Foto icónica de la Revolución de los Claveles
Días atrás, Nicolás, sin esperarlo, tuve la ocasión de mantener una conversación con un amigo que tengo desde antaño melonar. Sin saber por qué iniciamos el debate sobre la diferencias entre Portugal y España. Y todo, porque se me ocurrió decirle algo que no tengo meditado pero que, en principio, me atrae: ¿Cómo te suena a ti, a bote pronto, “Federación o Confederación Republicana de los pueblos Ibéricos”?
Me dijo, que no le sonaba mal, pero
que eso es casi un impensable, aunque sólo sea porque los portugueses están
mucho más atrasados que nosotros en todo.
Le respondí: Si te parece vamos a
hablar sólo de España, porque, efectivamente, yo también creo que no cabe
hablar de ningún acercamiento con nuestros hermanos portugueses, pero
justamente por razonas opuestas a las tuyas; es decir, porque los lusitanos nos
vienen dando desde 1974 hasta hoy unos ejemplos tan extraordinarios de humanidad,
de altas miras, de patriotismo auténtico y de dignidad política, que dudo mucho
que seamos capaces de asimilarlos y aplicarlos alguna vez nosotros y nosotras en nuestro país.
Mi amigo me confesó: He leído casi
todo lo que has opinado sobre Portugal en tu blog y, en general, no estoy de
acuerdo en casi nada y me hizo una propuesta: En vez de hablar ahora de esto, ¿por
qué no condensas en una sola carta a
Nicolás, lo esencial de lo que piensas sobre la política portuguesa y la
comparas con la de nuestro país? Te prometo meditarla y después buscamos la
forma de tener otro debate a ver si me convences, te convenzo o al menos vemos en cuánto coincidimos?
Le contesté: No sé si seré capaz de
sintetizarlo en una sola carta, si puedo lo haré; si no tendrían que ser dos;
pero me parece una buena idea, porque la política en nuestro país se ha
dogmatizado tanto por las burocracias personalistas políticas desde arriba y se ha asumido de un
modo tan acrítico y seguidista por mucha gente desde abajo, que quizás
debatiendo sobre la política de otro país distinto primero, podamos ser después más objetivos y
más proclives a ver la realidad en el ojo propio y al imprescindible consenso que precisamos todas y
todos los que queremos un gran cambio en España.
De cuestiones que se puedan avalar con hechos, ya que en la
época que vivimos de mentiras y de promesas genéricas para poder incumplirlas mejor
después, basarnos en los hechos y sólo en ellos, es la única forma posible de entendernos
y de separar la paja del grano. En concreto –le dije- te hablaré de la ruptura democrática contra el salazarismo del país
hermano con un apartado especial a la Revolución de los Claveles. Y,
asimismo, del famoso “pacto a la Portuguesa” sellado en la etapa de la primera
crisis y, finalmente, de cómo han gestionado allí esta horrible Pandemia
Por último, me pidió mi buen amigo, que no hiciera alusión
alguna a su nombre, porque a él le gusta proteger su anonimato. Por mi parte,
le aclaré que en la carta o cartas hablaría sólo de Portugal, sin hacer
comparaciones con la practicada a los mismos efectos desde España y que tales
cotejos ya los haríamos a posteriori.
El amigo se mostró de acuerdo y a ello iremos en la próxima carta.
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