Madre mía, Nicolás, qué panorama más desolador el del país vecino: Una batalla entre la derecha y la ultraderecha y sin ningún candidato mínimamente progresista y de cambio al que votar. ¡Qué tristeza más grande!
Cómo será de triste y desesperanzadora la contienda, amigo mío, que la perdedora es una xenófoba y una racista consumada dispuesta a desalojar, si es preciso a palos, a todos los emigrantes de Francia y el ganador uno más, de la red económica y política de la Europa salvaje del austericidio y enemiga frontal de la Europa de los derechos sociales y de la solidaridad humana; es decir, anti solidaria con los refugiados, que huyen despavoridos de la guerra más cruel y genocida que imaginarse pueda.
Urge un frente europeo defensor de los derechos humanos y sociales y plenamente solidarios con los refugiados. Y mientras eso no sea así, la dignidad y la conciencia humana no tiene nada que celebrar y sí muchísimo de lo que entristecerse, dolerse y luchar
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