Me alegra que el cruce de dos cartas nos haya servido para ponernos de acuerdo en general sobre los antecedentes de la despoblación. Eso nos permite entrar ya en harinas y dedicarnos a comentar el panorama actual y todo lo que creamos que se puede hacer para invertir la tendencia.
Y bien, Nicolás, si hablamos de repoblación humana, lo primerísimo de todo será, creo yo, saber si existe gente suficiente que quiera vivir en los pueblos, como para que pueda ser viable un proceso de estas características.
A falta de encuestas con la pregunta concreta de: ¿Dónde prefiere vivir Vd., en la ciudad o en el campo?, que si las hay, no las he visto, me he documentado a través de..... los informes y estudios sociológicos que me han parecido más rigurosos y fiables y, asimismo, he constatado por mí mismo las opiniones y el sentir de mucha gente, y puedo asegurarte, que las tres conclusiones que aquí te expongo, están fuera de toda discusión y nos sirven para el tema que nos ocupa.
La primera, que vivir en el campo o vivir en la ciudad son, ante todo, dos opciones de vida muy distintas. Tan diferentes, que ni siquiera caben las comparaciones. La segunda, que para la gente en general son alternativas excluyentes y con la misma fuerza que cada quien defiende su opción, descarta la otra. Y la tercera, que nos hallamos en un proceso en el que decrece la atracción por vivir en la ciudad, al tiempo que la opción del medio rural va ganando terreno y recuperando dignidad; cosa lógica, por otra parte, porque la cantinela de que las grandes urbes suponían el paraíso y los pueblos el purgatorio, era tan artificial que, aunque no hubieran intervenido otros factores, el simple transcurrir del tiempo se hubiera bastado para desmontar semejante aberración.
Pero una cosa es la inclinación por una de las dos opciones y otra que las circunstancias nos permitan a todos vivir en el medio que deseamos. Quienes habitamos en el medio rural, no hay duda posible que vivimos donde queremos vivir, ya que es una opción a prueba de vocación, mantenida a contracorriente del pensar mayoritario y a pesar de las carencias en calidad de vida por la desatención política. No ocurre lo mismo, en cambio, con la gente que vive en la ciudad, en la cual, la insufrible masificación y otros factores negativos que se están agudizando, en los que ahora no entro, hace que las personas más proclives a vivir más relacionadas con la naturaleza y/o a retornar a sus raíces, se estén planteando vivir en el medio rural.
Son tendencias minoritarias, aunque significativas y en crecimiento, que de materializarse, servirían para darle un vuelco a la repoblación. Pero por ahora, es sólo una esperanza, que para transformarse en realidad necesita que esas gentes superen sus actuales condicionantes profesionales, laborales o familiares de los que no siempre es fácil desprenderse. Y por otro lado, como es lógico, que el mundo rural les ofrezca, aparte de aire, naturaleza y tranquilidad, otras condiciones dignas de calidad de vida, de las que te hablaré en la carta siguiente sobre despoblación
La emigración también puede ser otro elemento complementario que ayude a repoblar, pero sólo una parte de la misma, ya que en ellos se repite nuestro esquema, y la mayoría han venido con la idea de vivir en la ciudad, aunque vivan peor.
Y bien, Nicolás, si hablamos de repoblación humana, lo primerísimo de todo será, creo yo, saber si existe gente suficiente que quiera vivir en los pueblos, como para que pueda ser viable un proceso de estas características.
A falta de encuestas con la pregunta concreta de: ¿Dónde prefiere vivir Vd., en la ciudad o en el campo?, que si las hay, no las he visto, me he documentado a través de..... los informes y estudios sociológicos que me han parecido más rigurosos y fiables y, asimismo, he constatado por mí mismo las opiniones y el sentir de mucha gente, y puedo asegurarte, que las tres conclusiones que aquí te expongo, están fuera de toda discusión y nos sirven para el tema que nos ocupa.
La primera, que vivir en el campo o vivir en la ciudad son, ante todo, dos opciones de vida muy distintas. Tan diferentes, que ni siquiera caben las comparaciones. La segunda, que para la gente en general son alternativas excluyentes y con la misma fuerza que cada quien defiende su opción, descarta la otra. Y la tercera, que nos hallamos en un proceso en el que decrece la atracción por vivir en la ciudad, al tiempo que la opción del medio rural va ganando terreno y recuperando dignidad; cosa lógica, por otra parte, porque la cantinela de que las grandes urbes suponían el paraíso y los pueblos el purgatorio, era tan artificial que, aunque no hubieran intervenido otros factores, el simple transcurrir del tiempo se hubiera bastado para desmontar semejante aberración.
Pero una cosa es la inclinación por una de las dos opciones y otra que las circunstancias nos permitan a todos vivir en el medio que deseamos. Quienes habitamos en el medio rural, no hay duda posible que vivimos donde queremos vivir, ya que es una opción a prueba de vocación, mantenida a contracorriente del pensar mayoritario y a pesar de las carencias en calidad de vida por la desatención política. No ocurre lo mismo, en cambio, con la gente que vive en la ciudad, en la cual, la insufrible masificación y otros factores negativos que se están agudizando, en los que ahora no entro, hace que las personas más proclives a vivir más relacionadas con la naturaleza y/o a retornar a sus raíces, se estén planteando vivir en el medio rural.
Son tendencias minoritarias, aunque significativas y en crecimiento, que de materializarse, servirían para darle un vuelco a la repoblación. Pero por ahora, es sólo una esperanza, que para transformarse en realidad necesita que esas gentes superen sus actuales condicionantes profesionales, laborales o familiares de los que no siempre es fácil desprenderse. Y por otro lado, como es lógico, que el mundo rural les ofrezca, aparte de aire, naturaleza y tranquilidad, otras condiciones dignas de calidad de vida, de las que te hablaré en la carta siguiente sobre despoblación
La emigración también puede ser otro elemento complementario que ayude a repoblar, pero sólo una parte de la misma, ya que en ellos se repite nuestro esquema, y la mayoría han venido con la idea de vivir en la ciudad, aunque vivan peor.
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