jueves, 23 de abril de 2020

Portugal, ejemplo a seguir. España, ejemplo a rehuir.


Pinchando el enlace podrás lo que ya se ha convertido en un himno en Portugal. Grándola Vila Morena


Amigo Nicolás y amigos lectores. Empiezo con una advertencia básica, que diga claramente en los dos siguientes párrafos de qué va la carta, a fin de evitarle seguir leyéndola a la gente que le incomode este asunto, que la hay.

Esta carta es un elogio y mi homenaje particular a lo bien que están combatiendo el coronavirus en Portugal, gracias al pacto de emergencia que hicieron todas las fuerzas políticas portuguesas y a lo acertadamente que supieron adelantarse a los acontecimientos sabedores de que No tenían una sanidad capaz de contener la mortandad si se extendía el contagio.

Aquí, en nuestro país, las fuerzas políticas -todas- no hicieron ningún pacto de emergencia como es obligado en estos casos y ninguna de ellas lo propuso siquiera, Tampoco se adelantaron a los acontecimientos, por más que se sabía la debilidad de nuestra sanidad y que sería incapaz de hacerle frente al virus si se dejaba crecer el contagio. Las horribles y dramáticas cifras ahí están. Doy por hecho que esta carta causará incomodidad y rechazo hacia quien la escribe. Con eso ya cuento. Lo asumo

 Voy al asunto:

Las fuerzas políticas tenían el deber inexcusable de hacer  un Pacto de Alarma o Emergencia desde el primer momento que se supo del coronavirus y del peligro de contagio y muerte que traía detrás, para tratar de evitar unidos que el número de contagios y mortandad fuera el menor posible. Un pacto así, no tiene que ver absolutamente nada, nada, nada, nada, nada nada con las situaciones políticas habituales, normales y cotidianas. Y si se parecen en algo, entonces es, que el pacto ante el estado de alarma está mal planteado.

Controlada la primera etapa -la de evitar contagios y muertes- que es lo principal, vendrá la segunda etapa socio-económica, la de echar a andar de nuevo la economía, sin dejar a nadie descolgado, dicho sea, con el término acuñado. Y, aunque el final de la primera se vaya entremezclando con la segunda, prefiero separarlas bien, porque me resulta más fácil hacerme entender y porque creo que la primera es la determinante y la que reclama todos los esfuerzos, tanto porque lo primero es la salud, como porque si se sale bien de ella, la segunda fase, la socio-económica, que es mucho más difícil se podrá abordar mejor, ya que ahí entran en juego los intereses económicos, las desigualdades, los distintos modelos productivos etc.

Además, el espíritu unitario que genera el haber marchado unidos en la primera etapa es un plus añadido para abordar mejor y unidos también la segunda, porque el trabajo unitario realizado, contribuye a crear entre sí mayor grado de solidaridad, confianza y empatía y, por ende, más posibilidades de continuar con el pacto unitario en la segunda etapa y llevarlo a buen puerto. 

Ventajas todas las citadas, que tienen los portugueses por haber pactado la primera etapa y, además, con excelente gestión, pero que no tenemos en España, donde en vez  de hacer el pacto obligado de la primera etapa, las fuerzas políticas y sus seguidores tertulianos y de las redes sociales, se han dedicado a crear un clima pésimo, tirándose  en todo momento los trastos a la cabeza.

Ese pacto para la primera fase se hizo pronto y bien en Portugal, Nicolás, pero no así en España, que ni siquiera se intento´ni se propuso por ninguna fuerza, siguiendo todas ellas enajenadas, con la cabeza puesta en lo que no tocaba, en el enfrentamiento político, para no perder la costumbre.

Tomando los datos oficiales como referencia, y teniendo en cuenta la diferencia de población: Por cada fallecimiento que se ha producido en Portugal, se han dado siete en España, y  la cifra puede llegar a 12 o 13, el día que se den los datos de los fallecidos en las residencias de mayores de nuestro país por el maldito virus, si es que se dan alguna vez, o el día que se haga un estudio comparativo de fallecimientos en relación con los mismos días del año anterior

Sé, Nicolás, que Portugal contaba con dos ventajas objetivas que no tenía nuestro país. Por un lado, una menor contaminación en Lisboa y Oporto, grandes ciudades abiertas al mar, que la que teníamos en otras grandes ciudades de España, que era bastante mayor.

Por otra parte, la edad de las personas mayores, que es donde ha causado el virus la mayor parte de sus estragos mortíferos, cuya esperanza de vida es mayor en España que Portugal. Si bien es un dato que hay que relativizarlo mucho, porque igual de larga es esa esperanza en Japón y Corea del Sur (83 años) y, sin embargo, a pesar de estar tan cerca de China y tener menos datos que los que teníamos nosotros cuando nos alcanzó; ellos lo resolvieron con mortandades mínimas. Además, la esperanza de vida entre España y Portugal no es significativa; 83 años aquí y 81,5 en el país vecino, según las estadísticas oficiales.  

Imposible asumir, pues, que tan abismal diferencia de mortandad entre Portugal y España se deba a estos dos factores secundarios.

Solo cabe explicar lo ocurrido, porque en Portugal hicieron un Pacto de Emergencia Nacional de todos los partidos y, además, sus fuerzas políticas tienen una credibilidad infinitamente mayor que las nuestras, cuyo desafecto es muy amplio y en permanente crecimiento. Una credibilidad, la Portuguesa conseguida a pulso a través del ejemplo permanente de los partidos portugueses desde la revolución de los claveles 1974 hasta nuestros días, en contraposición con la ausencia de ejemplos positivos de las fuerzas de nuestro país.

 Ahondo un poco más, en el proceso portugués

En los últimos días de febrero, los dos principales mandatarios portugueses, el primer ministro y jefe del gobierno António Costa (socialista) y el presidente de la República Marcelo Rebelo de Sousa del Partido Social Demócrata de la derecha, que mantiene una relaciones muy buenas y permanentes, se dieron cuenta que la sanidad de Portugal, los hospitales, no estaban preparados para asumir un fuerte contagio y que, aunque  tenían que tomar medidas urgentes para adecuarlos lo más posible, serían desbordados, en cualquier caso,  tan pronto como el número de infectados creciera significativamente. Y, en consecuencia, que había que poner el acento y la urgencia de actuación en otras medidas preventivas rápidas y eficaces, que evitaran a toda costa que el virus se expandiera

Para conseguir tal fin, las fuerzas políticas portuguesas con el Jefe de Gobierno a la cabeza, tomaron cuatro medidas: 1) Hacer un pacto de Emergencia Nacional de todas las fuerzas políticas alrededor del gobierno. 2) Tomar medidas contundentes y rápidas que evitaran todo tipo de actos y reuniones numerosas, cosa que llevó a cabo a rajatabla desde el día uno de marzo. 3) Cerrar cuanto antes los 1.214 kms de frontera con España. 4) La reclusión de la ciudadanía en sus casas. Y, por supuesto, mejorar en lo posible las limitaciones hospitalarias

Todos los pasos se cumplieron a rajatabla sin que siquiera tuvieran que dictar órdenes ni  hacer decretos, salvo para el cierre de los colegios. Bastaron los llamamientos, que en cada momento hicieron los políticos con una sola voz a la población, para que se cumplieran de inmediato.

Pero tal grado de obediencia ciudadana a las llamadas de sus políticos unidos, no se dieron porque sí, sino por el gran prestigio del que gozan los partidos portugueses ante la población desde la revolución de los claveles, a la que siguió la tarea unitaria de depurar todo vestigio de salazarismo, la forma exitosa en que resolvieron la crisis económica anterior, sobre todo en los años del llamado “pacto a la portuguesa” etc.

 Mención aparte merecen  los asombrosos avances en materia educativa, que partieron de un gran atraso con respecto a otros países en el 74 y hoy le gana a España en seis puntos de menor fracaso y abandono escolar. Y eso que la escolaridad en Portugal la han hecho obligatoria hasta los 18 años, para que empalme directamente con aquellos estudiantes, que en vez ir a la Universidad, quieran dedicarse a la formación profesional, que también se ha potenciado mucho, adecuándola a las necesidades de la población en cada lugar. 13% de abandono escolar tiene Portugal frente al 19% que tiene España. Y las cosas van tan bien allí, que dan por hecho, que el abandono escolar bajará al 10% en las siguientes estadísticas. Otro dato significativo en Portugal: Las escuelas públicas acogen al 82% de los alumnos, mientras que en España son el 62%.

¿Y qué decir del hecho de que tantísimos emigrantes que tenían sus trámites de legalización en curso, los legalizaran de golpe para que si los atrapaba el virus tuvieran garantizados todos los derechos sanitarios?

Otro dato relevante a tener en cuenta, Nicolás: Cuando acordaron cerrar la frontera con España, en nuestro país iban ya 5.800 contagios y más de 300 muertos, mientras que en Portugal los contagiados eran 68, las altas 1 y los muertos 0. Para eso sirvió el adelantarse en una docena de días a España en evitar todo acto o reunión masiva.

Que esos días de adelanto fueron mano de santolo han demostrado los portugueses y lo ha ratificado Grecia. Los griegos, escarmentados de lo canutas que lo pasaron en la crisis económica y  conscientes de sus limitaciones sanitarias, empezaron a prohibir los actos masivos desde el 20 de febrero. Conclusión: Hasta las personas muertas en el previsor país Heleno por corona virus son DOSCIENTAS.

Como prueba de hasta qué punto era de profundo y serio el Pacto de Emergencia Nacional en Portugal, basta con reproducir literalmente dos párrafos del responsable del partido de la derecha Rui Río en el Parlamento, que sorprendieron por su generosidad, teniendo en cuenta que el jefe de gobierno es el socialista António Costa. Estos son los dos párrafos que se hicieron virales y han dado la vuelta al mundo:

"Para mí, en este combate, éste no es un Gobierno de un partido adversario, sino el Gobierno de Portugal, al que todos tenemos que ayudar en este momento", comienza alegando Rio en una intervención en el Parlamento.

"Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. En todo lo que podamos, le ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte", zanjaba el político.

Y si la derecha se puso así de incondicional al lado del gobierno, qué decir de las fuerzas a la izquierda de los socialistas que, a pesar de que ya ha finalizado el exitoso “pacto a la portuguesa,” pareciera que todavía estuviera en vigor por el buen clima y grado de unidad que siguen manteniendo.

Esta excelente gestión unitaria del coronavirus, no es sino otro hecho más, del buen hacer continuo de los portugueses

Y esta carta, unida a la anterior, es la demostración palmaria del cambio radical que llegó a Portugal  con la auténtica ruptura democrática iniciada con la Revolución de los claveles el 25 de abril de 1974.

Como al referirme, Nicolás, a la gran gestión de las fuerzas portuguesas respecto al coronavirus y de Grecia desde el propio gobierno, porque no tenían pacto, ya podemos hacernos una idea que el reaccionar tan tarde, a pesar de nuestras deficiencias sanitarias, es el factor principal de que la pandemia se apoderara de nuestro país y nos llevara a la horrible mortandad de seres humanos que se han ido sin siquiera poder despedirse de los suyos, no vale la pena hacer otro artículo más sobre la realidad de España en concreto. Creo que, en principio. Pues con lo dicho en esta carta, ya puedes sacar tú y todos los lectores vuestras propias conclusiones del porqué nosotros encabezamos el ranking en el mundo en porcentaje de muertes por habitante.

Se dirá que en el Reino Unido y en Francia también lo han hecho muy mal y es así y también es por reaccionar tarde, a pesar de tener de una sanidad deficiente como la nuestra. Pero eso no puede servirnos a nosotros de justificación; sino en todo caso, de prueba que avala más aún el por qué de nuestro gran fracaso, ya que sus errores, sus negligencias, sus tardanzas, su falta de unidad, sus limitaciones hospitalarias, etc, son muy parecidas a las nuestras. 

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