No es por casualidad, Nicolás, que Zapatero haya propuesto, al fin, un pacto de estado. Es la consecuencia de que el Presidente, su partido y su gobierno están siendo los damnificados por la crisis. Su credibilidad, según todas las encuestas, cae en picado y sus posibilidades de repetir mandato, por ahora, se han esfumado. Ante semejante adversidad, no les quedaba otra, que cambiar la manera de abordar la crisis; si no por convencimiento, sí por la necesidad de frenar la caída y tratar de invertir la tendencia
El desacertado análisis de la crisis, negándola al principio ydiciendo después a cada momento, que al trimestre siguiente se empieza a remontar, mientras la realidad se encarga de demostrar que es larga, profunda y con grandes consecuencias sociales; el empecinamiento de gobernar en solitario sin entender y asumir que estamos ante una situación que desborda por completo a este gobierno y a cualquier otro que hubiera, y que exigía desde el inicio conseguir un pacto de estado, siquiera fuera para sintonizar con el deseo de unir esfuerzos que demandan la mayoría de los ciudadanos y, unido a ello, otros importantes errores y desatinos en la acción de gobierno, derivados en varios casos de la propia dificultad de gobernar en solitario en estas duras circunstancias, son las principales causas que explican, a mi modo de ver, el porqué del declive electoral del PSOE y de que Zapatero se haya visto obligado a cambiar la manera de hacer política y proponer, al fin, el pacto de estado.
Esos errores socialistas le iban de maravilla, electoralmente hablando, al PP. Este partido solo tenía que esperar a que llegaran las elecciones para conseguir el poder sin más méritos que los errores de su adversario. Y por si el proceso de deterioro del PSOE no marchaba a buen ritmo, ahí estaba su fácil recurso político de confrontación exacerbada para acelerarlo. Así se las ponían a Fernando VII.
Sin embargo, por más que queden camufladas las irresponsabilidades del PP y de los otros partidos ante la crisis, éstas en el fondo son las mismas que las del PSOE; pues si bien es cierto, que es al que gobierna a quien le corresponde tomar la iniciativa de proponer el pacto de estado que se necesita y que ha dejado pasar dos años sin hacerlo; no lo es menos, que al resto de las fuerzas políticas nadie les impedía pedirlo y, sin embargo, no han abierto la boca al respecto durante ese tiempo. Aquí todos han estado tan preocupados de hacer cálculos electorales, como enajenados del prioritario deber de impulsar la política de pacto de estado que necesitaba el país y la gente para salir cuanto antes y lo mejor posible de la crisis. Y ha tenido que suceder, que a una fuerza -a la que gobierna- le fallaran sus previsiones electorales, para que ésta cambiara su política y empezara a mover ficha a favor de ese necesario pacto de estado.
Es importantísimo que los ciudadanos seamos conscientes de que nuestro malestar con los partidos políticos ha sido el factor determinante que les ha obligado a sentarse alrededor de la mesa a intentar hacer ese pacto. Lo digo, porque no podemos bajar la guardia dado que los populares siguen resistiéndose al pacto de estado. Aquí no puede haber otra que: o el PP se integra en la propuesta de verdad y con voluntad, o que la ciudadanía le haga pagar las consecuencias de su insolidaridad, como antes lo ha hecho con el PSOE, por no actuar como debía. Y esta medicina debe servir también para cualquier otro partido, sea el que sea, que no quiera ir más allá de los pactos puntuales, los cuales servirían de muy poco en esta crítica situación.
Tras lo dicho, Nico, a través de estas tres cartas casi correlativas sobre el tema; solo me queda hablarte de los tres escenarios posibles que se abren en la negociación, dos de los cuales -los más probables- no tienen nada que ver con lo que es un pacto de estado y cambiarían poco las cosas. El domingo o el lunes te los comentaré
El desacertado análisis de la crisis, negándola al principio ydiciendo después a cada momento, que al trimestre siguiente se empieza a remontar, mientras la realidad se encarga de demostrar que es larga, profunda y con grandes consecuencias sociales; el empecinamiento de gobernar en solitario sin entender y asumir que estamos ante una situación que desborda por completo a este gobierno y a cualquier otro que hubiera, y que exigía desde el inicio conseguir un pacto de estado, siquiera fuera para sintonizar con el deseo de unir esfuerzos que demandan la mayoría de los ciudadanos y, unido a ello, otros importantes errores y desatinos en la acción de gobierno, derivados en varios casos de la propia dificultad de gobernar en solitario en estas duras circunstancias, son las principales causas que explican, a mi modo de ver, el porqué del declive electoral del PSOE y de que Zapatero se haya visto obligado a cambiar la manera de hacer política y proponer, al fin, el pacto de estado.
Esos errores socialistas le iban de maravilla, electoralmente hablando, al PP. Este partido solo tenía que esperar a que llegaran las elecciones para conseguir el poder sin más méritos que los errores de su adversario. Y por si el proceso de deterioro del PSOE no marchaba a buen ritmo, ahí estaba su fácil recurso político de confrontación exacerbada para acelerarlo. Así se las ponían a Fernando VII.
Sin embargo, por más que queden camufladas las irresponsabilidades del PP y de los otros partidos ante la crisis, éstas en el fondo son las mismas que las del PSOE; pues si bien es cierto, que es al que gobierna a quien le corresponde tomar la iniciativa de proponer el pacto de estado que se necesita y que ha dejado pasar dos años sin hacerlo; no lo es menos, que al resto de las fuerzas políticas nadie les impedía pedirlo y, sin embargo, no han abierto la boca al respecto durante ese tiempo. Aquí todos han estado tan preocupados de hacer cálculos electorales, como enajenados del prioritario deber de impulsar la política de pacto de estado que necesitaba el país y la gente para salir cuanto antes y lo mejor posible de la crisis. Y ha tenido que suceder, que a una fuerza -a la que gobierna- le fallaran sus previsiones electorales, para que ésta cambiara su política y empezara a mover ficha a favor de ese necesario pacto de estado.
Es importantísimo que los ciudadanos seamos conscientes de que nuestro malestar con los partidos políticos ha sido el factor determinante que les ha obligado a sentarse alrededor de la mesa a intentar hacer ese pacto. Lo digo, porque no podemos bajar la guardia dado que los populares siguen resistiéndose al pacto de estado. Aquí no puede haber otra que: o el PP se integra en la propuesta de verdad y con voluntad, o que la ciudadanía le haga pagar las consecuencias de su insolidaridad, como antes lo ha hecho con el PSOE, por no actuar como debía. Y esta medicina debe servir también para cualquier otro partido, sea el que sea, que no quiera ir más allá de los pactos puntuales, los cuales servirían de muy poco en esta crítica situación.
Tras lo dicho, Nico, a través de estas tres cartas casi correlativas sobre el tema; solo me queda hablarte de los tres escenarios posibles que se abren en la negociación, dos de los cuales -los más probables- no tienen nada que ver con lo que es un pacto de estado y cambiarían poco las cosas. El domingo o el lunes te los comentaré
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