martes, 9 de marzo de 2010

Y pacto de estado (IV). Hoy te hablo, Nicolás, desde la desesperanza

Es la primera vez, Nicolás, que te hablo desde la desesperanza y sin ganas.

La causa es esta: Después de dedicar varios días seguidos a leer editoriales y artículos en un sin fin de medios y de escuchar a destajo declaraciones y tertulias en los diversos canales de televisión y emisoras de radio para conocer el máximo de opiniones sobre el pacto de estado; después de tanto husmear, no he encontrado nada que me indique con claridad, que alguna fuerza política quiera de verdad el pacto de estado o, al menos, no como yo lo entiendo.
Por el contrario, la mezquindad y sectarismo que rezuman los líderes políticos y sus irredentas cohortes mediáticas es tanta, que no veo resquicio alguno por el que pueda colarse un pacto de esta naturaleza.

En fin, Nico, aunque sólo sea por dejar testimonio escrito, paso a exponerte cómo concibo yo el pacto de estado y las ventajas que le veo a esta fórmula sobre cualquier otra, de cara a salir cuanto antes y lo mejor posible de la crisis.

Un pacto de estado no es la imposición de la fuerza que gobierna a las otras ni viceversa, sino un acuerdo sin imposiciones entre todas ellas, que sólo es posible alcanzar con generosidad y concesiones mutuas. No consiste tampoco en hacer acuerdos sobre medidas puntuales; sino sobre aquellas -no tienen por qué ser muchas- que sean esenciales y suficientes para una actuación eficaz contra la crisis. En cuanto a fuerzas, sólo cabe hablar de pacto de estado si están en él, al menos, los dos principales partidos del país. Para que su puesta en marcha sea eficaz, es imprescindible que todos los pactantes trabajen en la misma dirección y que la acción de gobierno se realice con la participación de todos ellos, sea formando parte del gobierno, sea a través de un órgano paralelo de control y seguimiento.

Por otro lado, el pacto de estado aporta cuatro ventajas esenciales, que no son posibles desde la gobernabilidad en solitario, ni con acuerdos puntuales con tales o cuales fuerzas. Son las siguientes:

1ª) Generar confianza. Trasmitir un mensaje de unidad de esfuerzos es condición sine qua nom, para generar la confianza que precisa la reactivación de la economía que, en las presentes circunstancias, no es posible conseguir si no es reactivando antes a la propia sociedad, cuya desmoralización, miedo e incertidumbre ha conducido a su paralización y que, en la medida que perciba seriedad, unidad y compromiso desde arriba, se empezará a dar cuenta que se halla ante un escenario mucho más seguro y fiable que antes y, en consecuencia, empezará a arriesgar más y dar pasos hacia adelante.

2ª) Ausencia temporal de confrontación política. Esta ausencia de confrontación partidista, que sólo es posible en el contesto de un pacto de estado, sirve para reconciliar, al menos temporalmente, a la ciudadanía con los partidos, cuya actual desafección es muy fuerte como consecuencia del rechazo que producen los enzarzamientos políticos en unos momentos en que tanto se precisa dejarse de peleas y centrarse en la unidad de esfuerzos, que la gente les demanda. Sirve, además, para que las medidas que se pongan en marcha no pierdan su eficacia como ahora, por llegar contaminadas o con dudas a la gente; con media sociedad diciendo, que vale y otra media, que de ningún modo.

3ª) Disponer de todas las vías creíbles para trasladar los mensajes a la sociedad. La gente suele darles más credibilidad o menos a las propuestas políticas en función de quien sea el emisor, lo cual es un gran problema para que las mismas penetren en la sociedad, pero que resuelve perfectamente un pacto de estado, ya que forman parte de él todos los posibles trasmisores y ello garantiza la conexión de los pactantes con la práctica totalidad de las sensibilidades y de los sectores sociales.

4ª) Implicar a todas las Instituciones. Es imprescindible para la puesta en marcha de las medidas del pacto de estado, que el conjunto de las instituciones se impliquen en su plasmación. Pero éstas no son sólo el Gobierno y el Parlamento de la Nación, sino también las CCAA, las Diputaciones y las Corporaciones Locales, gobernadas casi todas ellas por el PP y el PSOE, por lo cual, el pacto de estado es la única garantía para la implicación de todo el entramdo institucional y con ello, conseguir que las medidas desciendan y se apliquen en todos los ámbitos.

Estas grandes ventajas son imprescindibles para sacar a la sociedad de su desmoralización e incertidumbre, devolverle la confianza, dinamizarla y que eche a andar, pero un gobierno en solitario no las puede aportar, ni con pactos puntuales tampoco; sólo son posibles en el marco de un pacto de estado.

En las medidas a pactar, Nicolás, por ahora no quiero entrar. Y no lo hago, porque estoy convencido absolutamente que si de verdad quisieran los partidos hacer un pacto de estado, si de verdad lo consideraran su tarea prioritaria, si de verdad fueran sensibles a lo que les está demandando una buena parte de la ciudadanía, las medidas a pactar no serían jamás el impedimento para no lograrlo.
En el hipotético caso de que alguna vez se sentaran las fuerzas políticas alredor de una mesa con el firme propósito de conseguir el pacto de estado, ya te hablaría de medidas, Nico. Pero no creo que tal cosa vaya a suceder, por más que sea tan nececesario y lo demande la gente. Ojala me equivoque.

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