Hasta ahora te he hablado, Nicolás,
de que los partidos viejos están incapacitados para combatir la corrupción y que
sólo se puede acometer con un partido nuevo en el gobierno. También te he
referido la necesidad de que Podemos suba el listón de su código ético. En esta
y sucesivas, te daré argumentos del porqué la escoba de Podemos para barrer la corrupción es, por ahora, una metáfora muy potente, pero con muy poco
discurso.
Me he leído y releído la resolución
aprobada por Podemos: Medidas urgentes
anti corrupción y me parecen flojas e insuficientes; pero me preocupan más,
los pocos argumentos y la orfandad de propuestas para erradicarla, que esgrimen
los dirigentes de Podemos cuando aparecen en los medios. He escuchado y leído muchos y buenos
razonamientos sobre la corrupción de gentes que no pertenecen a los viejos partidos
ni a sus rehalas mediáticas; pero, sin embargo, no recuerdo ninguna exposición de dirigentes
de Podemos, que me hayan dejado satisfecho. Te lo digo, Nicolás, con una mezcla
de esperanza y desazón. Me explico:
Con cierta esperanza, porque tengo
muy claro, que sólo con este nuevo partido en el gobierno existe la posibilidad
de barrer la corrupción. Y con mucha desazón, porque es una verdadera pena que
Podemos no tenga todavía un discurso anticorrupción bien articulado, que sería
un arma muy potente ante una ciudadanía harta
de tanta podredumbre y ansiosa de que un partido nuevo con opciones de gobernar,
coja el toro por los cuernos, haga un buen diagnóstico de esta repugnante lacra
y diga claramente cómo piensa atajarla para poder otorgarle su confianza, ya
que nadie cree, que la vayan a erradicar los mismos que la han creado y
mantenido durante más de treinta años seguidos.
Aun reconociendo que Podemos lleva poco tiempo en la arena política y que
se le acumulan las tareas a sus dirigentes, no alcanzo a entender cómo un
asunto de esta trascendencia y calado, no cuenta ya con un discurso
anticorrupción bien trabado, que no se limite a hablarnos siempre de las puertas giratorias, porque la
corrupción es más, muchísimo más,
que lo que se abarca desde esa metáfora.
No seré yo, Nicolás, quien le quite
importancia a las llamadas puertas
giratorias, que la tiene y mucha,
pues con ello se pretende expresar algo tan grave como es, que los poderes
económicos (troika, multinacionales, empresas estratégicas, etc) son quienes
gobiernan en gran medida nuestro país, mediante el soborno a los gobiernos de
turno y sin presentarse a las elecciones. Obvio es decir, que lo hacen en
beneficio de sus intereses y en contra del bienestar y las necesidades de la
inmensa mayoría de la gente, a la que no cesan de enviar a la ruina y a la
pobreza.
Hasta aquí, Nicolás, ningún
reproche al discurso anti corrupción de Podemos; pero sin salirnos de los
poderes económicos, hay otro fuerte
componente de corrupción amparado por la Ley, que Podemos apenas critica,
cuando su desenmascaramiento, debería ser una constante. Me refiero a los sobornos que la banca ha venido haciendo a los partidos del arco parlamentario, excepto
los nuevos, condonándoles más de ochenta millones de euros de deuda en total para tenerlos
bien cogidos por los cataplines. La banca nunca jamás da dinero a cambio de
nada. Dejaría de ser la banca. Los favores devueltos por los partidos a cambio de
las condonaciones tienen muchísimo que ver, con el apoyo a hechos tan brutalmente
antisociales como rescatar a los bancos a costa de la ciudadanía (lo inició
Zapatero y lo profundizó Rajoy) o con dar cobertura legal para que los bancos ejecuten
la
política criminal de los desahucios, por citar las dos consecuencias
más graves que han traído consigo las condonaciones
Todo este contubernio entre la
banca y las cúpulas de los viejos partidos, será todo lo legal que se quiera,
pero es auténtica podredumbre, es soborno con mayúsculas, es corrupción pura y
dura, es infinitamente más grave, aunque menos llamativo, que las tarjetas de los
consejeros de Caja Madrid, con el agravante, de que no se ha hecho a escondidas
de las ejecutivas de los partidos, sino con el consentimiento de
todos y todas las que pertenecen a las mismas.
Que los partidos pringados por el
soborno de las condonaciones y por las consecuencias tan vergonzosas e
inhumanas que ha tenido para la gente la devolución del favor, callen, es algo
que puedo entender, Nicolás, porque sólo podrían abrir la boca para hacer
autocrítica y pedir perdón; pero si nunca lo han hecho, menos lo van a hacer
ante esta canallada, en la que los mismos bancos que condonan deudas a los partidos,
aplican una política criminal de desahucios a sus clientes más humildes que se han
quedado en la ruina, amparados en la cobertura legal que les han proporcionado, precisamente,
los propios partidos condonados.
Pero que Podemos no denuncie sistemáticamente
este escandalazo, es algo, Nicolás, que a mí, no me cabe en la cabeza y más
cuando se trata de hechos y números verificables, que están publicados en un
sinfín de medios, aunque no hayan podido hacerlo con cifras del todo exactas,
por la resistencia de los partidos y del banco de España a ofrecer una
información tan repudiable. Aún lo entiendo menos, cuando en el portal de entrada
a la web de Podemos se dice: No pedimos dinero a los bancos. Nuestra
financiación depende de gente como tú. Colabora, que indica bien a las
claras que son conscientes del gran riesgo de podredumbre que conllevan los amoríos con la banca.
Sólo cabría pensar, por exclusión, que
Podemos, consciente de que se acercan citas electorales, no denuncia las
condonaciones y sus consecuencias, porque no quiere jugar con ventaja en los
comicios; pero esto tampoco me cuadra, Nico, porque semejante grado de misericordia
y bondad con el adversario no me lo supongo, ni siquiera en una contienda entre
ángeles del cielo.
Sea por lo que sea, lo cierto es,
que ni al mismísimo Fernando VII se lo pusieron tan fácil. Seguiremos hablando
de corrupción, Nicolás, que, como te he dicho al principio, es mucho más que las puertas giratorias.
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