lunes, 12 de enero de 2015

Algunas reflexiones al hilo de la última carta que te envié sobre las corruptelas del sistema institucional (VI)


 
Paso, Nicolás, como te dije, a hacer algunas reflexiones que  se desprenden de la última carta que te envié.  
1ª) Los dirigentes de los partidos y sólo ellos, son los culpables de la podredumbre que se ha instalado en el sistema institucional.
El deber de los partidos de todo el arco parlamentario, Nicolás, era configurar y consolidar las instituciones democráticas y orientarlas a gobernar y resolver las necesidades comunes de la ciudadanía con agilidad, eficacia, justicia, y transparencia. Sin embargo, sus dirigentes han preferido tomar otra ruta completamente distinta desde el inicio: Orientarlas, principalmente, hacia sus propios intereses y los de sus  partidos, familiares y amigos.

En este malhacer, han llevado totalmente la batuta las dos fuerzas del bipartidismo, pero también hay una cierta corresponsabilidad en el resto de los partidos del arco parlamentario por  su acomodo al estatus quo montado, sin que, ninguno de ellos, haya tenido la honestidad y el coraje de poner encima de la mesa un plan de propuestas distintas, parecidas a las que expongo en la carta anterior, ni se haya movilizado por ellas. Y  aquí no cabe echarle la culpa, ni al capital financiero, ni a las multinacionales, ni a los sectores estratégicos, ni a la troika, ni al chachachá. Esta podredumbre que padece nuestro sistema institucional es responsabilidad de quienes dirigen los partidos viejos y sólo de ellos, cada uno en la parte que le toca.
2ª) Sistema basado en los privilegios para sí mismos y  en el enchufismo
Las pléyades de dirigentes políticos que han tutelado las instituciones, se han dotado descaradamente de todo tipo de privilegios para sí mismos. Y para implantar estas truhanerías, han recurrido a  sus permanencias ilimitadas en los  cargos, a dotar de cobertura legal todas sus sucias maniobras, a mantener la opacidad como un principio básico y a poner la justica y el tribunal de cuentas bajo su control, para que se sepa lo menos posible de sus políticas tan poco decentes. Y de esta guisa, se han aforado todos ellos, han viajado treinta y ocho años seguidos despilfarrando dinero público donde han querido y para lo que les ha apetecido, le han arrimado a sus sueldos otro pastón por diversos conceptos, han financiado la vida interna de sus partidos con el dinero público como les ha dado la real gana y se han creado sus paraísos dorados para cuando dejen la política, en forma de planes de pensiones y sueldos vitalicios, consejos autonómicos consultivos, etc. Es decir, se han garantizado un suculento modus vivendi de por vida a costa del dinero de todos los españoles.
Pero a nuestros dirigentes políticos institucionales, Nicolás, no les ha bastado con lo que te acabo de decir -¡qué va!- sino que se han empleado a fondo, además, en extender inmensas redes clientelares o de enchufismo. Quédate con el concepto que más te guste de los dos, o con ambos si lo prefieres, pero sobretodo, no dejes de reflexionar sobre la carta anterior para que caigas en la cuenta de que todo lo que pido suprimir en ella, no existiría, si no fuera por el empeño que han venido poniendo las cúpulas políticas en enchufar a decenas de miles de militantes, familiares y amigos. Y lo han hecho a sabiendas de que suponían un obstáculo para ejercer una acción ágil, eficaz y decente de la gobernanza y conscientes de que con  ello robaban a las arcas públicas, “legalmente, por supuesto”, varios miles de millones de euros año tras año, que bien vendrían para atender una parte de las necesidades más imperiosas que padece el país y su ciudadanía.
3ª) Es del todo imposible que los dirigentes  de los viejos partidos atajen el problema
No lo pueden hacer, Nicolás, porque son tales los intereses creados con los privilegios y los clientelismos que han desarrollado, que les obligaría a actuar frontalmente contra sí mismos para suprimirlos y enfrentarse a las decenas de miles de enchufados afines que han puesto a mamar de las tetas de las arcas públicas. Es decir, convertirían en sus enemigos a quienes ahora son sus principales adeptos. Te pongo tres ejemplos bien ilustrativos:
El primero de ellos, cuando los recortes a los empleados públicos y los despidos de los interinos. El PSOE primero y el PP a continuación, prefirieron optar por la canallada antisocial de hacerles recortarles a los trabajadores de las administraciones, que aprovechar la ocasión para meter la tijera por arriba; por el único sitio donde cabía meterla, por donde propongo en la carta anterior. El segundo, cuando Rubalcaba, tras declarar solemnemente que suprimiría las diputaciones, se vio obligado enseguida a guardarse la propuesta en un cajón, ante el rechazo del PP y de una buena parte de su propio partido. El tercero, cuando tras estar cacareando el PSOE que no quiere pactos con el PP, se apresta, sin embargo, a pactar con los populares para ocultar lo ocurrido con los viajes de sus señorías de las dos cámaras durante 38 años seguidos. Muy grande debe ser el escandalazo que se esconde debajo de las alfombras de las cámaras y muy grandes las presiones internas para que no se conozca lo ocurrido, como para haber preferido ambos partidos la tremenda impopularidad que produce un pacto de ocultación tan indecente, antes que sacar a la luz la porquería ocultada, como era su deber y el derecho de la ciudadanía.
Eso por no tirar de la historia, que nos ha demostrado una y mil veces que, cuando algo queda viejo o es un obstáculo para avanzar, la solución del problema no viene nunca de la mano de quienes lo han creado y lo sustentan, sino a través opciones emergentes portadoras de los nuevos valores del cambio del que se trate.
4ª) Solo hay una solución contra las corruptelas en las instituciones: Los partidos nuevos.
Obviamente, los nuevos partidos son los únicos que, objetivamente, tienen en sus manos la escoba que puede barrer la podredumbre de las administraciones. Pero no sucederá, simplemente, por el  hecho de ser nuevos, sino sólo si están dispuestos a poner sobre el tapete un programa de medidas al efecto y a llevarlo a cabo; cosa que hasta el momento, ninguno de ellos ha expuesto todavía, limitándose solamente a algunos aspectos  muy parciales como la limitación de los mandatos, la independencia de la justicia y acabar con los aforamientos. Muy poca cosa, Nico, la verdad
De estos partidos nuevos, sólo Podemos parece tener posibilidades de ganar y gobernar y, por ello mismo, está más obligado que nadie a proponer con claridad y defender públicamente un paquete de medidas serias contra las corruptelas institucionales. En primer lugar, por razones de credibilidad del propio partido, ya que no es posible una acción política ágil, eficaz y decente desde las administraciones, sino se pasa la escoba por ellas y, tampoco es posible evitar quedarse atrapados en el fango si se gobierna desde el mismo; de ahí que Podemos deba poner en claro cuanto antes lo que piensa hacer en este terreno.
En segundo lugar, por puras razones electorales, ya que la gente rechaza masivamente estas corruptelas y si Podemos se pronunciara con claridad al respecto, supondría ganar mucha confianza y muchos votos más, máxime cuando es opinión generalizada, que los viejos partidos no van a pasar la escoba en ningún caso. Por eso es más incomprensible, si cabe, que el propio Podemos les esté dando oxígeno a estos partidos, al  no tener todavía un discurso claro contra la podredumbre de las administraciones y no llevarlo al debate público.
Ya sé, Nicolás, que a un partido tan nuevo no se le pueden pedir milagros, ni que complete un programa en todos los sentidos de la noche a la mañana, pero hacer una propuesta al respecto, empieza a ser una de las prioridades de la nueva formación, y no sólo para demostrar que se pueden liberar varios miles de millones de euros  malgastados y emplearlos en necesidades sociales, sino para que la ciudadanía pueda confiar en que Podemos será distinto a los partidos viejos cuando acceda a las instituciones y hará que se pase la escoba por donde haya que pasarla.

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