor
importancia tener claras las cosas, ya que de ello se beneficiará la causa de la Comarca por partida doble: Seremos
más en la tarea y lucharemos con el plus de fuerza añadida que proviene del pleno
convencimiento.
Echa un vistazo, Nicolás, por
la demografía y orografía del mundo y verás cómo áreas con menos de siete u
ocho habitantes por km2 (esta comarca
tiene menos de dos) sólo se dan en ámbitos alejados y de muy difícil accesibilidad
o de climas de temperaturas extremas, es decir, en lugares inhóspitos;
pero nunca en ámbitos territoriales donde no concurren esas circunstancias y
menos aún, en el centro mismo de un país, como es el caso de España, algo que
en absoluto sucede en las zonas rurales interiores de los país de la Europa
occidental. Estos, a la par que desarrollaron su economía en las grandes urbes,
supieron impulsar también de forma paralela la industria y un cierto comercio
en el medio rural, con lo que evitaron en gran medida los desequilibrios tan
brutales entre la ciudad y el campo, que aquí padecemos.
Desde la lógica, pues, no
hay nada que nos permita entender cómo ha podido ser posible, que la despoblación
de esta Comarca sea similar a la de Siberia. Pero sí podemos comprenderlo, sin
embargo, si tiramos de la historia y observamos el olvido y la marginación política que desde
hace muchísimas décadas ha venido sufriendo
esta tierra y toda la España rural interior.
Bien es cierto que estas
zonas rurales del interior no producen naranjas, ni plátanos, ni otros recursos propios de otros
climas más templados que se dan España y, especialmente, en las áreas litorales,
pero aún con todo, tienen su producción agrícola y ganadera, su riqueza
forestal y otros recursos naturales que daban de sí, más que suficiente, para
haber impulsado en el campo, desde el surgimiento de la burguesía, políticas
que propiciaran una industria digna y un cierto comercio, basado principalmente
en el pleno aprovechamiento de sus propios recursos y/o materias primas. Y bien
es cierto también, que esta Zona no está al lado mismo de ninguna gran urbe, pero
tampoco se halla muy alejada de Madrid, Zaragoza y Valencia.
En España se llegó tarde y
mal a todos los procesos que supusieron avances y progreso en Europa:
revolución burguesa, crecimiento industrial, tecnificación…) y cuando a
regañadientes se fueron aceptando los cambios, se hicieron las cosas a lo
bestia, sin otro criterio, que el de concentrar el capital, las empresas y
todos los negocios en las grandes urbes, para que los poderosos pudieran ganar
más dinero y más cómodamente; pero sin que desde la política, se moviera un
solo dedo para generar a la par industria y comercio en el campo y con ello
evitar, o al menos paliar, el desequilibrio cada vez más abismal, que se venía
generando entre las grandes urbes y el medio rural y mucho más aún, con las
áreas rurales de la España interior.
Creo, pues, Nicolás, que lo
que te expongo hasta aquí, debería servirnos a los dos para ponernos de acuerdo
en lo siguiente: El hecho de que no se dotara a las áreas rurales de un mínimo tejido
industrial y comercial, mientras se fue desarrollando y consolidando la economía
capitalista en España, no se debió a causas naturales, sino que fue, por el
contrario, una canallada política de marginación y olvido del medio rural, perpetrada
a lo largo de muchas décadas seguidas en las que los gobernantes de este país
no quisieron impulsar la política que tocaba hacer en el campo, como sí se hizo, en cambio, en otros
países de Europa.
Nos quedan aún por comentar
otras dos grandes faenas políticas más de marginación y olvido -el éxodo masivo
a la ciudad y la causada en plena democracia-, pero será en las siguientes
cartas; ahora quiero acabar la presente, recordando las sabias teorías, que ya
por aquel entonces, cuando todavía nosotros llevábamos pantalones cortos, tenía
tu padre sobre el asunto.
Haz memoria a ver si recuerdas
estas dos cantinelas que tanto le gustaba repetir con esa cara de filósofo que
ponía. Decía: Somos tan pobres porque
todos vivimos de la tierra y del ganao. Si hubiera algo de industria y una miaja
de comercio, una parte podíamos vivir desto y así marchar todos mejor. Y esta
otra: Mia tú, dicen que por Campillo y
por Tortuera están trayendo máquinas de segar, pues como las traigamos por
aquí, más de la mitá ya podemos hacer las maletas y gananos el pan en otra
parte. Fíjate, Nicolás, que la tecnificación apenas si empezaba a asomar la
oreja y ya intuía tu padre los estragos de despoblación que iba a causar. Y la
industria tampoco existía, pero tenía bien claro que con ella viviríamos mejor,
a lo que yo agrego por mi cuenta, que de haberla tenido, un buen número de familias
seguirían viviendo en los pueblos y el éxodo a la ciudad, habría sido mucho menor
del que ha sido.
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