Con esta carta, Nicolás, pongo fin al rosario de misivas tendentes
a demostrar que la corrupción en España es muchísimo más que las puertas
giratorias.
He dejado para el final la que podríamos llamar, corrupción con
mayúsculas. La que se considera delito en el código penal y está en el debate público
todos los días, la que se viene practicando continuadamente a través de organizaciones
criminales surgidas desde las cúpulas
de los partidos desde hace más de treinta años. La que
arrancó con los casos Nasairo, Filesa y los fondos reservados y sigue ahora con los casos Gürtel, Bárcenas,
financiación en B del PP, Eres de
Andalucía, tramas valencianas, Puyol y 3% en Cataluña, Nos, Púnica, etc. La
denominación de organizaciones criminales
no me la invento yo, es como lo define el Código Penal en el artículo 570.
Que gentes de la dirección de un partido puedan ser capaces
de ponerse de acuerdo para robar del dinero público de todos, es tan
denigrante, inmoral y repugnante, que por más que sepamos que ha sido cierto,
es como si no nos lo acabáramos de creer. Las consecuencias, sin duda, acabarán
siendo letales para las cúpulas de estos partidos, pero también hacen un daño muy grande a las
instituciones desde las que han pertrechado los robos y, por extensión, para el
sistema democrático en su conjunto.
¿Quién va a creer en estos dirigentes después de tanto
latrotinio? ¿Cómo van a ser espejo y ejemplo de decencia esas cúpulas políticas
y esas instituciones, si son precisamente ellas las que han introducido desde
el arriba el robo al por mayor? ¿Qué regeneración les cabe a estos altos
organismos sumidos en la delincuencia? Guste o no guste, a todos estos partidos que se han financiado ilegalmente
robando dinero público de los ciudadanos, solo les queda hacer una catarsis si no
quieren acabar desapareciendo, limpiándose radicalmente de todos los cargos que
han participado en estos organismos dirigentes que han delinquido y han
amparado el robo. De no hacerlo, les acabará ocurriendo como antaño a la Democracia
Cristiana y al Partido Socialistas en Italia, que fueron barridos par siempre de
la escena política.
Te comento, Nico, en primer lugar la corrupción relacionada
con la financiación ilegal de los partidos, porque es, a mi juicio, la más denigrante y letal de todas cuantas
vienen dándose, ya que no es imaginable la puesta en marcha de una
operación así, sino es con el acuerdo de la Ejecutiva política del partido de que se
trate o, como mínimo, del núcleo duro de las mismas. Es absolutamente imposible, a mi juicio, ingresar y hacer circular a mansalva millonadas
de dinero por las redes del partido por
encima de sus presupuestos, sin que las cúpulas de los partidos se enteren de
que es dinero robado; de ahí que sólo quepa deducir, que los dirigentes lo saben,
lo aprueban y se confabulan para que no trascendiera.
Estos robos se suelen decidir pringando al mínimo posible de dirigentes y haciendo un cortafuego entre ellos y el resto para que, en caso de ser cazados, las llamas no les alcancen a los miembros de las Ejecutivas, ni a éstas como tales. Y como los que se ponen al frente del robo, arriesgan mucho más que nadie y son los que se tienen que comer el marrón en caso de ser descubiertos, los demás que están en el ajo se comprometen, a cambio, a no delatarlos, a defender públicamente su honorabilidad y a tutelar y presionar a la justicia, para que las cosas tengan el menor alcance posible. Legalmente este modus operandi, es de bajo coste, porque ya se han cuidado muy mucho los dirigentes políticos de que en el código penal, no se contemple ningún tipo de delito para los cómplices; ni siquiera para sus máximos dirigentes (Secretarios Generales, Presidentes y Secretarios de Organización), sin cuyo consentimiento son inimaginables estos robos. Su materialización concreta se realiza dotándose de una falsa cobertura legal con empresas y personas de paja adonde se desvía el dinero robado que, finalmente, va a parar al partido.
Estos robos se suelen decidir pringando al mínimo posible de dirigentes y haciendo un cortafuego entre ellos y el resto para que, en caso de ser cazados, las llamas no les alcancen a los miembros de las Ejecutivas, ni a éstas como tales. Y como los que se ponen al frente del robo, arriesgan mucho más que nadie y son los que se tienen que comer el marrón en caso de ser descubiertos, los demás que están en el ajo se comprometen, a cambio, a no delatarlos, a defender públicamente su honorabilidad y a tutelar y presionar a la justicia, para que las cosas tengan el menor alcance posible. Legalmente este modus operandi, es de bajo coste, porque ya se han cuidado muy mucho los dirigentes políticos de que en el código penal, no se contemple ningún tipo de delito para los cómplices; ni siquiera para sus máximos dirigentes (Secretarios Generales, Presidentes y Secretarios de Organización), sin cuyo consentimiento son inimaginables estos robos. Su materialización concreta se realiza dotándose de una falsa cobertura legal con empresas y personas de paja adonde se desvía el dinero robado que, finalmente, va a parar al partido.
Y claro, como dice el refrán: ¿Si el alcalde corta pinos, que no harán los demás de vecinos? Y
así ha sucedido que, aparte de las organizaciones criminales para financiar
ilegalmente a los partidos, han ido surgiendo, “siguiendo el ejemplo,” otras tramas de ladrones creadas por cargos
relevantes de las altas instituciones y de las cúpulas políticas, que se han
ido montando sus propias redes y mangando ingentes cantidades de dinero público
o por tratos de favor y sobornos, cuyas perras han ido a parar en unos casos
directamente a sus bolsillos y en otros lo han hecho con una fórmula mixta; una
parte para su bolsillo y otra para el partido. Estas tramas han venido actuado con absoluta
impunidad, en primer lugar, porque las Ejecutivas políticas, que eran quienes más
sabían o podían sospechar de sus andadas y las llamadas a cortar por lo sano,
no podían actuar contra ellos al estar también pringados en la financiación
ilegal de sus partidos y les podía salir el tiro por la culata si alguien
tiraba de la manta y, en segundo lugar, porque estos escándalos no estaban
teniendo consecuencias electorales, ya que la sociedad también hemos tenido una
parte de culpa durante demasiados años al darles masivamente el voto a
partidos plagados de ladrones y
cómplices en sus élites dirigentes.
Llegados a este punto, hay que decir dos cosas de las
militancias de estas fuerzas políticas, una mala y otra buena. La mala, que si
la ciudadanía en general somos corresponsables del estado de corrupción que padecemos
al votar a los partidos que la han estado instalando desde arriba, ellos
todavía tienen una corresponsabilidad mayor, al haber sido activistas, además
de votantes, en los comicios generales y autonómicos. Y la buena, ante la que
me quito el sombrero, es que a ellos les debemos, que la corrupción no se haya
instalado en la base a pesar de los vientos extraordinariamente favorables que
soplaban para delinquir desde los ayuntamientos. Bastaba con seguir el “ejemplo”
de sus dirigentes. Y aunque gobernar los municipios con decencia no sea un
mérito, sino un deber, en las circunstancias que han venido aconteciendo, sí
que tiene un gran valor, porque han pasado con nota la prueba y porque debería servir para que sus dirigentes
implicados o cómplices sintieran vergüenza, si es que la tienen, y reconocieran
que tras sus latrotinios no merecen ya el apoyo ni el voto de sus bases.
En fin, que la corrupción delictiva que se ha instalado desde
arriba en las principales instituciones estatales, autonómicas, provinciales,
en algunos grandes ayuntamientos y en varias ejecutivas de los partidos, ha adquirido
un carácter inequívoco de corrupción institucionalizada y conduce a una pérdida total de credibilidad de los partidos
políticos que la han practicado, cuyo
mal sólo se puede extirpar a estas alturas desde partidos nuevos, limpios, con
voluntad de pasar la escoba y que tengan posibilidades de gobernar.
Recapitulando, Nicolás: Te he hablado del pacto entre el PP y
el PSOE para tapar el escandalazo en viajes injustificados durante treinta y
ocho años, que se deben esconder debajo de las alfombras de las cámaras; me he
referido al soborno de los bancos a los partidos mediante el subterfugio de las
condonaciones de sus préstamos; me extendí por las principales podredumbres y
clientelismos que se han instalado en las instituciones, que hacen inviable
gobernar desde las mismas con decencia y eficacia y que le usurpan
indebidamente a las arcas públicas más de cinco mil millones de euros anuales,
que bien vendrían para atender necesidades básicas; también he tocado el tema de los injustificados entes
paralelos clientelares. Y hoy te hablo de la corrupción ilegal impulsada por
organizaciones criminales. Como ves, Nicolás, demasiadas corruptelas y demasiado
graves, que nada tienen que ver con las
puertas giratorias, que es, prácticamente, el aspecto principal de la
corrupción en el centra Podemos su crítica. Por eso, Nicolás, me inquieta
muchísimo que no disponga este partido todavía un discurso bien articulado
sobre todos los componentes legales e ilegales que configuran la corrupción.
Y lo de menos es que me inquiete a mí, lo determinante es que
la mayoría de la ciudadanía viene demandando desde el 15-M barrer todas estas
corruptelas que te he desgranado en mis misivas. Y si Podemos no se apresura a
articular un discurso con todo ello, y se conforma con seguir hablando de puertas
giratorias, perderá fuerza y muchos
votos entre los miles y miles de personas que demandan que se aborde la
corrupción en su conjunto y con claridad.
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