El deber de los partidos de todo el arco parlamentario,
Nicolás, era configurar y consolidar las instituciones democráticas y orientarlas
a gobernar y resolver las necesidades comunes de la ciudadanía con agilidad, eficacia,
justicia, y transparencia. Sin embargo, sus dirigentes han preferido tomar otra
ruta completamente distinta desde el inicio: Orientarlas, principalmente,
hacia sus propios intereses y los de sus partidos, familiares y amigos.
En este malhacer, han llevado totalmente la batuta las dos fuerzas del
bipartidismo, pero también hay una cierta corresponsabilidad en el resto de los
partidos del arco parlamentario por su
acomodo al estatus quo montado, sin
que, ninguno de ellos, haya tenido la honestidad y el coraje de poner encima de la mesa un
plan de propuestas distintas, parecidas a las que expongo en la carta anterior,
ni se haya movilizado por ellas. Y aquí
no cabe echarle la culpa, ni al capital financiero, ni a las multinacionales,
ni a los sectores estratégicos, ni a la troika, ni al chachachá. Esta podredumbre que padece nuestro sistema institucional
es responsabilidad de quienes dirigen los partidos viejos y sólo de ellos, cada
uno en la parte que le toca.
2ª) Sistema basado en
los privilegios para sí mismos y en el enchufismo
Las pléyades de dirigentes políticos que han tutelado las
instituciones, se han dotado descaradamente de todo tipo de privilegios para sí
mismos. Y para implantar estas truhanerías,
han recurrido a sus permanencias ilimitadas
en los cargos, a dotar de cobertura
legal todas sus sucias maniobras, a mantener la opacidad como un principio básico
y a poner la justica y el tribunal de cuentas bajo su control, para que se sepa
lo menos posible de sus políticas tan poco decentes. Y de esta guisa, se han aforado todos ellos, han viajado treinta
y ocho años seguidos despilfarrando dinero público donde han querido y para lo
que les ha apetecido, le han arrimado a sus sueldos otro pastón por diversos
conceptos, han financiado la vida interna de sus partidos con el dinero público como les ha dado la real gana y se han creado sus paraísos
dorados para cuando dejen la política, en forma de planes de pensiones y
sueldos vitalicios, consejos autonómicos consultivos, etc. Es decir, se han
garantizado un suculento modus vivendi
de por vida a costa del dinero de todos los españoles.
Pero a nuestros dirigentes políticos institucionales, Nicolás,
no les ha bastado con lo que te acabo de decir -¡qué va!- sino que se han empleado
a fondo, además, en extender inmensas redes clientelares o de enchufismo.
Quédate con el concepto que más te guste de los dos, o con ambos si lo
prefieres, pero sobretodo, no dejes de reflexionar sobre la carta anterior para
que caigas en la cuenta de que todo lo que pido suprimir en ella, no existiría, si no
fuera por el empeño que han venido poniendo las cúpulas políticas en enchufar a
decenas de miles de militantes, familiares y amigos. Y lo han hecho a sabiendas
de que suponían un obstáculo para ejercer una acción ágil, eficaz y decente de la
gobernanza y conscientes de que con ello
robaban
a las arcas públicas, “legalmente, por supuesto”, varios miles de millones
de euros año tras año, que bien vendrían para atender una parte de las necesidades
más imperiosas que padece el país y su ciudadanía.
3ª) Es del todo
imposible que los dirigentes de los viejos
partidos atajen el problema
No lo pueden hacer, Nicolás, porque son tales los intereses
creados con los privilegios y los clientelismos que han desarrollado, que les obligaría
a actuar frontalmente contra sí mismos para suprimirlos y enfrentarse a las
decenas de miles de enchufados afines que han puesto a mamar de las tetas de
las arcas públicas. Es decir, convertirían en sus enemigos a quienes ahora son
sus principales adeptos. Te pongo tres ejemplos bien ilustrativos:
El primero de ellos,
cuando los recortes a los empleados públicos y los despidos de los interinos. El
PSOE primero y el PP a continuación, prefirieron optar por la canallada antisocial de hacerles recortarles a los trabajadores de las
administraciones, que aprovechar la ocasión para meter la tijera por arriba;
por el único sitio donde cabía meterla, por donde propongo en la carta anterior. El
segundo, cuando Rubalcaba, tras declarar solemnemente que suprimiría las
diputaciones, se vio obligado enseguida a guardarse la propuesta en un cajón,
ante el rechazo del PP y de una buena parte de su propio partido. El tercero, cuando
tras estar cacareando el PSOE que no quiere pactos con el PP, se apresta, sin
embargo, a pactar con los populares para ocultar
lo ocurrido con los viajes de sus señorías de las dos cámaras durante 38 años
seguidos. Muy grande debe ser el escandalazo que se esconde debajo de las alfombras
de las cámaras y muy grandes las presiones internas para que no se conozca lo
ocurrido, como para haber preferido ambos partidos la tremenda impopularidad
que produce un pacto de ocultación tan indecente, antes que sacar a la luz la
porquería ocultada, como era su deber y el derecho de la ciudadanía.
Eso por no tirar de la historia, que nos ha demostrado una y mil veces que, cuando algo queda viejo o es un obstáculo para avanzar, la solución del problema no viene nunca de la mano de quienes lo han creado y lo sustentan, sino a través opciones emergentes portadoras de los nuevos valores del cambio del que se trate.
Eso por no tirar de la historia, que nos ha demostrado una y mil veces que, cuando algo queda viejo o es un obstáculo para avanzar, la solución del problema no viene nunca de la mano de quienes lo han creado y lo sustentan, sino a través opciones emergentes portadoras de los nuevos valores del cambio del que se trate.
4ª) Solo hay una
solución contra las corruptelas en las instituciones: Los partidos nuevos.
Obviamente, los nuevos partidos son los únicos que, objetivamente,
tienen en sus manos la escoba que puede barrer la podredumbre de las
administraciones. Pero no sucederá, simplemente, por el hecho de ser nuevos, sino sólo si están dispuestos a poner
sobre el tapete un programa de medidas al efecto y a llevarlo a cabo; cosa que
hasta el momento, ninguno de ellos ha expuesto todavía, limitándose solamente a
algunos aspectos muy parciales como la
limitación de los mandatos, la independencia de la justicia y acabar con los
aforamientos. Muy poca cosa, Nico, la verdad
De estos partidos nuevos, sólo Podemos parece tener posibilidades de
ganar y gobernar y, por ello mismo, está más obligado que nadie a proponer con
claridad y defender públicamente un paquete de medidas serias contra las corruptelas institucionales. En primer lugar, por
razones de credibilidad del propio partido, ya que no es posible una acción
política ágil, eficaz y decente desde las administraciones, sino se pasa la
escoba por ellas y, tampoco es posible evitar quedarse atrapados en el fango si
se gobierna desde el mismo; de ahí que Podemos deba poner en claro cuanto antes
lo que piensa hacer en este terreno.
En segundo lugar, por puras razones
electorales, ya que la gente rechaza masivamente estas corruptelas y si Podemos
se pronunciara con claridad al respecto, supondría ganar mucha confianza y
muchos votos más, máxime cuando es opinión generalizada, que los viejos
partidos no van a pasar la escoba en ningún caso. Por eso es más incomprensible,
si cabe, que el propio Podemos les esté dando oxígeno a estos partidos, al no tener todavía un discurso claro contra la podredumbre de las administraciones y no llevarlo al debate público.
Ya sé, Nicolás, que a un partido tan nuevo no se le pueden
pedir milagros, ni que complete un programa en todos los sentidos de la noche a
la mañana, pero hacer una propuesta al respecto, empieza a ser una de las
prioridades de la nueva formación, y no sólo para demostrar que se pueden liberar
varios miles de millones de euros malgastados y emplearlos en necesidades sociales,
sino para que la ciudadanía pueda confiar en que Podemos será distinto a los partidos viejos cuando acceda a
las instituciones y hará que se pase la escoba por donde haya que pasarla.
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