Hola, Nicolás, tal y como el ministro de Sanidad iba anunciando el viernes las
11 medidas para todo el país contra el Covid19, consensuadas con todas las CCAA,
me iban apareciendo sentimientos encontrados.
Algunos puntos me parecían bien y me aportaban optimismo; algún otro, escepticismo y los dos principales(residencias de mayores y la atención primaria sanitaria) gran
pesimismo y decepción. Y, por último, perplejidad, al comprobar, que ni siquiera
se había abordado el gravísimo problema de la masificación del transporte
público, ni las urgentes y complejas medidas de la apertura de los colegios y de
la docencia en general.
Pero como bien sabes, Nico, no me gusta quedarme nunca
en las primeras impresiones (conocimiento sensitivo) y analizo la cosas todo lo
a fondo que puedo antes de exponerlas (conocimiento consciente), ya que como
dice el refrán: Del dicho al hecho, hay mucho trecho, Y si se trata de promesas
políticas, me atrevo a decir, que más que mucho trecho, hay un abismo.
Imposible, Nicolás, responderte en una sola carta a todo lo que, a mi juicio,
tengo que decirte. Y no porque no lo haya madurado, he echado muchísimas
horas a constatar experiencias propias y de otros países y al análisis y
conclusiones que se desprenden para España. Pero como el tema es tan serio y mis
discrepancias tan hondas en algunos puntos vitales, me veo en la necesidad de
hacer mis exposiciones con la máxima seriedad y, a la vez, con valentía, para
que no se me quede nada sin exponer, por muy crudo que sea, o porque moleste a alguien sea de la cuerda que sea.
Entro en harinas,
Nicolás.
Parto de tres errores esenciales que se han cometido: El primero es,
que en vez de prevenir y adelantarse a los acontecimientos en lo político, se ha ido siempre por detrás de los mismos. El segundo, el gran error de la desescalada por provincias y con mucha precipitación, causa principal de extender el virus por todo el país, de lo que ya te he puesto al corriente en
la carta carta anterior. Y el tercero, que en vez de apostar por liquidar el
virus, se ha optado por convivir con él, con tal de activar a toda prisa la
economía, centrándose en ella, casi en exclusiva y dejando postergadas medidas
sanitarias muy urgentes, que ya se deberían haber tomado hace meses.
Las
consecuencias negativas no pueden ser más evidentes: El primer país de Europa en
rebrotes y reactivación de contagios y por eso mismo, hundiendo cada vez más la economía. “Vísteme despacio que llevo mucha prisa”, Qué refrán más sabio! Y qué precio mas caro estamos pagando por no tenerlo en cuenta!.
De acuerdo con la
filosofía de convivir con el virus y emplear todas las energías y tiempo en
echar a andar la economía, los caga prisas de los poderes económicos aprietan
muy fuerte para consolidar este discurso unilateral, utilizando a tope todos sus
grandes recursos mediáticos, se meten en el bolsillo a sus acólitos políticos de la triderecha
y arrastran y meten al gobierno en el mismo
discurso economicista, dejando todos de lado, gobierno incluido, la puesta en marcha de las medidas sanitarias vitales que urgía tomar.
Para colmo, la mala imagen sanitaria creada de nuestro país a causa
del vivero de rebrotes, la han magnificado todavía más los principales países
emisores de nuestro turismo, poniendo trabas y metiendo miedo a sus ciudadanías
para que no vengan a España, por más que fuera este su lugar preferido habitual. ¿Y por qué?. Pues obvio, porque la situación
tampoco es buena en esos países y retener a sus gentes en sus respectivas
naciones, les venía que ni de perlas, para ir mejorando su consumo
interno.
Las medidas que considero positivas y las que no
Yendo ya, Nicolás, a analizar las
medidas acordadas entre el ministro de Sanidad y las CCAA y empezando por las
que me parecen positivas, decirte:
Que me parece muy bien cortar de raíz el ocio
nocturno y el botellón; aunque me parecerá mejor si las sanciones que se
apliquen a quienes se las salten, se les aplicaran multas elevadas o cualquier otra sanción
ejemplar.
Hay que ser muy irresponsables e inhumanos para asistir adrede donde
se pueda coger el virus, teniendo treinta o cuarenta mil muertes a nuestras
espadas, fallecidas del modo más horrible y en la mayor soledad que quepa
imaginarse, cuya mortandad va repuntando de nuevo día tras día. Y muy falsos, cínicos y mala gente, para ir al día siguiente al trabajo y
a casa con cara de no haber roto un plato, cuando saben que tienen las máximas
posibilidades de llevar el virus ya consigo y contagiar a su propia familia, a
sus compañeros de trabajo y a sus amigos.
También me parecen acertadas las medidas relativas a
los restaurantes y terrazas y a impedir las celebraciones, divertimentos y
reuniones de amigos y familias de más de 10 personas. Y, asimismo, prohibir fumar
en los espacios públicos cuando se esté a menos de dos metros de otras personas.
Pues los datos que se van contrastando demuestran que por estas vías se han
producido una parte importante de los nuevos contagios y, en estos casos, los que
se saltan las normas no son jóvenes por lo general.
Igualmente, Nicolás,
considero una idea excelente la creación de los llamados grupos burbuja; es decir relacionarse
entre un núcleo reducido de las personas más queridas y afines y, a su vez,
evitar cualquier relación con personas de las otras burbujas. La eficacia de los
grupos burbuja para el rastreo han demostrado una gran eficacia en los países
asiáticos, en Nueva Zelanda y en algunas naciones europeas nórdicas, donde se
han aplicado.
Hasta aquí las medidas que, a mi juicio, merecen una valoración
positiva, ya que sobre las restantes y las ni siquiera han abordado aún,
estoy muy decepcionado y te prometo, Nicolás y a Vds los lectores, el máximo esfuerzo por aproximarme a la verdad lo máximo posible (la verdad absoluta no existe, pero la proximidad a la misma, sí). Podría pasarme a las filas mayoritarias de la mentira,
la hipocresía y el sectarismo, para que parezca que no está ocurriendo nada
grave. Obvio, Nicolás, que desde el fariseísmo me ganaría menos enemigos, pero mi dignidad y mi tranquilidad de conciencia, quedaría como para tirarla a la basura. Así que, la verdad por delante por áspero y crudo que sea el contenido de las dos siguientes cartas que publicaré a continuación de la presente sobre las residencias, la atención primaria sanitaria, la masificación de los trasportes y la apertura del nuevo curso de la docencia en general.
Reflexiones finales complementarias de lo dicho hasta aquí
No quiero terminar la presente, Nicolas, sin rechazar la estigmatización que se viene
haciendo de la gente joven, cuando el 95% de ella, viene manteniendo un
comportamiento sobresaliente. Lo malo, en este caso es, que de poco sirve su
buena actitud y la de todos los demás, ya que al virus le sirve con tener
medio millón de personas antisociales y botarates que se dejen contagiar, para
desde ellas seguir extendiéndose de nuevo por todo el país e incrementando su
horrible mortandad. De ahí que no quepa otra opción que sanciones antes dichas para extirpar los grupos de estas personas desalmadas, donde por cierto,
no todas son menores de 25 años.
Insisto y reitero: mi más sentida felicitación
a la abrumadora mayoría de gente joven y mi más absoluto repudio a esa minoría
de desalmados que, aunque muy minoritaria, le basta y le sobra al maldito virus,
para seguir extendiéndose a través de ellos por todo el país y seguir dándose
festines, sobre todo en las residencias de mayores.
Bien es cierto, que la gente, cuanto más joven, peor lleva los sacrificios y, especialmente, los
confinamientos. Es más duro para una persona joven confinarse un mes, que para
una persona mayor confinarse un año. De hecho, casi todos los mayores de 70 años
en adelante, aún seguimos confinados o semiconfinados y preparados para seguir
así todo el año o más tiempo si hace falta.
Pero esta abismal diferencia no la
podremos entender si la reducimos al simplismo de que son cosas naturales propias de la edad. No y mil
veces, no. El fenómeno, en esta ocasión, es más complejo y no podremos entenderlo los mayores si
no nos ponemos en el lugar de la juventud, ni
tampoco lxs jóvenes. Ni tampoco ellxs a nosotrxs, en cuanto a capacidad de sacrificio, si no se ponen en nuestro lugar.
Ocurre, simplemente, que los mayores nacimos en medio
de las calamidades y estrecheces que nos dejó la guerra, incluido el hambre, lo
cual nos dotó de una excepcional capacidad de sacrificio y resistencia,´que son
las herramientas que nos hace mucho mas capaces para soportar la dureza y las dificultades por duras que sean, en comparación con las de las nuevas generaciones, que se lo han dado casi
todo mamado y, por suerte para ellas, no han pasado por esos constantes dificultades que tuvimos que soportar, quienes ahora peinamos canas.
Tener una u
otra edad siempre influye, pero en esta ocasión, la gran diferencia para
resistir proviene de las situaciones abismalmente distintas que nos ha
tocado vivir a unxs y a otrxs.
Y, eso sí, Nicolás, hay algo que sólo se puede
adquirir con los años: La experiencia, gracias a la cual, somos mucho más
prevenidos y sabemos protegernos mejor. Se nos dice que ha bajado mucho la edad
media de los contagiados, algo que es de cajón, porque ser más mayores no nos
hace más idiotas; sino más sabios; de ahí que casi todas las personas entradas
en años hayamos decidido seguir confinadas hasta que escampe, sin que nadie nos
lo haya pedido.
La gran pena, la gran rabia, es que las residencias de mayores
sigan siendo aún logares tan fáciles para el Covid19. Si no fuera por el drama de las
residencias, puede que las personas mayores contagiadas ahora no llegaran ni a
cien.
En la próxima, abordaré la atención a la asistencia primaria sanitaria y
las residencias de mayores, cuya misiva será tan dura, como cruda y caótica es la realidad en ambos casos. Hasta pronto, Nico