Querido Nicolás y amigos lectores:
Directo al grano: O hacemos un último “sacrificio” esta Semana Santa, desde el viernes anterior a la misma, hasta el
día siguiente de su conclusión o llegará
una cuarta ola y nos habremos cargado el verano por segundo año consecutivo.
Dice un refrán no inclusivo de género que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces
en la misma piedra”; pero bueno, todos los dichos, normas y reglas tienen sus
excepciones. En este caso, el refrán debería terminar con la coletilla, salvo si se trata de España, donde se puede tropezar en ella, hasta tres, cuatro, cinco o más veces si hace
falta.
Si como dije en otra
ocasión, este país de países no dependiera del turismo o, al menos, no tanto,
esta carta sobraría porque la vacuna aunque
sea a ritmo lento, acabará llegando dentro del año en curso. Pero el turismo es
un asunto muy delicado; tanto, que una cuarta ola, por moderada que fuera daría
al traste con el turismo de julio, agosto y septiembre. Solo hace falta
recordar lo que pasó en el verano de 2020 en España, por no haber hecho la desescalada debidamente. Al fin y al cabo, el
turismo es un acto voluntario, pero no una necesidad y la gente como es obvio, dentro de sus preferencias elige los lugares más limpios de Covid.
En nuestro caso, la incidencia acumulada ha bajado, al fin,
a unos niveles que un último sacrificio en
Semana Santa nos dejaría en una situación propicia, para darle
prácticamente la puntilla al virus y abrirle de par en par las puertas a un
gran verano turístico.
Contamos con la ventaja de que
a un sector tan amplio como el de la docencia a todos los niveles, no le
afectaría puesto que tienen vacaciones durante toda la Semana. Si lo pensamos bien, no es mucho pedir un último esfuerzo de nueve días
a cambio de tanto como ganaríamos en salvar vidas humanas y en empezar a
relanzar la economía este mismo verano.
Un sacrificio, Nicolás, que
consistiría en perimetrar todas las
provincias y, dentro de éstas, todas ciudades o pueblos donde hubiera algún
contagio todavía. Aunque lo que más garantías nos daría, sería hacer un confinamiento
como el de la primera ola, aunque en este caso de nueve días nada más.
Claro, que también podíamos empecinarnos otra vez más, y volver a tropezar en la
misma piedra como ocurrió antes del verano pasado o en la navidad, que en este país, y tratándose de pandemias, todo
es posible, menos hacer las cosas bien.
Por otra parte, Nicolás, puede
haber otros países con ofertas parecidas a las nuestra como Grecia, por
ejemplo, que ha gestionado el Covid 19 de principio a fin casi a la perfección y, como es lógico y justo, han conseguido el premio, de ser el país mediterráneo más fiable para el turista y con mayor solicitud de
reservas.
Incluso Portugal, también se está asegurando de tener un buen verano turístico, aunque tras
una escalada impecable, haya hecho una desescalada malísima. Sin embargo, este revés no ha sido óbice
para que tenga ya una incidencia acumulada menor que la nuestra. Y es que, tanto los lusos como los helenos, se pueden equivocar, pero jamás fracasar, porque se basan en los tres grandes principios o cualidades políticas básicas y esenciales para combatir una pandemia. Por el contrario, dichas cualidades en todas las élites políticas de nuestro país, en todas, tanto del gobierno como de la oposición esas políticas han brillado por su ausencia; a tal extremo, que entre todos los países llamados democráticos, sólo en España las direcciones políticas han continuado enfrentadas como si tal pandemia no existiera.
Una cualidad de griegos y portugueses, ha sido poner siempre por delante las vidas de las personas a la economía, que aparte de ser imprescindible priorizarlo así desde un punto de vista humano y salvar muchas más vidas, ha sido un acierto absoluto para la propia economía, ya que en todos los países donde se ha partido de extirpar el virus lo primero, la pandemia ya está controlada y la economía funcionando; mientras que donde se ha partido de llevar ambas cosas a la par y convivir con el coronavirus, no se ha logrado ni una cosa ni la otra y las muertes han sido muchas más
Otra cualidad o principio básico ha sido forjar una unidad total entre todas sus fuerzas. Ambos países están
siendo gobernados por partidos de signo distinto, pero eso era lo de menos,
ante una brutal pandemia que no entendía de ideologías; de ahí que en los dos
casos gobierno y oposición, se pusieron de acuerdo ya en el mes de febrero para ir de la mano y luchar
juntos hasta el final de la pandemia, cuyo ejemplo, como era de esperar, consiguió
gran credibilidad e incidencia en la ciudadanía. que respondió siempre a los llamamientos
y propuestas de dichas fuerzas.
Y la tercera cualidad, ha sido ir guiados por la ciencia, pero no esperando a los hechos consumados, sino que a partir de lo que se iba sabiendo adelantarse cuanto fuera posible a los acontecimientos y teniendo muy en cuenta los peores escenarios, y partir de esos dos criterios, tomar medidas que redujeran a toda costa el número de muertes.
No hace falta decir, que en España las élites de las fuerzas políticas no han partido de ninguna de las tres cosas esenciales y obligadas para combatir una pandemia, como han hecho los lusos y helenos y, asimismo, otros muchos países asiáticos, de Oceanía y del norte de Europa. Aquí, nuestra clase política ha actuado como siempre, como si no hubiera pandemia, y no ha llevado a cabo en ningún momento el cambio político radical que la misma conlleva. Los resultados humanos en muertes evitables y los económicos al que nos ha llevado tanto desdén, sectarismo y adolescencia política, por desgracia, ahí los tenemos delante de nuestros ojos, aunque siempre cabe cerrarlos o mirar hacia otro lado
En fin, Nicolás, que lusos y griegos, muy merecidamente, tienen encarrilado un buen verano turístico. España, pese a su pésimo malhacer, aún está a tiempo de enderezar el rumbo antes del verano. Pero...
Comparto al 100 x 100 estas observaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias Pedro, que no es poca cosa viniendo de ti. Un abrazo
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