Lee
despacio la carta, Nicolás, y con la máxima tolerancia que puedas. La misma
tolerancia que le pido a los lectores.
Lo
digo, porque es un tema muy sensible, lleno de prejuicios, rechazos, estigmatizaciones y tabúes. Y también con ideas distintas y hasta opuestas. Por
lo cual, cuanto mayor sea la tolerancia y el respeto al abordar este asunto,
mucho mejor para la convivencia de todas y todos en un tema tan sensible.
Empiezo
reproduciendo un post que he colgado en mi FB: “Igual de vital e inalienable es la libertad individual para vivir que para morir. O la Eutanasia parte de ahí, o se quedará en una mera ley
suavizada de “cuidados paliativos”.
Es
preciso profundizar más en el mensaje. Lo haré con respeto, pero sin
prejuicios y con valentía, llamando las cosas por su nombre y con el sano deseo
de poner un grano de arena, en el sentido de que vayan perdiendo fuerza los tabúes y los
estigmas, que no dejan de ser reminiscencias opuestas a la libertad individual, al sentido común y a las
ideas razonadas.
Empiezo
por mostrarme como soy que, en forma de mensaje, consta en la cabecera de mi
blog: “Ni de derechas, ni de izquierdas. Mejor de delante. Mejor
multirupturista democrático” Así mismo, no me siento ni ateo, ni creyente.
Me siento y soy agnóstico, no tanto por convencimiento, como por considerar que para ser justo, honesto, digno y buena persona, tanto individual como socialmente, que es lo que deseo e intento, no preciso de creencias añadidas, porque me basta y me sobra con ser lo más fiel posible a los principios descritos, que son los que de verdad me atraen; aunque a buen seguro que fallaré muchas veces.
Una
Ley que dé respuesta a los retos actuales
La
Eutanasia, Nicolás, es un tema de especial relevancia social y de rabiosa actualidad,
porque es ahora, y no antes ni después, cuando se aprobará la Ley que, a juzgar
por el anteproyecto presentado por el PSOE es restrictiva y no acorde con la
realidad del siglo XXI
Para
mí, la libertad plena para vivir o para morir es un derecho privado e inalienable de cada persona. Es un asunto íntimo y personalísimo
de cada ser humano. Nada ni nadie, que no sea la propia persona, tiene el menor
derecho a inmiscuirse en esa privacidad, tanto para ejercer su libertad
de vivir como de morir. Pero cambia mucho que la ley recoja plenamente estos principios a que les ponga restricciones, porque la ley se utilizan después por malas gentes con mando en tropa como herramienta para condicionar y desnaturalizar la conciencia de la gente, con el fin de que sigamos con los mismos estigmas y rechazo social a la eutanasia.
El
mismo respeto tengo, Nicolás, hacia quien por razón ideológica o religiosa decida
defender su derecho personal a la vida en cualquier circunstancia, que el deseo para mí que no baso en ningún principio ideológico o religioso externo a mi persona.
Si
lo vemos desde la óptica de la opinión pública, el 75% de la ciudadanía
española es favorable a una Ley de Eutanasia, a tenor de la media de todas
las encuestas que se conocen. Luego, por este lado, no caben objeciones al
sentir mayoritario.
Pero con ese sentir general, a mi juicio, no basta, Es trascendental aterrizar en la realidad y demandar que la Ley recoja adecuadamente los supuestos que las
circunstancias exijan; los que demanden las enfermedades más relacionadas con
la Eutanasia. Entre ellas, encontramos dos que, por el alargamiento de la
esperanza de vida y otras causas, han dado un salto cuantitativo colosal; impensable hace tan solo cincuenta años.
Tales
son, al menos: los llamados comúnmente infartos cerebrales y los casos de
alzhéimer severo, que dejan a muchas decenas de miles de personas con una vida
fisiológica pero en estado de absoluta enajenación sensitiva, emocional y
cognoscitiva para vivir. Son las personas que decimos en el lenguaje común: “Se
ha ido de la cabeza”, “no conoce a nadie”, “no percibe
ni trasmite emociones”, “es como un vegetal”
Obviamente,
esas personas viven fisiológicamente, pero están muertas en el sentido más
elemental de lo que entendemos por vida humana. Son, por decirlo gráficamente, seres humanos muertos vegetando y creando problemas y sufrimientos innecesarios a las personas vivas de su entorno más cercano y querido.
No
obstante, esas personas sólo pueden decidir lo que quieren hacer con su vida a priori, cuando aún están en pleno uso de sus facultades mentales, o sea, antes de tener la posible
enfermedad enajenativa y, por lo mismo, es necesario que cuando se apruebe la eutanasia se derogue el actual testamento vital y se sustituya por otro nuevo que recoja el derecho a morir en el caso de enajenación mental irreversible. También es evidente, que las personas representantes
de esa voluntad testamental no deben ser familia en primero, segundo y tercer
grado.
Aunque
el día de mañana, uno mismo pueda morir de otra cosa, no por ello ignoro que, hoy
por hoy, estoy en el grupo de riesgo de los que le puede dar un arrechucho que me
deje en estado vegetativo; que es el único estado de vida que asumo, que es superior a mis fuerzas y que me sentiría inmensa feliz si tuviera un testamento vital que me diera la garantía de que eso no podría ocurrir nunca porque dicho testamento me da la garantía de prescindir de la vida en ambos supuestos
Consecuencia de mi forma de pensar, me he interesado muchísimo en qué piensa la gente si ellas se hallaran en estos supuestos y, salvo los casos que por cuestiones religiosas dejan el designio de su muerte en
manos Dios, no soy capaz de encontrar a nadie que discrepe de mi opinión. E igualmente todas las personas consultadas me dicen que se sentirían mucho más serenas y felices con un testamento vital como el descrito.
No
quiero inspirar la más mínima compasión de nadie, aunque esté en el paquete de los que corren uno de los dos riesgos citados, máxime cuando he comprobado por mi mismo las dos veces que el peligro real me
ha pisado los talones -una a los 20 años por el tifus y otra a los 72 por un ictus que me dio fuerte- que a la muerte le tengo cero miedo, pero en cambio me da pavor quedar
vivo fisiológicamente, pero en estado vegetativo. Por eso, nos aportaría mucha paz y felicidad desde ya mismo a quienes así pensamos, podernos acoger a un nuevo testamento vital,
que avalara el derecho a morir, si se diera el caso de perder la cabeza y ser
una especie de muerto entre los vivos
En fin, que el mismo deseo que yo, estoy seguro que lo tienen centenares de miles de
personas no creyentes. Por ello, espero que haya cambios en la Ley
y contemos con un testamento vital para los referidos supuestos de enajenación
mental irreversible. Estamos en el siglo XXI y los y las diputadas que aprueben
la ley tienen el deber de resolver esta realidad.
Sobre
el derecho asistido al suicidio.
Ya
sé que esto suena fuerte, que en muchas personas es aún un tema tabú; sin
embargo, nadie puede negar que esa realidad social está ahí. En España sin ir más lejos se sobrepasan
los DIEZ suicidios por día. ¿Y qué estamos haciendo por evitar este chorreo diario de muertes humanas? Seamos sinceros: NADA. O peor aún: crear un ambiente morboso de rechazo
y estigmatización. (sálvense las excepciones, que la hay) Todos sabemos que el suicidio es
lo último que desea cualquier persona; pero todos conocemos igualmente, que el
dolor de una madre por la muerte de un hijo, el hundimiento por vivir con una
enfermedad incurable, El bullying en las clases, la ruina de un negocio, la
imposibilidad de tener un trabajo, la caída en la indigencia y otras causas, pueden sumir a las personas
en crisis muy agudas que les puede llevar a la pérdida total del deseo a vivir
y llegar a sentir unas ansias incontroladas por morir; es decir, por el
suicidio
Y
esas personas no son ni me mejores ni peores que nosotros; simplemente, que sus
circunstancias personales les han llevado a situaciones extremas. Ante estos
dramas, lo que procede si de verdad nos consideramos seres verdaderamente
humanos y solidarios, es hacer lo posible, cuando aún se está a tiempo, por comprender y ayudar a esas
personas a salir del trance. Pero eso es imposible hacerlo si seguimos con tabúes,
aislamientos, descalificaciones sociales, rechazos, etc, hacia esas personas. Repito: PERSONAS. Debería causarnos más dolor, respeto y comprensión estos suicidios en líneas generales, que
las que llamamos muertes naturales. A mí sí me lo causa
El
derecho legal de la atención asistida al suicidio; tiene tres grandes ventajas, sobre la penalización y hostilidad social al mismo. 1) El hecho mismo de ser legal quita mucha carga a la maldita e irracional estigmatización social actual. 2) Es una muerte asistida sanitariamente y sin dolor, 3) Reduce el número de suicidios porque no se practican inmediatamente
Hay
dos hechos muy reveladores que refuerzan lo que digo. En Alemania, que fue tolerado
el suicido asistido; las muertes por esta causa eran muchísimas
menos, que las que se dan desde hace cuatro años que pasó a ilegalizarse
y penalizarse este derecho.
Y en
Suiza, que está admitido, se han reconocido legalmente a
dos asociaciones para atender el derecho al suicidio asistido a quien lo solicite. Llama poderosamente la atención que casi las tres cuartas partes que se acogieron a
este derecho, desistieron posteriormente del mismo. Esas asociaciones atienden a personas
de cualquier país, si bien las asistencias a morir de países extranjeros son
más caros. Pero sólo puede calificarse de gran éxito que el último año que
publicaron datos, los que acudieron a poner fin a su vida a través del derecho
asistido fueron 3.000 y los que finalmente lo llevaron a la práctica fueron
815; es decir, se evitaron casi las tres cuartas partes de suicidios, que de
otra manera, hubieran sido todos inevitables.
Y es
que se entiende que el que llega
para suicidarse lo hace en su momento más crítico y desesperante, cuando ya no puede más; pero como
después se les dice que el suicidio no tiene por qué ser inmediato y tienen
tiempo para pensarlo, pues con ello se logra un efecto retardador, que
aprovechan los especialistas para ir rebajando la ansiedad por suicidarse y acaban desistiendo de llevar a cabo el mismo una gran mayoría. Esta realidad, aparte de ser una conclusión lógica, es también y sobre todo, la conclusión a la que han llegado los estudiosos y expertos de este fenómeno. En definitiva que la experiencia de Suiza del derecho al suicidio que se hizo para reducir los mismos ha sido un éxito total del que ningún otro país puede presumir.
Más
aún: En Suiza, que es el país del mundo donde más se combina la democracia
representativa con la democracia directa y vinculante de abajo a arriba, ya se han hecho dos
referéndum, promovidos por los que están contra el suicidio asistido y, en ambos
casos, el NO a suprimirlo, ha triunfado de
forma apabullante con más del 80% de los votos en ambos casos. Bien, muy bien, por los suizos, que cogen el toro por los cuernos y evitan suicidios .
Mal, muy mal, por nosotros y por muchos países más, que por prejuicios y tabúes, no los evitamos.
Y no se olvide: TOLERANCIA MÁXIMA, que la eutanasia y el derecho a vivir o a morir es un derecho individual e inalienable y, como tal, nadie está obligado a acogerse al mismo si no lo desea o sus creencias se lo impiden
Quien tenga matizaciones u otro punto de vista que no dude en hacer su comentario. Eso sí, dado el tema tan sensible y personal que aborda que lo comente como piense, pero desde el respeto
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