He vuelto a leer y releer, Nicolás, mis dos
artículos anteriores referidos a los pactos postelectorales tras el 10N, que
puede leerlos quien lo desee pinchando aquí
y aquí
y, aunque siempre cabe mejorar los argumentos, creo que lo esencial ya está
dicho en las mismos.
Sólo me queda pararme en el asunto
de la correlación de fuerzas que es la clave de todo para conseguir un pacto u otro, pero que es lo que peor se
suele entender. Y con ello, doy por concluidas mis opiniones sobre el
10N y de los pactos posteriores.
En primer lugar, Nicolás, hemos de asumir, que es legal y
democrático que las fuerzas políticas pacten entre sí como quieran, aunque sean
de signos contrarios. Otra cosa es, si eso es justo o no, si supone engañar a
sus votantes y las consecuencias que acarree.
Y otra cosa es también, que quienes
queremos un pacto progresista y de izquierdas (en el caso que nos den los
números) seamos capaces de llenarnos de la fuerza interior que nos debe dar, no sólo el tener la fuerza electoral suficiente, sino también la fuerza ética, solidaria y de justicia social que proviene de sentirnos defensores de una causa tan digna, necesaria y urgente. Esto es básico, pero insuficiente para conseguir el pacto de legislatura que pretendemos.
Lo que te acabo de decir, Nicolás, con ser mucho y vital, a la vez no es nada, porque
si puede formarse otra mayoría distinta, bien de la triderecha o bien con el
PSOE y otro u otros partidos de derechas, serán ellos los que harán un pacto al gusto de los de arriba, porque desgraciadamente, hay una cuestión que se llama correlación de fuerzas, que si es favorable bien, pero si no lo es, de poco nos sirve tener los votos suficientes y las propuestas más justas, ya que en un último extremo, la correlación de fuerzas manda y ésta es muy favorable a los que no quieren el pacto progresista y de izquierdas.
A la correlación de fuerzas para un pacto PSOE-derecha
o triderecha, aparte de los votos, hay que sumarle un factor extraparlamentario
muy fuerte, que inclina la balanza
netamente a su favor. Ese factor son los poderosos,
los de arriba, los que mandan sin presentarse a elecciones, que son los que controlan
y dirigen los medios públicos, los que tienen a su merced innumerables foros y tribunas con mucho eco, los que sobornan y colocan políticos por las
fuerzas giratorias, los que tienen a las direcciones de los partidos, y en
especial al PSOE, cogidos por sus partes bajas, por los muchos millones de
euros condonados por los bancos y por las grandes
deudas que siguen teniendo etc. En definitiva, sus maniobras, son oscuras, feas y de nula decencia y ética política, pero muy fuertes.
Eso no quita, Nicolás, para que si el PSOE
es la primera fuerza no inicie sus negociaciones con la izquierda si dan los
números. Más te diría, Nico: Estarían obligados a hacerlo así, para intentar justificarse lo mejor que puedan ante
la mayoría de sus votantes que no depositaron su voto para un pacto con la derecha, sino para un pacto
progresista y de izquierdas. Pero eso sí, evitando llegar a acuerdos, porque
el compromiso es abrirle las puertas al otro escenario, al del PSOE-Derecha,
como abundo en mis dos artículos anteriores.
Alegarían unas y otras fuerzas, "que
no se ha podido llegar a un pacto de izquierdas, pero que no caben más bloqueos en España, que las cosas están delicadas por la sentencia de los independentistas,
por el Brexit, por la recesión económicas, por la urgencia de tener unos presupuestos. En
definitiva, por una situación de emergencia nacional que obliga a la unidad de
todos los “constitucionalistas”
Si a esta opción tan probable (para mí
evidente) que tanto le interesa a los poderosos, le sumamos el fuerte apoyo que aportan desde de arriba, no es difícil darse cuenta que la
correlación de fuerzas es netamente favorable a que el PSOE pacte con la
derecha y no con la izquierda. Ya tenemos el precedente del PSOE absteniéndose para que gobernara Rajoy, merced a las fuertes presiones que recibieron de los poderosos. Y si consiguieron esa abstención para que gobernara un partido sumido en el estercolero de la corrupción y machacando sin piedad a las capas más
humildes. ¿Que no conseguirán los poderosos si se lo proponen?
Ante este panorama, te dirás, Nicolás: ¿Y de
qué nos sirve, entonces, votar e incluso que den los números para un pacto de
izquierdas, si la correlación de fuerzas no nos acompaña? Pues mira, amigo mío, lo único cierto es que no cabe término medio.
No servirá de nada o servirá para conseguir
ese pacto. No servirá de nada, si vamos a votar y nos creemos que con ello ya
hemos cumplido. Y servirá para un pacto de legislatura de izquierdas, si somos conscientes que está en nuestras manos cambiar la correlación de fuerzas, saliendo a la calle a ocupar las plazas de pueblos y ciudades emulando al 15M, al primer síntoma que veamos de que el pacto no va en serio, y
no retirándonos hasta que no nos presenten los negociadores el pacto firmado.
¿Y
por qué en las plazas?
Por dos razones, Nicolás: La primera,
porque es el único espacio donde podemos coincidir todo el tiempo o
parcialmente toda la ciudadanía del país, ejerciendo nuestro inalienable
derecho a la libertad de reunión, expresión y manifestación, ya que pasado el
10N, no estamos en proceso electoral. La segunda, porque circunscribir la acción a los
centros de trabajo es un sin sentido, dado que no es una movilización laboral, sino
política que nos incumbe a todos y, restringirlo a los centros de trabajo,
supondría dejar fuera de la participación a muchos millones de personas. Y para
colmo, sería dejarles las manos libres a CCOO y UGT para que dirigieran esta lucha. Es
decir, a dos fuerzas tan habituadas a las acciones testimoniales y tan contrarias a las movilizaciones firmes y continuadas, que es lo que demanda el caso.
¿Y
quienes las llenaríamos?
Pues, obviamente, los millones de personas
que no les da para llegar a final de mes sean parados, pensionistas o
trabajadores en precario. Los pensionistas como tal sector, los que tienen
seres queridos con dependencia, todas las personas defensoras de la causa de la
mujer, del medio ambiente, de la oposición al cambio climático, etc. Y, por supuesto, todos los que depositamos un
voto para un cambio progresista y de izquierdas.
Mención aparte merecen los votantes del
PSOE, porque como dice el dicho: La cadena se rompe siempre por su eslabón más
débil y, ese eslabón en este caso, son los dirigentes del PSOE. Sería
prácticamente imposible que la dirección política del PSOE, con la mayoría de
sus votantes (millones) presionando en las plazas, junto a los demás
manifestantes, se atrevieran a levantarse de la mesa de negociaciones sin
firmar el pacto de izquierdas. Sería un precio descomunal el que tendrían que
pagar, y no es pensable que se atrevan a tanto.
Se dirá que nuestras movilizaciones son extraparlamentarias y sí, lo son, pero legales. Y, además, las de ellos también son extraparlamentarias, sólo que su poderío es tan fuerte que no precisan salir a la calle, porque les sobran medios para chantajear y domeñar a los dirigentes políticos. Pero con los números, la justeza de nuestra causa y la pacífica pero firme ocupación de las plazas hasta que firmen el pacto, -con todo junto- tenemos la garantía de que le damos la vuelta a la tortilla, ponemos la correlación de fuerzas a nuestro favor y el pacto progresista y de izquierdas, que
millones de personas necesitan como el aire que respiran, se tendría que firmar sí o sí
No olvidemos que ese pulso no lo hemos buscado la
ciudadanía, sino ellos y sólo ellos. Nosotros no haríamos otra cosa que responder democrática y pacíficamente, pero con total firmeza, al reto que han provocado.
Pero ojo, no nos engañemos, que los partidos
(todos, los viejos y los nuevos) están muy burocratizados y alejados de la
sociedad y seguramente tratarán de que los dejemos tranquilos y que no nos
echemos a las plazas a ponerlos entre la espada y la pared. Pero no podemos
caer en esa trampa, que para llenar las plazas no necesitamos que nadie nos
tutele, como no lo necesitaron los del 15M. Las direcciones y los negociadores de los partidos que actúen de buena fe y quieran el pacto de verdad, es evidente que nos elogiarían y felicitarían porque gracias a nuestro inmenso apoyo, el pacto ha sido posible. Y los que pretendieran engañarnos, ¡que se jodan! y que no
les quede otra que morder el polvo, que perder la credibilidad de sus votantes o pactar.
Sé que esta carta extrañará mucho, pero si no hay cambio en la correlación de fuerzas yo no veo la posibilidad de pacto por ninguna parte. Y como te he dicho, esa correlación, al menos en este caso, no la determina solamente que den los números, sino más aún, contraponer, además, a la presión de los de arriba, otra más fuerte de los de abajo.
Sé que esta carta extrañará mucho, pero si no hay cambio en la correlación de fuerzas yo no veo la posibilidad de pacto por ninguna parte. Y como te he dicho, esa correlación, al menos en este caso, no la determina solamente que den los números, sino más aún, contraponer, además, a la presión de los de arriba, otra más fuerte de los de abajo.
He dejado bien claro en mis dos artículos
anteriores, que sólo creo en un pacto
parecido a los de Portugal y Dinamarca, porque no veo que dentro del gobierno exista
el menor resquicio o margen de maniobra y autonomía para que las fuerzas minoritarias puedan imponer sus políticas desde dentro, tal y
como está contemplada la función del Consejo de Ministros en la Constitución y en la Ley del Gobierno.
Dicho queda, Nicolás, aunque me temo que no servirá de nada
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