Sois como niños; solemos decir peyorativamente para descalificar tal o cual acción. Este niño ecuatoriano está más que legitimado para respondernos: No me ofendan, por favor. Mejor que se lo hagan mirar Vds; los mayores de edad.
Este niño quiere tanto a su mascota, que desea su compañía hasta cuando
sale de compra.
Este
niño, desde tan pequeñín, está incubando un cariño hacia los
animales, que pocas dudas nos pueden caber, que será contrario
siempre a cualquier maltrato a estos seres vivos que, aunque no sean
humanos, quieren, sienten, gozan, sufren... como si lo fueran.
Este
niño, ya está adquiriendo el hábito al transporte no contaminante,
que es tanto como decir, que ya empieza a incubar dentro su minúsculo
ser, los mejores hábitos ecologistas y medioambientales.
Este
niño, nos demuestra, a pesar de ser un “rascamiajas”,un grado
tan alto de conciencia de solidaridad colectiva, ante el Covid19 que hasta le pone la mascarilla a su perrito por si las moscas; dándonos un
colosal ejemplo y dejando al desnudo, sobre todo, a los más
miserables e insolidarios que, a sabiendas del grado de crueldad, horror y muerte al que puede conducirles y conducirnos su irresponsable proceder, siguen a lo suyo. Siguen con su irresponsabilidad a sabiendas de que están siendo aliados del virus al facilicitarle que siga campando a sus anchas,
causando más dolor, más horror y más muerte a la propia sociedad a
la que pertenecen; entre ellos a sus propias familias, compañeros de
trabajo, etc.
Este
niño, de corto recorrido por la vida y poca experiencia, ya sabe, sin embargo, que
prevenir es una gran cualidad humana y que nada ocurre, si se pasa de precavido por ponerle a su
querido perrito la mascarilla. Mejor ponérsela, "por si las moscas." Una
sencilla cualidad de sentido común, que pareciera que todavía no hubiéramos aprendido
la sociedad en general. Todxs sabemos que prevenir, aunque sea con
exceso, nunca es malo, mientras que no prevenir puede llegar a ser una
catástrofe. Pero ni por esas.
Si
supiéramos la trascendencia de la prevención, siempre estaríamos preparados ante las grandes dificultades; siempre reaccionaríamos con la mayor antelación
posible y poniéndonos en el peor de los escenarios por si sucediera.
Pero como no lo somos; pues ni siquiera les hemos achacado a los
políticos (a todos), que su falta absoluta prevención desde el principio hasta el final, que aún continúa, ha sido el error más grave y más imperdonable que están cometiendo. Esa imprevisión es, sin duda, la causa
principal de que se sigan produciendo tantos rebrotes ahora.
Este
niño, si estuviera más crecido, seguro que no iría a forofear a
cuerpo descubierto por el triunfo de su equipo, ni de botellón, ni a
disfrutar de la intimidad más cercana y a cara descubierta en el ocio
nocturno. No, no y no. No hay solución posible, mientras no sea la previsión el eje de todo y esa rectificación ni se vislumbra. Y, entretanto, el maldito Covid19 tan contento, campando a sus anchas y causando estragos y
muertes horrorosas entre los irresponsables, que después contaminan a los demás:
familia, compañerxs de trabajo y todos los sitios por donde se
muevan.
Este
niño, tiene ya anidados dentro de sus diminutas visceritas, sus
sentimientos anti “EDADISTAS” y en su cabeza no cabrá el
peyorativo e inhumano “va, tampoco es tan grave, los que cascan son
los viejos”, porque para él, sólo habrá seres humanos, cuya vida
es igual de inalienable, querida y respetable para toda la
ciudadanía, se tenga la edad que se tenga. Y si la sociedad y, sobre todo, los políticos tuvieran una conciencia semejante (prevención y gran conciencia humana sin discriminaciones) , seguro que el virus estaría mucho más descontento o puede que estuviera ya erradicado
Este
niño, seguro que estará en contra del racismo y del sexismo, pero
con la misma convicción también estará contra el EDADISMO, porque su excelente sensibilidad le empujará a luchar contra las tres
discriminaciones sociales más grandes de nuestros tiempos.
Este
niño, su enternecedor y preciso gesto, merecería que nos fuéramos
planteando reconocerlo como hijo adoptivo del presente y el futuro de
un planeta limpio, sano, digno, libre y justo. Un planeta que se nos
va de las manos y que urge implicarse en profundidad para dejárselo
reconducido a los cientos y miles de generaciones de moradores y
moradoras que vengan detrás; tengan dos patas, como los humanos y
las aves, tengan cuatro, como la mayoría del reino animal o tengan
cien, como los ciempiés
Aunque
ni siquiera lo percibamos, el ejemplo de este niño ecuatoriano nos
está ayudando mil veces más a cargar nuestra conciencia de combustible no
contaminante, que todos los discursos y tertulias
juntos. Y es que las palabras las han prostituido tanto los políticos y sus voceros tertulianos, que se han
convertido ya en el arte, sin fisuras, de la mentira.
El sabio
refrán de que "obras son amores y no buenas razones" está ya muerto y
enterrado. Y sin embargo, necesitamos resucitarlo, porque mientras no lo tomemos como bandera colectiva, estaremos empujando por acción u omisión al planeta hacia el ocaso. Y la historia nos juzgará con todo la crudeza que nos estamos mereciendo,
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