lunes, 30 de enero de 2017

Mi partido, Nicolás, se llama: La gente humilde y la solución a sus necesidades más perentorias

Sí hombre, sí, Nicolás, no tengo ningún inconveniente en responderte a la crítica que me haces  en relación a mis cartas anteriores relativas a que, aunque sea muy difícil, no están cerradas las puertas a que en nuestro país pueda haber un cambio real dentro de dos años escasos. Si me lo permites, te contesto por el blog en vez de por whatsapp, por si alguno de sus lectores hubiera sacado conclusiones parecidas a las tuyas.

Al haberte hablado de las dos premisas previas que se tienen que  cumplir para que pueda ser posible el cambio real a corto plazo, me dices literalmente:  “Tus cartas dan la impresión de  que pareces casi más de Pedro Sánchez que de Podemos, cuando sabes que el comportamiento de Sánchez con Podemos fue la causa de que no hubiera un pacto de cambio a la Valenciana, al preferir pactar con Cs, la marca blanca del PP, y que la cantinela de que NO daban las cifras para ese pacto, esgrimido por los socialistas era un puro cuento, ya que daban de sobra como tú mismo demostraste en otras cartas y más aún, cuando sumar el apoyo del PNV estaba tirado”  

Por partes, Nicolás, mi partido  no es Podemos, ni el PSOE, ni ningún otro, mi partido se llama la “gente humilde y la solución a sus necesidades mas perentorias” donde entra también la lucha contra la despoblación que es un problema tan dramático como urgente de solucionar. Quien defienda a este partido a su lado me tendrá.

Yo, Nicolás, no vengo ahora a la política de partidos (la de luchar por la gente y contra las injusticias nunca lo dejé), sino que regreso  de nuevo, tras haber militado ya ocho años con anterioridad. De ellos he extraído la experiencia, común a todos los partidos, que la mayoría de la gente accede a militar en ellos con buenas intenciones, pero luego se encuentra con unos dirigentes defendiendo su posición de privilegio y su sillón por encima de todo, haciendo componendas entre ellos tú me apoyas aquí y yo te apoyo allí;  y ensimismados en esas disputas, la gente y sus problemas acaban pasando a segundo plano.

Y no sólo se encuentra el nuevo militante con el problema de unos dirigentes centrados en su causa y perdidos para la causa de la ciudadanía, sino con muchísimos militantes más, que aún no tienen puestos de privilegio y poder pero que acaban envenenándose del ambiente que se respira en ellos, se convierten en aspirantes a alcanzar privilegios y poder y se dan cuenta que para ello, el principal mandamiento es ser sumisos y mostrar la obediencia debida para que los de arriba no les cierren el paso, porque moverse significa no salir en la foto

Así, pues, Nicolás, mi experiencia me dice, que esas políticas internas que se llevan los  partidos, los va convirtiendo en un fin en sí mismo, en vez de ser una mera herramienta al servicio de la gente, mi partido. No me considero un líder de esas malas artes durante mi tiempo de militancia, pero tampoco un santo, tampoco una persona que no haya caído nunca en esos juegos. Pero lo cierto es, que ahora, con la experiencia y el trascurrir del tiempo, no hay nada que me repele más, sobre todo porque la lucha por los deslegítimos intereses particulares, partidistas y de poder, enajena de lo que realmente importa, la defensa de los intereses de la ciudadanía.

Esa es la razón por la que me inscribí en Podemos, queriendo creer que, por fin, la política se podría hacer de otra manera, que el ego y la lucha por el poder importaría poco o nada, que la participación real y efectiva desde abajo, desde los círculos, sería la manera democrática de decidir y actuar, que Podemos aceptaría, al fin, ser una herramienta para el cambio y no un fin en sí mismo y que en el centro de todo estarían siempre, siempre, siempre los intereses de la ciudadanía.

Desafortunadamente, ya veo que no es así o, al menos, no tan así, y que en Podemos están aflorando también egos y pugnas de poder que como te digo, Nicolás, tanto me repelen

Dicho lo anterior, no quiere decir que todo me de igual y que todo me va a dar lo mismo gane quien gane. No, eso, no; entre otras razones porque después  de que Pedro Sánchez base su campaña en la  defensa de la militancia y en darle voz y, sobre todo, en ser el único dirigente que ha hecho autocrítica pública de sus errores, reconociendo públicamente algo de tanta trascendencia como  que hay que aliarse a Podemos para gobernar, eso ya no tiene vuelta atrás y supone una puerta a la esperanza de primer orden y lo digo con gran satisfacción, aunque me traiga la consecuencia de que me puedan tildar de pedrosanchista. Me da igual, lo que me digan los impregnados de sectarismo partidista, porque mi partido ya te he dicho, Nico, que se llama “la “gente humilde y sus necesidades más perentorias” y si me diera de baja en Podemos en el caso que salieran divididos de Vista Alegre, no te preocupes, que no será para militar en el PSOE o IU, será para seguir luchando sin inscripción alguna.

No obstante, tras que Sánchez haya hecho autocrítica y se presente a primarias, no me cabe en la cabeza que Podemos no se esfuerce por conseguir una unidad digna en Vista Alegre y un compromiso cerrado de remar todos en la misma dirección, ya que no hacerlo, significaría renunciar de antemano  a la posibilidad que se abre de que pueda haber un cambio real en dos años a todo lo más tardar.

Si no lo hace, no creo que se lo perdone la ciudadanía, Nicolás. Yo por lo menos NO, porque eso significaría haberse cargado, nada menos, que toda esperanza de cambio a corto plazo, o sea, haberse cargado a mi verdadero partido: Solucionar las principales necesidades de la gente.

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