martes, 26 de septiembre de 2017

A por ellos, olé, olé. Qué vergüenza y cuanta miseria humana

No me cabe más pena en el alma. Cada vez es más difícil sentirnos españoles, por el riesgo de que a la buena gente nos puedan confundir con esa jauría de visceralistas que piensa poco y odian mucho, con esos hooligans que despiden a los refuerzos de la policía y la guardia civil hacia Cataluña al grito salvaje y violento de a por ellos, olé, olé.

Dar la opinión de lo que está pasando ahora no aporta nada relevante, nada que sirva para otra cosa, que no sea ratificar el por qué de un conflicto que quedó absolutamente resuelto en el año  2006,  y que ha roto un partido -sólo un partido- entonces en la oposición, que se empleó a fondo para destruir por completo todo lo construido.

El autor material de haber dejado el problema absolutamente resuelto se llama José Luis Rodríguez Zapatero. Sigue leyendo

Darle un diez por su talla de estadista en aquel momento sería quedarse corto, si no se le agregara la matrícula de honor. Al Cesar lo que es del Cesar. La valentía para traer las tropas de Iraq, el ensanchamiento de los derechos civiles y la forma magistral de resolver la cuestión catalana, merece los mismos elogios, que desprecio, convertirse después  en el iniciador de los recortes y de ponerse de rodillas a toda prisa en Bruselas ante los poderes fácticos.

Qué pena Jose Luis, si cuando te pusieron de rodillas hubieras dimitido y convocado elecciones, las habrías perdido, pero hoy serías de nuevo el indiscutible Presidente.

A lo que íbamos, Nicolás, el Estatuto de Cataluña aprobado en 2006, se hizo de una manera inigualable. Se hizo con un contenido igual o muy similar al andaluz y al valenciano, para que no cupieran agravios comparativos. Por otro lado, se cumplieron uno a uno, todos los requisitos legales: Aprobación en el Congreso y en el Senado (en el Congreso por una mayoría absoluta de 189 votos). Posteriormente se ratificó en el Parlament catalán. Y lo más trascendental de todo: Fue sometido a referéndum de los catalanes con el resultado de 73,9% de votos a favor y sólo un 13% en contra, porcentaje este último, que obedecía fielmente, al de independentistas en 2006

Ese referéndum era la garantía de un espinoso asunto finalmente resuelto, porque la historia de la humanidad había demostrado que no se había dado ni un solo caso de conflicto autonómico  o de cualquier otro carácter, que no haya quedado resuelto y zanjado cuando se ha sometido a referéndum con independencia de cuáles hayan sido los resultados.

La razón es bien simple: Una Comunidad cuando está enfrentada por posturas encontradas, se puede radicalizar cuando el poder interfiere a favor de una parte y contra la otra, pero si el problema lo resuelven ellos mismos votando, el conflicto queda resuelto  y respetado, cualquiera que sea el resultado; porque la ciudadanía entre sí no se enfrenta cuando las urnas han hablado y decidido; pero sí lo hace, si hay un factor externo, un poder, que mete las narices unilateralmente en el asunto.

¿Qué ha pasado en la cuestión catalana para que este caso sea la única excepción a la regla?

En términos históricos se podría decir, que "hasta es bueno" por aquello de que la excepción confirma la regla. Pero es muy doloroso y vergonzante para aquel país que nos ha tocado figurar de excepción, cuya culpa no la tenemos los españoles de bien, que nos alegramos del exitazo de que los propios catalanes le pusieran fin a un conflicto, donde los antecedentes hacían presagiar que sería muy difícil.

Pero claro no todos éramos españoles partidarios de la fraternidad y la convivencia entre distintos, de pensar con la mente y no con las vísceras; teníamos también, para nuestra desgracia, un partido de oposición impregnado de totalitarios, visceralismo, irracionalidad y catalanofobia, que decidió que todo valía con tal de volver al poder. Y no se le ocurrió mayor salvajada histórica (así constará en los libros de historia), que dedicar todos sus esfuerzos a impulsar la campaña más grande jamás conocida, concretada en una brutal catalanofobia por toda España.

Se pusieron a recoger firmas por todas partes, excepto en Cataluña, sumando la colosal cifra de 4.020.000 rúbricas de catalanofobia. El escenario más repetido durante la recogida era este “¿Quieres firmar contra el estatuto de los  catalanes? ¿Contra los catalanes? Venga, ¿donde hay que firmar? a ver si a estos catalanuzos les damos pal pelo de una puta vez”

Con tantos firmantes catalanófogos y la influencia que los mismos ejercieran entre sus más próximos ya tenía garantizado el PP su mayoría absoluta en las elecciones de 2011, adelantadas a 2010, incluso aunque no hubiera surgido la crisis.


A la par, el PP recurrió el Estatuto ante el Constitucional. Nada más y nada menos, que 114 artículos de los 150 que tenía el Estatuto, siendo el mismo, un calco del valenciano y del andaluz que nadie recurrió, cuyo fallo lo emitió el Constitucional en el año 2010 dejándolo absolutamente mutilado.

Esto cayó en Cataluña como una bomba,  que empezaron a ver al PP, no como adversarios, sino como auténticos enemigos, a partir de cuyo momento, el 13% de independentistas pasó en un abrir y cerrar de ojos al 28% y la subida continuó su curso hasta convertir los independentistas y no independentistas en dos partes casi iguales.

Ese fue el momento en el que los secesionistas de pro,  sabedores de que ni en sus mejores sueños podían suponer un chollo así, tiraron unilateralmente por la calle del medio, conscientes que no podrían construir unilateralmente la república catalana, pero que el gobierno se les echaría encima con medidas represoras y excepciones, que redundarían en un mayor aumento del independentismo, dado que un 80% querían ejercer el derecho a decidir y el gobierno no les dejaba.

Conscientes también, de que con esa brutal campaña de catalanofobia, el PP volverá a ganar las siguientes elecciones en España, con lo cual, el conflicto seguirá siendo irresoluble y los independentistas continuarán creciendo y convirtiéndose en una clara mayoría en Cataluña.

Soy agnóstico, creo, si  por tal se entiende mi desinterés por el debate entre religiosos y  ateos. La única vocación que me  centra y me guía es luchar contra las injusticias sociales y por un país de países plenamente democrático, tolerante, decente y con todos los ladronees que han robado del erario público en la cárcel, sin ninguna posibilidad de salir hasta que no devuelvan todo lo robado.

Pero si fuera creyente, rezaría las 24 horas de cada día, para que se produzca el milagro de un referéndum pactado en Cataluña y por sacar al PP del gobierno, sin cuyos dos hechos, no hay solución pacífica y fraternal posible con el pueblo catalán.




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